Cruzar medio mundo para identificar el cadáver de tu amigo muerto y terminar enfrentándote al crimen organizado de las favelas de Río de Janeiro. De perdidos a Río, la nueva comedia de Joaquín Mazón, se prepara para enfrentarse al fenómeno Barbenheimer (la fusión nominal de Barbie y Oppenheimer) con una premisa macarra y “diferencial” con respecto a otras cintas del mismo género.
En palabras de su director a Infobae España, esta comedia “de aventuras” lleva a sus protagonistas a “un underground peligroso para que encuentren su lugar en el mundo”. “Había que llevarles al otro lado del planeta para que no tuviesen posibilidades de escaparse por ningún lado”, indica.
Para el cineasta, uno de los elementos más importantes del filme, y que calibra el resto de piezas, es su reparto coral. Sus protagonistas, interpretados por Pablo Chiapella, Carlos Santos, Fran Perea y Esther Acebo, han de atravesar todo tipo de obstáculos que les harán replantearse, no sólo su existencia, también todo aquello qué están dispuestos a hacer en el nombre de la amistad y la bondad.
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“Hemos perdido la poca juventud que nos quedaba”, expresa irónico Santos a este medio. “Ha sido una aventura a nivel personal y laboral”, añade Chiapella, que llevaba metido en el proyecto desde hace cuatro años y ha destacado el “cambio radical” que ha sufrido el guion con respecto a la primera vez que le ofrecieron la película. “Mazón ha sabido trabajar muy bien los personajes y tratar las cosas que había que tocar con mayor sutileza”, explica el actor.
Para Acebo, el contrapunto del grupo en la película, De perdidos a Río ha sido “un viajazo” en todos los sentidos, también en su interpretación más turística. “A veces siento que, en esta profesión, sufrimos muchísimo para preparar los personajes, pero en este proyecto, cuanto más dispuesto estabas a entrar en el juego y el disfrute, mejor funcionaba todo”.
La premisa principal de la película dirigida por Joaquín Mazón nace de un acto altruista de amistad que muta en aventura trascendental. Para Chiapella, “un buen amigo es el que te acepta tal y como eres”, incluso si éste te obliga a viajar a Brasil para realizar trámites burocráticos relacionados con la muerte. “Por suerte, tengo amigos de toda la vida y lo mejor que he hecho por ellos es transitar por lugares donde jamás hubiera transitado”, indica. Para su compañera de reparto, una buena amistad se basa en la “lealtad”, en ese intercambio de buenos y malos consejos, “incluso en los momentos en los que sabes que la estáis cagando”.
Los límites de la comedia y la censura
En una coyuntura en la que la comedia ha de pasar unos filtros y un revisionado concreto para evitar caer en la bandeja de la cancelación, De perdidos a Río también pasó varias pruebas, y lecturas de guion, para perfilar ciertas bromas con las que sus actores no estaban del todo cómodos.
“Creo que todos, al leer el guion, tuvimos un momento de rechinar un poquito los dientes y pensar ‘ay, ay, ay igual este es un chiste poco afortunado’”, indica la intérprete, que pone en valor la primera reunión que tuvieron con el director y en la que “reconducimos y reconstruimos algunas bromas que, por ejemplo, podían ser homófobas”.
Lo mismo pensó su compañero Santos, que en la primera lectura de guion no terminó de casar con el personaje al que tenía que interpretar. “Me desagradaba mucho”, indica. “Afortunadamente”, y como ocurre con el resto de protagonistas de la comedia que llega este viernes a las salas de cine, “pude llevar a este gañán a los límites que me dio la gana porque todo es una fachada, un escudo” del viaje que emprenden en Río de Janeiro. “A veces hay que saber muy bien de quién te rodeas y cómo para asegurarte de que la comedia que estás haciendo es la que tú quieres contar”, concluye Chiapella sobre este tema.
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Más allá de los pensamientos intrusivos y los límites del humor patentados en redes sociales, la censura se ha convertido en algo más que un miedo. Vox lleva varios meses cancelando, en las provincias españolas en las que ha conseguido gobernar tras las elecciones municipales, obras de teatro, proyecciones de películas en las que aparecen besos de parejas homosexuales o, incluso, eliminando las banderas arcoíris de sus balcones.
“Ha sido el día de Elecciones Generales que más terror he tenido”, indica Acebo sobre la jornada del 23-J. En el gremio de la interpretación, y en la industria audiovisual en general, “seguimos estas cancelaciones con preocupación” porque que en el año 2023 “se cancele una obra de teatro de Ana Belén o Lightyear en un cine de verano era algo que parecía impensable”, afirma su compañero Santos.
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