Una de las lecturas de los resultados del PP del 23-J tiene que ver con Vox. Los pactos de coalición autonómicos y municipales han hecho daño a través de las reprobaciones de la izquierda durante la campaña. De hecho, el PP comenzó su andadura electoral a las generales con un plan para retrasar todos los pactos autonómicos, que al final no salió adelante porque no pudo contenerlos. Solo dos gobiernos regionales aguantaron el tira y afloja de las negociaciones para no cerrarse: Aragón y Murcia.
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Tras el acuerdo de coalición de Aragón, sellado este mismo viernes, solo queda Murcia por delante. La baronía de Fernando López Miras ha sido de gran utilidad durante la campaña: ha mantenido las distancias con Vox y, de hecho, la escenificación del fracaso de la investidura de Miras ha servido como colchón argumental para el debate cara a cara entre Feijóo y Pedro Sánchez. Pero el contador ya se ha puesto en marcha, y al líder murciano le quedan poco más de 30 días para alcanzar un acuerdo con la extrema derecha, al que se ha negado hasta la saciedad.
Hay varios problemas que enfangan el camino de Feijóo hacia la Moncloa, aunque su relevancia depende del primero, que es tan evidente como determinante: no tiene los apoyos suficientes. Con todo, el PP no puede descuidar la estrategia dado que todos los escenarios son posibles a estas alturas. En el caso de que, finalmente, se presentase a una investidura, cabe la posibilidad de que coincida con la última semana que tiene López Miras para presentarse a la suya. Dos investiduras fallidas en tan poco tiempo y sin descartar una repetición electoral es un precio bastante alto a pagar por un enredo en Murcia con tintes personalistas.
El pasado marca el presente
Y es que, como reconocen ambos partidos, las relaciones en Murcia no se asientan sobre los mismos pilares que en otras comunidades autónomas. Hay que recordar el pasado de ambos, que se remonta al año 2020, cuando Vox expulsó a tres de sus diputados autonómicos por una disputa interna con la dirección nacional. Un año después, López Miras alcanzó un acuerdo con ellos que evitó que saliese mal parado de una moción de censura presentada en marzo de 2021 por PSOE y Ciudadanos. Como parte del pacto, introdujo a uno de ellos en el gobierno, a la diputada Mabel Campuzano, a la que acabó cesando en enero de este año, a pocos meses de las elecciones.
blockquote class="twitter-tweet">✅ El PP de Aragón ha entendido el mandato de las urnas, no así López Miras que veta continuamente a VOX en la Región de Murcia, y niega a los murcianos un Gobierno serio y estable para los próximos cuatro años.
— VOX Murcia (@Vox_Murcia) August 4, 2023
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Con estos antecedentes, los pactos son complicados: López Miras se reafirma, y asevera que no meterá a Vox en su eventual gobierno, mientras que la extrema derecha insiste en pedir una vicepresidencia y dos consejerías. Nadie, de momento, rebaja los costes. Además, la aritmética tampoco ayuda. El PP murciano se quedó a solo dos escaños de la mayoría absoluta y suma más que toda la izquierda junta, por lo que no necesitaría del apoyo explícito de Vox en la votación de investidura, sino de su abstención, es decir, de que Vox “no votase lo mismo que la izquierda”, como recalca el partido de López Miras.
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Vox, por supuesto, no lo ve así. Para ellos, las urnas han dispuesto un escenario en el que ambos partidos están condenados a entenderse, y eso pasa, a su juicio, por un gobierno de coalición. Ya amenazaron con lo que son capaces de hacer en dos ocasiones, bloqueando ambas investiduras de López Miras. La cuerda se puede tensar hasta el límite de llegar a una repetición electoral.
Esto abriría otro escenario tanto a nivel autonómico como nacional. La primera repetición electoral tras los duros procesos electorales celebrados este año, pero quizás no la última. Si el PP y Vox no se entienden y se repiten elecciones en Murcia, esto se puede traducir de diversas maneras. Por ejemplo, en que la dinámica entre los partidos empeore de cara a la investidura de Feijóo (si esta se produce después). Además, podría juntarse una repetición electoral de las generales con las autonómicas de Murcia o, si el PP al final se queda en la oposición durante esta legislatura, Murcia podría acabar siendo el broche final de unas inestables relaciones entre los dos partidos de la derecha. Todo se descubrirá en los próximos 30 días.
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