La decisión del gobierno italiano de establecer un nuevo tributo a los bancos ha sacado a la palestra las consecuencias que el impuesto extraordinario temporal a la banca española, aprobado el año pasado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, ha tenido en los resultados del primer semestre del año de los bancos que cotizan en el IBEX-35.
Así, entre enero y julio, el Top 6 de la banca española —Santander, BBVA, CaixaBank, Bankinter, Sabadell y Unicaja Banco— sumó un beneficio neto conjunto de 12.386 millones de euros, lo que supone casi un 21% más que en el mismo periodo del año pasado debido a la mejora de sus márgenes. No obstante, estas cifras podrían haber sido del 32% si no se hubieran visto mermadas por el impuesto extraordinario a la banca por el que han tributado 1.120 millones de euros.
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CaixaBank ha sido la entidad que más ha aportado a las arcas del Estado por este impuesto, 373 millones de euros, seguida por Santander y BBVA, con 224 millones; Sabadell, con 157 millones; Bankinter, con 77 millones, y Unicaja, con 64 millones.
El recorte en los resultados bancarios generado por el impuesto temporal continuará en el segundo semestre del año y su recaudación “equivaldrá previsiblemente en 2023 a un importe igual al 5% del resultado neto consolidado de 2022″, según ha adelantado el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
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Un tributo temporal que se puede ampliar
El impuesto grava con el 4,8% los intereses y comisiones de los bancos que hayan facturado más de 800 millones en 2019, año previo a la pandemia. Esto es, los seis que cotizan en el IBEX-35. Con él, el gobierno proyecta recaudar 3.000 millones de euros en dos años.
El Ejecutivo justificó su aprobación debido a los beneficios extraordinarios que los bancos han tenido tras la subida de los tipos de interés iniciada por el Banco Central Europeo en julio del año pasado para frenar la inflación.
Argumento que critica la banca, por lo que ha presentado en los tribunales recursos contra el impuesto con el objetivo de impugnarlo. Según fuentes de la Asociación Española de la Banca, se trata de “una medida que entorpecerá la recuperación económica y la creación de empleo, en un contexto de incremento de los precios y de tensiones geopolíticas”. Además cree que “afecta a las decisiones de crédito y riesgo de las entidades y a su capacidad competitiva en el mercado único europeo”.
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Los responsables de las entidades también critican el tributo. El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, cree que “no tiene sentido” y que puede perjudicar a la economía , ya que “un país económicamente fuerte tiene que tener una banca sana, rentable y que apoye al crecimiento”. A su juicio, “todo lo que hagamos que no sea así termina no siendo bueno para la economía”.
Este impuesto, que se estableció para 2022 y 2023, es “muy probable que siga en vigor pasado este año”, aseguran los analistas, entre ellos Nuria Álvarez, de Renta 4. Considera que la permanencia del impuesto más allá de 2023 afectará negativamente a la banca, como ya pasó cuando se anunció su implantación, que “produjo una caída en bolsa de los bancos”.
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Un desplome que se ha repetido esta semana en los bancos que cotizan en la bolsa europea tras el anuncio del Gobierno italiano de la aprobación de un nuevo impuesto sobre los beneficios extraordinarios de la banca. La noticia mermó la capitalización de los bancos en 10.000 millones de euros, lo que obligó a recular al gobierno de Giorgia Meloni y, tras señalar que el nuevo tributo gravaría el 40% del margen de interés neto de las entidades, 24 horas después matizó en un comunicado que no podrá superar el 0,1% de los activos totales de los bancos.
Los verdaderos paganos del impuesto
Los analistas consideran que este gravamen no perjudica solo a los bancos, ya que “este tipo de medidas las acaban pagando los clientes de las entidades porque el coste del crédito aumentará”, señala Nuria Álvares, para quien se trata de “iniciativas peligrosas por las consecuencias que pueden generar”. Entre ellas, “reducir entre un 20% y un 25% los beneficios netos de la banca”.
También Diego Morín, analista de IG, advierte que este impuesto supone “un lastre para los resultados de los bancos, ya que se come una parte importante de sus beneficios”.
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