El 23-J está resuelto, o casi, y le siguen dos batallas no menores. La primera, por la Presidencia y la Mesa del Congreso de los Diputados. Después, la investidura. La de la Presidencia y la Mesa queda resuelta el 17 de agosto, jueves, cuando se vota y queda constituida la Cámara Baja y el que es su órgano rector y de representación colegiada.
Antes de explicar cómo se elige conviene concretar que la Mesa del Congreso está integrada por el presidente, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios, es decir nueve miembros. Lo idóneo es que el reparto de fuerzas en el hemiciclo derivado de las urnas se replique en este órgano, pero puede no ocurrir.
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A la Mesa le corresponde el gobierno y organización del trabajo parlamentario. Sus componentes asumen la elaboración del presupuesto del Congreso y control de su ejecución, la ordenación de gastos y diversas competencias en materia de personal, así como la calificación sobre los escritos, la decisión sobre su admisibilidad o cómo procede su tramitación.
La Mesa, establece con claridad el reglamento, está “asistida y asesorada por el secretario general”. La Secretaría General, recoge la web del Congreso, “engloba los distintos servicios administrativos y técnicos de la Cámara, desempeñados por funcionarios. (...) Más concretamente, presta su asesoramiento jurídico y técnico, facilita distintas prestaciones y organiza los medios materiales y humanos precisos para que la Cámara pueda reunirse y ejercer sus funciones”.
La Secretaría General está dirigida por el citado secretario general, nombrado por la Mesa a propuesta de su presidente entre los letrados de las Cortes Generales con más de cinco años de servicio.
Votación para la Mesa del Congreso
La elección de la Mesa viene recogida con detalle en el Reglamento del Congreso, en el Título III, artículos 36, 37 y 38, que dicen lo siguiente:
Artículo 36
1. El Pleno elegirá a los miembros de la Mesa en la sesión constitutiva del Congreso.
2. Se procederá a nueva elección de los miembros de la Mesa cuando las sentencias recaídas en los recursos contencioso-electorales supusieran cambio en la titularidad de más del diez por ciento de los escaños. Dicha elección tendrá lugar una vez que los nuevos Diputados hayan adquirido la plena condición de tales.
Artículo 37
1. En la elección del Presidente, cada Diputado escribirá sólo un nombre en la papeleta. Resultará elegido el que obtenga el voto de la mayoría absoluta de los miembros de la Cámara. Si ninguno obtuviera en primera votación dicha mayoría, se repetirá la elección entre los que hayan alcanzado las dos mayores votaciones y resultará elegido el que obtenga más votos.
2. Los cuatro Vicepresidentes se elegirán simultáneamente. Cada Diputado escribirá sólo un nombre en la papeleta. Resultarán elegidos, por orden sucesivo, los cuatro que obtengan mayor número de votos. En la misma forma serán elegidos los cuatro Secretarios.
3. Si en alguna votación se produjere empate, se celebrarán sucesivas votaciones entre los candidatos igualados en votos hasta que el empate quede dirimido.
Artículo 38
Las vacantes que se produzcan en la Mesa durante la legislatura serán cubiertas por elección del Pleno en la forma establecida en el artículo anterior, adaptado en sus previsiones a la realidad de las vacantes a cubrir.
Los pactos de investidura
Lo anteriormente descrito sucederá el mencionado jueves 17 de agosto, a partir de las 10:00 horas de la mañana, iniciándose la XV Legislatura. Será una vez los diputados hayan tomado posesión de sus cargos cuando voten a los miembros del gobierno de la Cámara. El presidente o presidenta (la legislatura que expira lo ha sido la socialista Meritxell Batet) se dirigirá al día siguiente, viernes 18 de agosto, al Palacio de la Zarzuela a informar a Felipe VI de la composición del parlamento. Posteriormente, el jefe del Estado se reunirá con representantes de los distintos grupos para sondear los apoyos en este caso de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo de cara a encomendar la formación de gobierno.
Pero esa ronda de consultas ya vendrá marcada por cómo se ha resuelto la Mesa. Los partidos ya habrán mostrado sus cartas. Sobre esto se pronunció recientemente el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias: “En la negociación de la Mesa del Congreso, que será muy pronto, empezaremos a ver cómo se mueven los múltiples actores del bloque plurinacional. ¿La Presidencia del Congreso será de un miembro del PSOE? Pues no tendría por qué”. En efecto, el PP puede jugar bien sus cartas y hacerse con el puesto.
En este momento, ni PSOE ni PP (que ganó las elecciones) pueden dar por segura la Presidencia de las Cortes, pero los socialistas tienen más a favor. Solo el desmarque de nacionalistas daría el cargo al PP, que ya lo tiene garantizado en el Senado. Más compleja se presume la votación de los vicepresidentes y secretarios, donde los partidos suelen hacerse o devolver favores. La atención aquí no reside tanto en los nombres como en el equilibrio entre los bloques, que determinarán a su vez el color de decisiones trascendentes de la Cámara a lo largo de la legislatura. Izquierda y derecha ansían mayoría. Estos cuatro años ha sido progresista: cinco sillones para PSOE y Unidas Podemos, cuatro para PP y Vox.
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Ocurre que Vox ha perdido 19 escaños y sus opciones pasan por que el PP, en esa votación de vicepresidentes y secretarios, esté por la labor. Con gobiernos como el de la Región de Murcia aún en el aire -dando por imposible la investidura de Núñez Feijóo-, no es descartable ningún escenario. Ese equilibrio final marca el calendario de trabajo de la Cámara, las prioridades; decisiones tan sensibles como la interpretación del reglamento o la pertinencia o no de las comisiones de investigación.
Una Presidencia del PSOE, presumiblemente de Batet, significaría que ha habido sintonía de los socialistas con las distintas formaciones con las que debiera llegar a un acuerdo para la continuidad de Pedro Sánchez en Moncloa. En caso contrario, y podría suceder precisamente para presionar a Sánchez y endurecer los términos y el clima de la negociación, el desconcierto. No ha dejado de estar abierta la posibilidad de una repetición electoral.
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