Sara Sálamo, sobre su nueva faceta como directora: “Las mujeres tenemos que darnos la oportunidad a equivocarnos y a probarnos”

La intérprete y, ahora también directora, guionista y productora, habla con Infobae España sobre los nuevos retos a los que se enfrenta en su carrera profesional, que se amplía a través de ilusionantes proyectos delante y detrás de las cámaras

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Sara Sálamo en un momento
Sara Sálamo en un momento del rodaje de 'La manzana'. Foto: Concha de la Rosa

Estos días ha saltado la noticia de que Sara Sálamo había finalizado el rodaje de lo que ha constituido su primera experiencia como directora. Se trata de un cortometraje que tiene por nombre La manzana y que remite a su infancia y al universo femenino, al que quería rendir un homenaje. Infobae España ha querido hablar con la actriz sobre esta nueva faceta, que además se amplía con la de guionista y productora, y de los retos a los que se enfrenta en esta etapa creativa ilusionante.

Pregunta. ¿Cuándo tuvo la inquietud de ponerse detrás de la cámara?

Respuesta. Todo surgió a raíz de la publicación de mi primera novela, El ocaso del mono que arañaba la pared (Martínez Roca), que tuvo lugar durante el confinamiento y que ni siquiera tuve la ocasión de presentar en público. Más tarde, una productora y una distribuidora me propusieron adaptarla y que yo misma la dirigiera, lo que me dejó impresionada, porque yo no sabía absolutamente nada de dirección de cine ni de guion. Había hecho cursos de literatura, de narrativa, pero no me sentía preparada. Por mucho que llevara 13 años siendo actriz, y observando bien cómo funcionaban las cosas en un rodaje, no hubiera tenido ni idea de dónde colocar la cámara. Pero me picó el gusanillo y decidí apuntarme a un grado de guion y dirección en la Escuela Metrópolis. A partir de ese momento no he dejado de formarme haciendo una serie de másters, voy por el tercero. Para mí era impensable firmar algo, por muy bien rodeada que estuviera, que no fuera mío. Así que he pasado estos últimos tres años estudiando.

P. Entonces, este cortometraje, ¿ha sido una forma de ponerte a prueba?

R. Más o menos, sí. Quería empezar con algo pequeño y muy personal. Este proyecto lo escribí hace un par de años y parte de una zona personal muy íntima que a mí me conmueve. Quería empezar a testear por ahí y así quitarme un poco el síndrome del impostor este que tenemos un poco hoy en día, de no atreverte a dar el paso.

P. ¿Y cómo ha sido el rodaje?

R. Ha sido muy bonito y emocionante. He trabajado con una niña de siete años, Candela, y esto era también lo primero que ella hacía. Ha sido alucinante verla trabajar, estoy muy sorprendida con su tranquilidad y su responsabilidad en el set, con sus ganas. Tenía miedo de trabajar con niños la primera vez, pero se portaron de maravilla y han sido cuidadosos y atentos.

'La manzana', el primer cortometraje
'La manzana', el primer cortometraje como directora de Sara Sálamo.

P. Supongo que habrá disfrutado con la dirección de actores, aunque fueran niños y sin experiencia.

R. Era muy divertido porque no dejaba de ser todo un juego. Empezábamos leyendo cuentos, pasando por hacer juegos de teatro, buscando una conexión entre los niños, que no se conocían entre sí y creando lazos. Y en los ensayos conseguimos que tuvieran feeling y actuaran en sintonía.

P. ¿Qué cuenta La manzana?

R. Yo de pequeña me quedaba totalmente obnubilada con el acto de pelar una manzana, de cómo mi madre y mi abuela eran capaces de hacerlo sin que se rompiera la cáscara, como si fuera una montura infinita, como una serpiente. Y cómo caía como a cámara lenta. En ese acto tan pequeño y cotidiano yo veía belleza. Y quería centrarme en eso, en contar una historia con ese simbolismo de crecimiento, de madurez y también de perseverancia, y de cómo no reparamos en el día a día, por las prisas, en los detalles, que para mí son los que marcan la diferencia.

P. Creo que ha sido fiel a tus principios y quería de forma explícita que la mayor parte del equipo de este proyecto estuviera formado por mujeres.

R. Me propuse que el equipo fuera totalmente femenino en cuestiones técnicas. Al final creo que he conseguido llegar a un 98%, lo que me hace muy feliz. Para mí era un requisito porque para mí este trabajo era una oda a las mujeres y a las madres, así que me apetecía rodearme de ellas. Además, con la mayoría había trabajado en diferentes películas y las admiraba mucho como profesionales, así que quería que me acompañaran en este viaje.

P. También tiene pendientes de estreno dos películas dirigidas por mujeres. No parece una casualidad.

R. Pues no lo sé, pero sí te puedo decir que cuando empecé como actriz el 90% de los equipos eran hombres, salvo el departamento de maquillaje o peluquería, y que prácticamente no había jefas de departamento. Eso ha cambiado mucho en los últimos tiempos, como sabemos, y es maravilloso. Así que ha sido ahora cuando por primera vez en mi carrera me han dirigido dos mujeres, por fin.

P. Está preparando lo que sería su ópera prima en el largometraje, ¿se trata de la adaptación de su novela o de otra cosa?

R. La adaptación se quedó ahí parada, se trata de otra cosa que tiene que ver con la maternidad, porque estoy en ese momento vital. Pero no se trata de un guion amable, ni romántico ni bonito, ni tampoco excesivamente dramático. Posiblemente vire más hacia el thriller o incluso al terror que supone no encajar como madre o lo que se presupone que tenemos que ser y con cumplir ciertas expectativas para que nos cataloguen dentro de la sociedad.

P. ¿Le gusta el género de terror?

R. Me encanta, soy forofa del cine de terror. Y es una suerte que poco a poco haya referentes femeninos dentro del género, porque es algo muy reciente.

P. Antes hablaba del síndrome del impostor, ¿le da miedo que la juzguen por su nueva faceta?

R. En una entrevista, Celia De Molina reivindicaba su derecho a poder hacer una mierda como directora, al igual que también pueden hacerlas los hombres y no son tan cuestionados por ello. Es algo que tenemos muy interiorizado, que nos juzguen, y por eso me ha costado atreverme a dar este paso, porque tenía miedo a no hacerlo perfecto, cuando en realidad no es necesario hacer una obra de arte ni dar en la diana a la primera. He tenido discusiones conmigo misma con respecto a poder permitirme fallar y poder probar otra vez sin que pase absolutamente nada. A mí me ha ayudado mucho ver los primeros trabajos de directores que ahora son muy reconocidos. Pero lo importante es que las mujeres tenemos que darnos la oportunidad a equivocarnos y a probarnos.

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