La muerte de Mario Biondo vuelve a estar de plena actualidad por el polémico estreno de la docuserie de Netflix cuando se cumple una década del trágico fallecimiento del cámara italiano. El cadáver del primer marido de Raquel Sánchez Silva fue hallado en su domicilio de Madrid, colgado de una estantería, el 30 de mayo de 2013, una traumática experiencia tras la que la presentadora decidió abandonar la vivienda, que desde 2021 cuenta con unos nuevos inquilinos.
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Raquel compró esta casa en el año 2010 por unos 360.000 euros. Se trata de un piso de 118 metros cuadrados situado en pleno Madrid de los Austrias, junto al Barrio de las Letras. Tras la muerte de Mario, la extremeña no quiso revivir cada día aquella tragedia y se negó a seguir viviendo bajo el techo en el que su pareja había perdido la vida, por lo que abandonó el hogar y puso la propiedad en alquiler.
La trascendencia mediática del caso Biondo no ayudaría a encontrar inquilino, por lo que Sánchez Silva ofreció el apartamento a un amigo por 1.000 euros al mes como sede para su agencia, según desvela ahora Semana. Sin embargo, la pandemia truncaría el negocio y el piso volvería a quedarse vacío.
Nuevos inquilinos
En 2021, la suerte de Raquel cambiaría y la vivienda encontraría nuevos inquilinos. De nuevo, un negocio se fijó en esta céntrica propiedad para instalarse. Se trata del centro Mokusan Dojo Zen, un lugar de meditación que practica la técnica grupal del Zazen.
La escuela fue fundada en 1991 por Bárbara Kosen, la primera monja zen. En la web del centro se define el Zazen como “la esencia silenciosa de la práctica del Zen, es la acción inmóvil que va a influenciar la concentración y la observación de nuestras acciones de la vida cotidiana. Así, la Vía del Despertar del Buda puede establecerse en nuestra vida que a veces es confusa, complicada o desgraciada”.
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“Seguir los horarios, concentrarse en las acciones básicas de cómo andar o cómo sentarse permite encontrar de nuevo la dignidad natural del ser humano, a menudo escondida por el condicionamiento de la vida pasada”, explican.
Curiosamente, los nuevos arrendatarios no conocían el drama que había acontecido en esa vivienda antes de su llegada. Así lo confesaron a El Español, aunque aseguraron que en el lugar hay buena energía y ni rastro de fantasmas.
Tal y como se aprecia en las imágenes actuales de la vivienda, poco queda de aquel apartamento en el que Raquel y Mario vivieron sus años de amor hasta el inesperado y triste desenlace. Las estancias han sido completamente desmanteladas y el mobiliario brilla por su ausencia, salvo por los tatamis del suelo o el monolito sobre el que reposan figuras de Buda, una orquídea y una fotografía de la fundadora.
Los motivos budistas están presentes en toda la decoración de la estancia, que cuenta con varios balcones por los que entra la luz natural mientras los asistentes meditan sentados en el suelo, en la posición de loto y mirando a las paredes.
Pese a que el caso Biondo vuelva a estar en el centro del foco mediático, los nuevos arrendatarios huyen de la expectación y evitan hacer declaraciones al respecto de esta historia, aunque se muestran dispuestos a continuar con sus sesiones de meditación en el piso, por el cual pagan 2.000 euros mensuales a Raquel Sánchez Silva.
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