España y Portugal tienen muchas cosas en común. Una de ellas, quizás la más llamativa, es el pueblo cuyos habitantes cuentan con doble nacionalidad, la española y la portuguesa. Se trata de Olivenza, una localidad situada en la provincia de Badajoz en la que viven unos 12.000 habitantes, y que se encuentra a tan solo diez kilómetros del río Guadiana, en uno de los lugares en los que este hace de frontera natural entre los dos países.
La unión de las dos culturas se palpa por todas partes, en las calles, la gastronomía, los monumentos, e incluso en el habla. Los más ancianos del municipio, utilizan un dialecto propio del idioma portugués, que las nuevas generaciones ya han perdido. El nombre de las calles está rotulado en castellano y luso. Además, en las iglesias y construcciones más antiguas, saltan a la vista los llamativos azulejos típicamente portugueses
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Portugueses durante cinco siglos
El poso portugués en el municipio pacense no se debe a la cercanía, sino a que Olivenza perteneció a Portugal desde el año 1297 hasta 1801. En un principio, la comarca en la que se encuentra el pueblo y que toma el mismo nombre, pertenecía a la Corona de Castilla, pero aprovechando las guerras civiles en Castilla y León, el rey de Portugal acordó con la reina regente castellana la entrega de tierras fronterizas a Portugal (entre ellas Olivenza) a cambio de no apoyar a sus enemigos.
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No fue hasta 1801, cuando cambiaría de nuevo el país de pertenencia. Napoleón, aliado de España, mandó invadir Portugal, aliada de Inglaterra. Y tras una breve campaña (y a espaldas de Napoleón), España y Portugal firmaron el Tratado de Badajoz, por el que se devolvía la comarca. Fue entonces cuando se fijó la frontera en el Guadiana.
Desde entonces, ha habido un debate sobre a cuál de los dos países debería pertenecer el pueblo en Portugal, donde hay una corriente política que reivindica este territorio, argumentando que el Tratado de Badajoz fue injusto. Sin embargo, para los estados implicados el tema está cerrado y no alimentan el conflicto. Al contrario, los oliventinos nacidos antes de 1980 se les reconoció recientemente la doble nacionalidad y en las elecciones generales lusas de 2019 pudieron votar.
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Unas calles llenas de encanto
Olivenza, a tan solo 25 kilómetros de la capital provincial, es un pueblo con historia, pero también con mucha belleza en sus calles. La mezcla de las dos culturas ha dejado unos pasos propios de la Semana Santa Portuguesa más tradicional.
Los pasos son pequeños altares situados en algunas de las calles de Olivenza. Están relacionados con el Domingo de Pasos (Domingo de Pasión) en que la imagen del patrono, el Señor de los Pasos (nazareno que se venera en Santa Mª Magdalena) recorre en procesión el camino del Calvario. Representan los últimos vestigios de la herencia del pasado luso de la ciudad y su Semana Santa. Se desconoce la antigüedad y el autor de estas pequeñas capillas, aunque por su forma exterior podrían datarse en el siglo XVIII.
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