Vox juega con el PP de Feijóo: estira el bloqueo en Murcia mientras regala a conciencia sus votos en el Congreso

Santiago Abascal se abre a respaldar una investidura del PP sin pedir ministerios, sabiendo que será prácticamente imposible sacarla adelante. En las comunidades donde han pactado, Vox siempre ha exigido su cuota de poder

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Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, en la fiesta del Albariño. (Elena Fernández/Europa Press)
Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, en la fiesta del Albariño. (Elena Fernández/Europa Press)

Este domingo, en plena batalla por el Gobierno de Murcia, Vox ha abierto la puerta a respaldar una hipotética investidura de Alberto Núñez Feijóo sin exigir nada a cambio. La extrema derecha ha emitido un comunicado para anunciar oficialmente que pone sus 33 diputados a disposición del Partido Popular. El pretexto es evitar que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente con el apoyo de “quienes pretenden destruir los fundamentos de la Constitución”. Los de Santiago Abascal se comprometen a regalar sus votos sin entrar en el Gobierno. Con este movimiento, el PP se quita de encima la presión de negociar bajo la sombra de Vox, sin embargo, siguen sin salir las cuentas. Al margen de UPN, ningún otro partido con representación parlamentaria ha manifestado su intención de aupar un Ejecutivo popular. La situación es una especie de callejón sin salida para un Feijóo que ahora sí parece obligado a acudir a la investidura.

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El futuro de España no puede estar en manos de sus enemigos”, reza la nota de prensa. El partido no oculta su “preocupación” por el rumbo del país, de modo que “no será la excusa ni el impedimento” para dilatar la presencia de la izquierda en la Moncloa. La postura de Vox choca de lleno con sus exigencias en las comunidades donde ha pactado acuerdos de gobierno con el PP tras las elecciones del pasado 28M. La extrema derecha se mostró inamovible a la hora de exigir su cuota de poder en los Ejecutivos de Castilla y León, Comunidad Valenciana y Extremadura. Un listado al que esta semana se ha sumado también Aragón.

Santiago Abascal durante un acto de campaña en Zaragoza. (Marcos Cebrián / Europa Press)
Santiago Abascal durante un acto de campaña en Zaragoza. (Marcos Cebrián / Europa Press)

El último partido se juega en Murcia. Fernando López Mirás tiene poco más de un mes para llegar a un acuerdo con la ultraderecha si quiere evitar la repetición electoral. Precisamente, el motivo de la discordia en la región no es otro que el reparto de asientos en el Gobierno autonómico. Vox reclama la vicepresidencia y dos consejerías, un peaje que los populares no están dispuestos a pagar. Tras dos meses de negociaciones, la actual situación de bloqueo tiene los días contados. El 7 de septiembre es la fecha límite para sacar adelante la investidura, de lo contrario, los murcianos tendrán en octubre una nueva cita con las urnas.

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Vox ha descartado un posible Gobierno en solitario del Partido Popular en la comunidad, justo el mismo día en el que anunciaba su intención de permitirlo en España. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha recogido el guante de Vox calificando su nueva postura de “avance en el ámbito del constitucionalismo”. Sin embargo, la extrema derecha sabe que su oferta tiene todas las papeletas para caer en saco roto. El PP podría sumar, como mucho, 171 votos con el de Vox, UPN y Coalición Canaria, aunque este último grupo todavía no ha terminado de aclarar su posición. En cualquier caso, los populares siguen necesitando el beneplácito del PNV, pese a que los vascos han rechazado cualquier negociación.

El partido de Santiago Abascal juega con la posibilidad de apoyar una investidura que, salvo sorpresas de última hora, está abocada al fracaso. Vox se compromete a secundarla sin pedir ministerios a cambio, aunque en otros territorios la extrema derecha no ha parado hasta llevar al papel sus exigencias programáticas y conseguir varias sillas. Un cambio de estrategia que, para muchos, sólo tiene una lectura: Vox quiere mostrarse como un partido comprometido con la gobernabilidad del país para seducir a su potencial electorado de cara a una posible repetición electoral.

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