Este fin de semana muchos españoles arrancan sus vacaciones de verano, la ruptura entre temporadas para sobrevivir al regreso en septiembre. Tras finalizar julio, el primer fin de semana de agosto se convierte en la operación salida de muchas familias en busca de sol, playas y países con historia para visitar.
Aunque el cambio climático y el calentamiento global son un mal a combatir de forma conjunta y con decisión desde los Estados, a menudo hay acciones individuales que pueden tener impacto positivo en el medioambiente. Durante las vacaciones, las ansias de hacer turismo en ocasiones dejan un reguero de huella ecológica y muchas veces los ciudadanos no somos conscientes de ello.
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El impacto de la contaminación se mide en gramos de CO2 que emite un vehículo por kilómetro y pasajero. Ninguna organización tiene un nivel óptimo de emisiones que se considere ideal, pero sí que hay datos que revelan que las vacaciones pueden ser un espacio importante para la contaminación.
“Un avión produce cinco veces más gases efecto invernadero que un tren”
El medio más contaminante es el avión, seguido del coche. La industria de la aviación emite 192 gramos de CO2 por kilómetro y pasajero, por los 121 gramos de un automóvil, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). “Un avión produce cinco veces más gases efecto invernadero que un tren, aunque hay otros estudios que hablan de un impacto global 80 veces peor”, aseguran desde Greenpeace a Infobae España.
Las entidades ecologistas tienen claro el formato ideal: “Demandamos que se favorezca el viaje en tren para facilitar desplazamientos sostenibles, pero es cuatro veces más caro viajar en tren que en avión”, apunta Cristina Arjona, responsable de Movilidad en Greenpeace España. En concreto, el AVE genera 23 gramos de CO2 por kilómetro y pasajero, un guarismo casi tres veces inferior al del avión y el coche.
El crucero, el recurso vacacional altamente contaminante
Los cruceros son uno de los principales recursos que más han aumentado desde que finalizó la pandemia, con números incluso superiores a los años previos al frenazo que trajo la covid-19. En comparación con 2019, el número de cruceros, el tiempo que pasan en los puertos y el combustible que consumen aumentaron casi un 25%, según un informe recientemente publicado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente. “Esto se tradujo en un aumento del 9% en las emisiones de SOx, del 18% en las de NOx y del 25% en las de PM2,5, tres de los principales contaminantes atmosféricos tóxicos”, asegura el documento.
La organización hace una comparativa de los datos y encuentra que los cruceros que visitan puertos de la Unión Europea emiten tanto azufre tóxico como 1.000 millones de coches. Prueba del impacto tan negativo que realizan sobre las ciudades que pisan es que Venecia ha prohibido la presencia de estos grandes cruceros y su contaminación atmosférica se ha reducido hasta en un 80%, según la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.
De hecho, los últimos datos publicados colocan a Barcelona como la ciudad más contaminada en 2022 por los cruceros de lujo. En segundo lugar quedaba Civitavecchia, un puerto costero al noroeste de Roma, y el tercer puesto fue a parar para el puerto ateniense de El Pireo,
El coche gana por volumen de uso
A pesar de que el avión y los cruceros contaminan más que los coches, el uso del automóvil es mucho mayor que el resto de medios de transporte. Al mirar los datos totales, el coche resulta ser el agente más contaminante: “Como emisores de gases efecto invernadero, la aviación y el transporte marítimo están en torno a un 5% del global, mientras que el transporte por carretera suponen un 70% del total de los gases de efecto invernadero”, apunta Greenpeace. Sin embargo, si la legislación no lo impide, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) estima que el número de pasajeros de avión crecerá un 42% para el año 2040, dato que aumentará de forma considerable sus emisiones.
“Hay fórmulas de viajar de forma sostenible, pero que no se facilitan por parte de las administraciones —zanja Arjona—. El tren es la forma más ecológica de viajar y hay que pensar en la reducción de viajes. Viajamos, en muchos casos, por encima de nuestras posibilidades”.
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