Tal día como hoy pero de 1973 Galicia vivía su peor tragedia aérea, un accidente debido a un fallo humano del piloto que se cobró la vida de 85 personas y que sirvió para cambiar algunas normas de la aviación en España. Aquel fatídico 13 de agosto un avión de la aerolínea Aviaco que partió del aeropuerto de Barajas hacia A Coruña se estrelló antes de llegar al destino al intentar descender en medio de la niebla.
El piloto, en vez de optar por desviarse a otro aeropuerto cercano dada la escasa visibilidad, trató de aterrizar a toda costa hasta que al cuarto intento el avión se precipitó hacia el suelo y finalmente se estrelló en una zona elevada del municipio de Montrove (A Coruña) poblada de árboles. Perdieron la vida 79 pasajeros y 6 miembros de la tripulación.
“Este accidente no se debió a un fallo mecánico, sino que se produjo por la cabezonería del comandante al tratar de aterrizar hasta en cuatro ocasiones en lugar de desviarse a otro aeropuerto alternativo. En un plan de vuelo siempre se prevé que no puedas aterrizar en el aeropuerto de destino por la razón que sea y, en este caso, era el de Santiago el que estaba fijado”, dice a Infobae España el piloto de avión y divulgador de temas aeronáuticos, Pedro Carvalho.
A día de hoy, sin embargo, esa maniobra se habría llevado a cabo sin problema porque la mayoría de los aeropuertos “cuentan ya con un sistema llamado ILS categoría III que sirve para aterrizar de forma automática en condiciones de poca visibilidad, pero en aquella época con la tecnología que había era una auténtica locura tratar de hacerlo”.
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Los pilotos cobraban “recompensas”
La aviación en los años 70 en España, recuerda el experto, “era un auténtico despropósito”, con normas mucho menos estrictas que en la actualidad. De este suceso, en concreto, ni siquiera se tiene el informe oficial del siniestro de forma completa y solo existen fragmentos. En aquella época, aún bajo la dictadura de Franco en la que la transparencia brillaba por su ausencia, “no había comisión de investigación de accidentes aéreos y todo dependía del Ministerio del Aire, el equivalente al Ministerio de Defensa”, señala Carvalho, por lo que se conocían pocos detalles.
En 1973 existía, de hecho, una prima económica para los pilotos que aterrizasen en condiciones climatológicas adversas, de forma que así las compañías aéreas se ahorraban pagar gastos a los pasajeros por llevarlos a un aeropuerto alternativo. Sin embargo, a raíz del accidente aéreo de Montrove, cambiaron algunas normas, pues las aerolíneas “dejaron de premiar a los pilotos para no fomentar aterrizajes que pusieran en peligro la seguridad del pasaje”, aclara el experto.
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Los accidentes que lo cambiaron todo
Si bien la peor tragedia aérea que ha vivido Galicia sirvió para que las aerolíneas dejaran de ofrecer esas “recompensas” a los pilotos para no fomentar aterrizajes peligrosos, en realidad no fue hasta unos años después cuando realmente cambiaron las normas de aviación en España.
Los dos grandes accidentes aéreos que marcaron un antes y un después en la aeronavegación fueron el de 1977 en Los Rodeos, Tenerife, donde dos aviones chocaron en la pista provocando la muerte de 583 personas, y el que se produjo en 1983 en el aeropuerto de Madrid-Barajas cuando colisionaron, también en la pista, un avión de Iberia y otro de Aviaco, dejando 93 personas muertas.
El accidente de Los Rodeos “cambió casi todos los procedimientos a nivel mundial porque las autoridades aeronáuticas se dieron cuenta de que las normas de aviación no podían continuar de la misma forma”, mientras que el suceso de Barajas hizo que especialmente en España “se empezara a tomar en serio el tema de la escasa visibilidad” en los aeropuertos y a partir de ahí, añade Carvalho, se instaló “un sistema de radar de tierra para que los controladores aéreos pudieran saber en todo momento dónde estaban los aviones”.
“Los años 70 y 80 fueron una época en la que se produjeron muchos accidentes de aviación en el mundo y, a partir de que se empezaron a tomar en serio las investigaciones de esos incidentes, es cuando la seguridad aérea empezó a mejorar. Ahora volar es mucho más seguro”, concluye el experto.
De hecho, España no ha vuelto a tener un accidente aéreo mortal desde el 2008, cuando un avión de Spanair se estrelló en Barajas con 154 personas a bordo, mientras que otras 18 pudieron salvarse.
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