El ‘consumo fantasma’ que encarece la factura: desconectar los electrodomésticos que no se usan ahorraría 64 euros al año

Concretamente, el 10% de la factura corresponde a aparatos que siempre están conectados a pesar de que no se estén utilizando

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Electrodomésticos. (Getty)
Electrodomésticos. (Getty)

Pese a que los precios de la luz han experimentado un notable descenso en comparación con el pasado año-cuando alcanzaron niveles récord como consecuencia de la guerra de Ucrania- la factura sigue siendo elevada. En épocas estivales, marcadas por las altas temperaturas, muchos consumidores se preocupan sobre cuanto o a qué temperatura hay que poner el aire acondicionado sin que se dispare el recibo. Sin embargo, hay otros gastos que no se tienen en cuenta y que también pueden marcar la diferencia.

Una familia española promedio consumo entre 3.500 y 5.700 kWh anuales. Con un precio medio de electricidad de 0,30 €/kWh, esto supone un gasto anual de entre 1.000 y 1.700 euros al año, según los cálculos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). El consumo real depende no solo de cuántos aparatos tengas en casa, sino también de cómo sean de antiguos, de su eficiencia y de la forma en que los usas.

Y es que, el 10% de la factura corresponde a aparatos que siempre están conectados a pesar de que no se estén utilizando, como microondas, cafetera, televisión, cargadores… generando lo que se denomina consumo fantasma. Pese a que se trata de un gasto eléctrico mínimo, puesto que pese a que están enchufados no están en funcionamiento, este consumo silencioso puede generar un aumento de hasta 64 euros en la factura de la luz, según los cálculos de Endesa.

El electrodoméstico que más consume en stand-by es la caldera de gas -27 kWh/año- seguida de los altavoces tipo Alexa o Google y el robot aspirador, con 26 kWh/año y 23 kWh/año, respectivamente. Así, según el análisis de la OCU, el consumo en reposo simplemente de estos tres productos supone un gasto anual de 24 euros.

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En el caso del frigorífico o congelador, si no se pueden desenchufar porque contienen algún alimento a pesar de estar de vacaciones fuera del domicilio y, por tanto, en desuso, lo que sí puede hacerse es regular el termostato para mantener el frío suficiente para la higiene y conservación de los alimentos, ya que al no abrir la puerta el frío se conserva mejor dentro y podemos subir algún grado de temperatura. Así, según los cálculos de la energética, por cada grado que se aumente, se puede ahorrar un 6% de energía.

Ahorrar en verano

De esta forma, la eficiencia energética en los hogares durante los meses de más calor es clave para encontrar un equilibrio entre el gasto en electricidad y la comodidad. Por ejemplo, un buen uso del aire acondicionado para refrigerar el hogar, o desenchufar los electrodomésticos que no se están usando, puede significar un ahorro de alrededor del 45%, según los cálculos de Endesa. Si a esto le sumamos el uso de toldos o de aislamiento térmico en las ventanas, la eficiencia aumenta todavía más.

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En este sentido, el aire acondicionado supone un tercio del gasto del hogar y por cada grado que se hace descender la temperatura el gasto aumenta en un 7%. Para esto, lo ideal es tener la temperatura a 26ºC y tener en cuenta que una diferencia de más de 12ºC con respecto al exterior no es saludable.

Además, es recomendable cerrar puertas y ventanas cuando el aire acondicionado esté funcionando para no malgastar la energía de refrigeración y limpiar el filtro. De este modo, se puede rebajar el gasto hasta un 35%. Elegir el aparato más eficiente, es decir, que enfríe mejor la vivienda con el menor gasto de energía eléctrica y de manera más ecológica, permitirá un mayor confort, ahorro y compromiso con la sostenibilidad.

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