Esta semana los reyes Felipe y Letizia llegaban a Mallorca acompañados de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, para dar comienzo a lo que ya es una tradición, pasar unos días en la isla que combinan trabajo y ocio. Aunque la Reina llegó a admitir hace unos años que para ella estar en Baleares significaba de todo menos vacaciones, el paso del tiempo parece haber suavizado su actitud y cada vez se muestra más relajada cuando recorre sus calles.
Durante los días que pasan en las Islas Baleares todos ellos -además del resto de la Familia del Rey que pueda también acudir- se alojan en el Palacio de Marivent. Un edificio icónico que les fue cedido en los años 70 por el gobierno balear y que los Borbón han convertido en una segunda residencia en la que pueden cambiar de aire rodeados de tranquilidad y discreción.
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Dos características que Marivent comparte con el resto de residencias que acogen a las otras familias reales europeas en la temporada estival. Si bien algunas de ellas están en su propio país, hay otros tantos royals que necesitan cruzar sus fronteras para veranear.
El palacio de Marivent
La conocida residencia balear está situada en Palma de Mallorca y su nombre hace referencia al “mar” y el “viento” que la rodean, pues cuenta con unas vistas privilegiadas desde la costa de Cala Major. Fue construida entre 1923 y 1925 por el arquitecto Guillem Forteza para el pintor Juan de Saridakis, su primer habitante.
A su muerte, su viuda la cedió a la Diputación para que hiciera un museo a su nombre. Sin embargo, en 1973 acabó como segundo hogar de los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía, algo que se validó tres años después cuando el heredero universal del pintor renunció “en su propio nombre y el de sus herederos” al derecho de volver a poseer la vivienda mientras esta sea utilizado por “el jefe del Estado, su sucesor legal o herederos”.
Marivent tiene 33.000 metros cuadrados en los que se levanta la vivienda principal y más de 9.000 metros cuadrados de jardines.
Villa en Kranida
Esta villa situada en Grecia ha sido un pequeño quebradero de cabeza en diferentes ocasiones para los reyes Guillermo y Máxima. La adquirieron en 2012 por unos 4,5 millones de euros, cuando todavía eran príncipes, y destaca por ser una finca con tres viviendas independientes que comparten un terreno de 4.000 metros. Además de estar frente al mar, tiene piscina, acceso directo a la playa y un puerto privado.
El castillo de Balmoral
De todas las residencias de la familia real británica esta era la preferida de Isabel II, que falleció en ella. El castillo está ubicado en la localidad escocesa de Aberdeenshire, en plenas Tierras Altas, y es propiedad de la casa real, pues fue comprado por el príncipe Alberto para la reina Victoria en 1848. Al no contar con financiación pública se suele abrir a visitas al público que, con la compra de entradas, ayuda a su mantenimiento económico.
Sus muros no solo han sido testigos de la muerte de la reina Isabel, allí fue también donde el hoy rey Carlos III y Diana de Gales pasaron su luna de miel y donde los príncipes William y Harry supieron que su madre había muerto.
Castillo de Solliden
Sollidan es el equivalente sueco de Marivent, donde los reyes Carlos Gustavo y Silvia reúnen cada verano a sus descendientes para protagonizar un posado familiar. Una tradición que se remonta al año 1930 y que tiene como protagonista a esta casa que fue construida en 1903 para que la princesa Victoria, que tenía una salud débil, pudiera recuperarse más fácilmente gracias al buen clima de la zona.
Situado en la isla de Öland, en pleno mar báltico, tiene cierto estilo italiano y en la actualidad destaca por tener nada menos que nueve alturas.
Granja Bygdø Royal
La familia real noruega tiene tres residencias de verano, pero la granja Bygdø Royal, situada en la isla de Hovedøya es la más antigua. Construida en la edad media como un monasterio, pasó a formar parte de la institución en 1305. Desde entonces se han realizado una gran cantidad de reformas hasta llegar a la vivienda actual, construida en 1734.
De estilo barroco, destaca por su jardines románticos y por ser el lugar al que acuden por estricto protocolo, ya que muchos de los miembros de la casa real disfrutan al tiempo de otras vacaciones lejos de la granja.
Château de Cayx
Ubicado en el norte de Toulouse, en Francia, este viñedo lleva cinco décadas siendo el refugio estival de la reina Margarita y sus descendientes. Lo adquirió en 1974 junto a su marido, el fallecido príncipe Enrique, pues él pasó su infancia a muy pocos kilómetros. Desde entonces, la familia real danesa lo ha visitado en numerosas ocasiones, pasando en él grandes momentos. Además de la gran casa principal, el castillo destaca por sus bonitas vistas a campos de viñedos.
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