España, a cuartos de final del Mundial femenino por primera vez tras una exhibición ante Suiza

La selección cuajó su mejor partido del torneo cuando mayores eran las dudas, rompiendo el encuentro en una primera parte soberbia y con Aitana Bonmatí como gran referente (1-5)

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Las españolas celebran uno de
Las españolas celebran uno de los goles ante Suiza (REUTERS/David Rowland)

Una vez más, Nietzsche tenía razón: lo que no te mata, te hace más fuerte. El batacazo español había sido de aúpa ante Japón y el escepticismo estaba por las nubes antes de los octavos de final del Mundial femenino de fútbol. Sin embargo, el hambre lo pudo todo ante la oportunidad de hacer historia y colarse entre las ocho mejores selecciones del planeta. Suiza pagó los platos rotos y ni siquiera se aproximó a una selección radicalmente distinta a la que se estrelló en el cierre de la fase de grupos: incisiva, que sí supo darle sentido a la posesión y, como en buena parte de este campeonato, goleadora (1-5).

Aitana Bonmatí fue la brújula que señaló el camino de la victoria. Hace unos meses, ni siquiera estaba previsto que viajase al torneo. Ahora nada se entendería sin su presencia en el mismo. Apenas cinco minutos bastaron para aclarar que España iba a ser todo lo ambiciosa que no pudo ni supo ser en el harakiri previo. Salma Paralluelo puso un centro envenenado desde la banda, Alba Redondo acarició el gol por centímetros y, en el rechace, la gran jugona de este equipo no perdonó.

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Nada iba a desviar a las chicas de Jorge Vilda de su hoja de ruta. Ni siquiera un pase atrás erróneo de Laia Codina que acabó convirtiéndose en un tanto en propia puerta (1-1 en el 11). En el 17, se volvía a comandar el marcador gracias a la diana que se le había escapado antes a Redondo. Con un gol de cabeza, los corazones de sus compañeras y de todos los valientes que se decidieron a madrugar este sábado volvieron a estar plenamente arriba.

Corro de España tras la
Corro de España tras la victoria (REUTERS/Molly Darlington)

No quedaba ya ni rastro de la apatía del partido anterior. Nada más lejos de la realidad: a España le sobraba alegría por todos los costados. Aumentar la renta era cuestión de tiempo, como demostró Bonmatí en una jugada digna de la exhibición de las suyas: tras otro servicio de escándalo de Paralluelo, la jugadora del Barça se tomó su tiempo para recoger la pelota, cambiársela de pierna y, con la zurda, consumar el 1-3.

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En la primera mitad, aún habría tiempo para que la debutante Codina se redimiese del fallo que amenazó con dar alas a las helvéticas. El 1-4 llevó su firma, aprovechando un balón suelto en el área pequeña a la salida de un córner. Al descanso, todo quedaba ya visto para sentencia: un auténtico vendaval español asoló Auckland.

Hermoso se suma a la fiesta

Arriesgar no pudo salirle mejor a Vilda, que decidió liarse la manta a la cabeza y realizar hasta cinco cambios con respecto a la alineación del naufragio nipón. Surtió efecto: nadie había conseguido marcar ni un solo gol a Suiza hasta que el acoso y derribo español, con una verticalidad portentosa, fue demasiado para Gaëlle Thalmann.

La guardameta del Betis no encajó una diana de Esther González, una de las futbolistas que más difícil se lo ha puesto durante su periplo español. Sin embargo, aún tuvo que aguantar una celebración más de La Roja en la segunda parte. Y pudo dar gracias de que el repaso no fuese aún mayor, porque la intensidad no bajó ni un ápice.

Aitana Bonmatí en acción (REUTERS/David
Aitana Bonmatí en acción (REUTERS/David Rowland)

Fue Jenni Hermoso quien completó la tarea en el 70. Los desajustes defensivos que tan caro costaron a España hace unos días le favorecieron en esta ocasión. Suiza dudó, perdió la bola y el 1-5 fue cuestión de segundos. Hasta el viernes habrá que esperar para luchar por un puesto en semifinales con el vencedor del Países Bajos-Sudáfrica. Entretanto, la candidatura mundialista, en un evento tan abierto como el que nos ocupa, vuelve a estar ahí después de que subirse al carro llegase a parecer un salto de fe. La que quieren ganarse las nuestras a raíz de este golpe sobre la mesa.

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