España recibió 37,5 millones de turistas internacionales en los seis primeros meses de 2023, 676.487 menos que en el mismo periodo de 2019. Pese a no recuperar el número de viajeros previo a la pandemia, sí se ha conseguido ingresar más porque el gasto que han dejado es un 14,3% superior. Detrás de este dato está el acelerón de los precios de los distintos servicios turísticos, que crecen muy por encima del resto de productos y servicios, y una ligera transformación de la demanda, con más turistas que prefieren hoteles más caros.
Los índices de precios que publica el INE revelan que, en lo que va de año, los precios de los servicios de alojamiento crecieron un 20,9%, mientras que el índice general aumentó en un 2,2%, lo que supone 9,5 veces más y encabezar la lista de subidas de precios. Dentro de esta agrupación, los precios de los hoteles, hostales, pensiones y servicios de alojamiento similares acumulan un aumento del 29,6% en la primera mitad del año. En contraste, los alojamientos en campings y albergues crecen mucho menos (5,7%).
El segundo subgrupo que más se encarece son los paquetes turísticos, un 10,6%, y contrasta con otros productos, como los alimentos, que acumulan una inflación del 4,3% en los seis primeros meses. La foto la completa el transporte aéreo de pasajeros, con una inflación acumulada en el año del 13,1%. Cabe destacar la inflación acumulada en 2023 se ha calculado con la variación entre los índices de diciembre y de junio, no de enero y junio, ya que el dato corresponde al último día del mes y el INE explica que esta es la cuenta correcta.
Los precios de los servicios de alojamiento y los paquetes turísticos se desplomaron en 2020 por la pandemia, cayendo por debajo de los de 2019. Repuntaron a partir del verano de 2021 y a las puertas del verano de 2023, en junio, marcan su máximo histórico, que seguramente será superado en julio y agosto. De hecho, el avance de datos del IPC de julio ya adelanta que los paquetes turísticos son, junto con los carburantes, los componentes que más aportan al repunte de la inflación al 2,3%.
Si se compara el índice de junio de 2023 con el de 2019, los alimentos son los productos que más se han encarecido (29,5%), seguidos de las bebidas no alcohólicas (28,4%). En tercer y cuarto lugar se sitúan los paquetes turísticos (25,9%) y los servicios de alojamiento (23,2%). Desde la Alianza Turística Exceltur, que engloba a empresas como Meliá, NH, Iberia o Renfe, argumentan en su informe de perspectivas de julio que la “mejora de resultados” de las empresas turísticas no se debe a un aumento de los márgenes empresariales. Apuntan a un crecimiento acumulado de los costes (financieros, laborales, carburantes, electricidad, gas y suministros) y a “una mayor rotación y volumen de ventas”.
A esto contribuye lo constatado por la encuesta de ocupación hotelera del INE: los viajeros que se alojan en hoteles de cuatro y cinco estrellas crecen y suman 6,2 millones en junio (eran 5,9 en 2019), mientras que los de tres estrellas descienden un 4,8% y son tres millones. En el resto de establecimientos de menor calificación se alojaron 2,3 millones y no tienen grandes variaciones respecto a 2019. En línea con esto y con la inflación descrita, el gasto medio por turista extranjero y día ha pasado de 155 euros en junio de 2019 a 188 en junio de este año.
Peores datos de inflación en los próximos meses
La inflación interanual cayó en junio por debajo del 2%, hasta el 1,9%, por primera vez en más de dos años. Esto se debió a la moderación del precio de los alimentos, los carburantes y la electricidad al comparar con el mismo mes del año 2022. Sin embargo, volvió a subir al 2,3% en julio impulsada, en gran medida, por los productos turísticos, como ya sucedió en junio (fueron el componente que más contribuyó al índice general en el sexto mes del año).
Además, los precios seguirán subiendo en lo que queda de 2022 a ritmos más acelerados. El Banco de España pronostica una inflación promedio del 3,2% para 2023, pero por el momento solo es del 2,2%. Si la predicción se cumpliera, habría datos más elevados en la segunda parte del año que en la primera. Esto es algo factible no solo por la evolución alcista que puedan tener algunos componentes, como los asociados al turismo, sino por el “efecto base” derivado de que las bajadas de los precios de la energía a partir de julio de 2022 fueron mayores que las que se van a producir este año.
A más largo plazo, el supervisor bancario español prevé una inflación del 3,6% para 2024. Esto sería consecuencia de la desaparición prevista de las medidas desplegadas para paliar la crisis inflacionista y energética, como la rebaja del IVA de los alimentos, de la electricidad y del gas. Bajo los supuestos de su ejercicio, la inflación general no conseguiría bajar del umbral del 2% que busca el BCE hasta 2025, cuando alcanzaría el 1,8%.
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