El deseo ha llegado a confundirse con el amor, pero uno se puede dar sin el otro y ambos pueden confluir en una vertiente para albergar un clímax pasional. El ser humano ha puesto un pie en la Luna, ha descubierto agua en Marte, ha convertido Twitter en una simple X y ha apostado por la robótica y la inteligencia artificial (IA) como máquinas que definirán nuestro futuro. Sin embargo, hay materias que, pese al paso de los años, siguen generando las mismas dudas e incógnitas. El romance y las relaciones de pareja son, sin duda, uno de los conceptos sobre los que resulta impráctico teorizar.
En dicho cauce se mueve Algún día nos lo contaremos todo, la cinta de Emily Atef (Tres días en Quiberon, Más que nunca, El extraño en mí) basada en la novela homónima de Daniela Krien (autora best seller y ganadora del premio Junger Literaturpreis) que se presentó en la Selección Oficial de la última edición de la Berlinale y que ha aterrizado en las salas de cine españolas en agosto.
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En una entrevista con Infobae España, la directora franco-iraní se sorprende al comprobar que la periodista que le va a realizar las preguntas es una mujer. “Más del 70 por ciento de los periodistas de cine son hombres”, comenta. Una estadística que extrapola al gremio audiovisual, donde el género masculino sigue teniendo más peso en la báscula pese al evidente progreso de los últimos años. “Es importante decirlo porque los dueños de los cines son hombres, ellos deciden qué películas mostrar y casi siempre apuestan por cintas hechas por y para ellos”, apunta. “Quizá todo esto cambie con Barbie”, sentencia la cineasta tras el éxito de la cinta de Greta Gerwig, que ya ha superado los mil millones de euros de recaudación, además de convertirse en el auténtico fenómeno cinéfilo del año.
La introducción de Atef al siempre complicado debate de la igualdad nace tras hablar sobre las complicaciones que ha tenido para colocar su película en las salas de cine alemanas. “Se quedaron en shock”, indica sobre cómo el país recibió el contenido de su cinta. En Algún día nos lo contaremos todo se narra la historia de María (Marlene Burow), una joven que vive en la granja de los padres de su novio, Johannes, pero que comienza a sentir una pasión irrefrenable por un hombre más mayor que habita en el mismo pueblo, Henner (Felix Kramer). Todo ello encumbrado en el escenario de una Alemania que acaba de reunificarse.
“Nos sorprendió porque pensamos que tanto los hombres como las mujeres podrían sentirse atraídos por la historia”, explica Atef. Su película es un tratado físico emocional de la atracción más primitiva. Del deseo casi intrínseco a uno mismo y al cuerpo que lo domina. Es una historia sobre una pareja con una clara diferencia de edad (un tema más vigente que nunca), pero en la que el peso narrativo, y por ende la pasión, recae sobre la protagonista femenina. “No entiendo por qué no puedo hacer una película sobre el deseo femenino, incluso si es un tipo de pasión que no queremos ver”, indica por el hecho de hablar de una joven de 19 años.
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La era del ‘edadismo’
El rechazo de la cinta en Alemania responde a una controversia que lleva tiempo gestándose en la conciencia colectiva. La amplia diferencia de edad en una pareja. “Hay muchos tipos de atracciones”, insiste Atef, que considera “primitivo” tener que escuchar que “cómo puede ser que una mujer guapa y joven se haya interesado por un señor mayor”. “Somos humanos, somos complejos y no siempre buscamos la pareja ideal”, apostilla.
Aunque la directora franco-iraní afirma que ella no podría estar con un hombre de 25 años, pues se “aburriría”, sí es consciente de que ceñir el éxito del amor, el deseo o la pasión a una franja (o barrera) basada en la edad es algo ciertamente ridículo. “Es verdad que existe un poco de controversia”, afirma sobre la premisa de Algún día nos lo contaremos todo, “pero estaba interesada en la psicología de una joven que sigue yendo al mismo lugar en el que sabe que se acabará quemando”. En la idea de perseguir la irracionalidad de un amor que, desde el primer momento, tiene fecha de caducidad, Atef explora el talante sentimental de dos cuerpos que despiertan la atracción humana.
“No entiendo por qué no puedo hacer una película sobre el deseo femenino”
El poder (contraproducente) de las etiquetas
Emily Atef expresa, en todo momento, su reacción negativa a la idea de categorizar las películas en base al género. No en vano, desecha la idea de pensar que Algún día nos lo contaremos todo es un filme que apela únicamente al universo de lo femenino por tratarse de una historia narrada (y dirigida) por una mujer. “Se sigue diciendo que algunas películas están dirigidas a ellas, pero nadie considera que Superman, Spider-Man o Blah-blah-man (ironiza) sean historias exclusivas del público masculino”, relata.
Ahí es donde la cineasta cree que es necesaria una “reeducación”: “Tenemos que decirles a los niños que no pasa nada si van a ver un filme sobre una mujer protagonista, no son películas femeninas, son humanas”, sentencia. La batalla de la terminología afecta, en parte, al éxito de una película en taquilla.
Atef aprovecha para resaltar el poder de los guionistas y actores que se están manifestando en Hollywood, una huelga que ya supera los 100 días y que ha conseguido paralizar la industria. La franco-iraní, que ha vivido en Los Ángeles, habla de la escasa estabilidad que existe en un país “que lideran las empresas” y en el que “puedes acabar viviendo en el coche con tus hijos” si te echan de tu trabajo. “Que los sindicatos estén usando su fuerza y su voz para contrarrestar todo esto es increíble”, concluye.
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