La pensión media de jubilación se sitúa en España en los 1.375,1 euros mensuales tras el crecimiento progresivo de los últimos meses. El pasado mes de julio, un total de seis millones de pensionistas han recibido este subsidio, que es el que cuenta con un mayor número de beneficiarios dentro del conjunto de partidas que gestiona la Seguridad Social. No obstante, todavía son muchos los contribuyentes que se conforman con la pensión mínima, que ronda los 800 euros mensuales. En estos casos, mantener un buen nivel de vida puede resultar una tarea de lo más complicado, por lo que muchos jubilados buscan en el mercado otras fuentes de ingresos.
El problema para muchos trabajadores es que comienzan a planificar la jubilación cuando están a poco tiempo de cruzar la puerta de entrada, de modo que el ahorro y la capacidad de gestión se ven mermados por el poco margen de actuación. En los últimos años, se ha popularizado una nueva fórmula para conseguir ingresos extra de una forma relativamente sencilla: la nuda propiedad. Este mecanismo legal permite a los propietarios vender su casa y recibir el dinero de la operación, aunque siguen haciendo vida en el domicilio hasta la fecha de su fallecimiento.
¿Cómo funciona la nuda propiedad?
Lo mejor para llegar a la jubilación con una cierta solvencia económica es comenzar a ahorrar a edades tempranas. Cuando esto no sucede, la nuda propiedad se destapa como una de las alternativas más rentables para los pensionistas españoles. Los propietarios que se retiran sin un buen colchón del que tirar pueden vender la titularidad de su domicilio y conservar el usufructo, que es el derecho a utilizar el inmueble durante el tiempo que les reste de vida.
El propietario, en estos casos, recibe una cantidad de dinero a cambio del inmueble, que podrá efectuarse en un único pago, a través de una renta vitalicia o con una operación de venta y posterior contrato de alquiler. En cualquiera de las tres alternativas el pensionista podrá seguir utilizando la vivienda pese a perder la titularidad de la misma.
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El comprador suele adquirir el pleno dominio de la casa cuando fallece el usufructo, aunque también se puede pactar un plazo o algún otro tipo de condición resolutoria. El nuevo propietario adquiere una serie de derechos y obligaciones con la compra, como el pago de impuestos, reparaciones o futuras derramas. El vendedor sólo tendrá que pagar las facturas de agua, luz o gas, mientras recibe un ingreso con el que complementar su pensión de jubilación. Sin embargo, los interesados en vender un inmueble a través de la nuda propiedad deben conocer la principal desventaja de esta fórmula: el precio de la vivienda se rebaja de forma considerable, es decir, pierde valor.
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