Primera batalla política tras el 23-J: así se elige al presidente y la Mesa del Congreso de los Diputados, puestos clave

El 17 de julio, PP y PSOE se juegan la tercera autoridad del Estado, como lo es la presidencia de las Cortes

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Meritxell Batet y Ana Pastor en el Congreso de los Diputados. (Eduardo Parra/Europa Press)
Meritxell Batet y Ana Pastor en el Congreso de los Diputados. (Eduardo Parra/Europa Press)

Las mayorías en el Congreso de los Diputados están muy ajustadas. La aritmética parlamentaria que deja las elecciones del 23 de julio es muy complicada tanto para la izquierda como para el bloque conservador. La negociación será la tónica de esta legislatura, un periodo que, parlamentariamente hablando, será más complicado que la legislatura anterior.

Por un lado, el bloque conservador se ve aislado después de los pactos del PP con la ultraderecha en ayuntamientos y comunidades autónomas. La izquierda se ve con menos margen que antes del 23J, ya que necesitará sí o sí, en cada votación, la colaboración de Junts per Catalunya.

Con la investidura vetada, en principio, para Feijóo, el Partido Popular se intentará hacer con el control de la Mesa del Congreso de los Diputados y aunque, conscientes de las dificultades, probarán suerte con la presidencia del Congreso, la tercera autoridad del Estado. Ese puesto, en principio, volverá a recaer sobre el PSOE y, previsiblemente, sobre Meritxell Batet. No obstante, el PP podría aliarse con Vox, lo que obligaría a la izquierda a hacer lo propio con las fuerzas nacionalistas e independentistas.

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En la votación para la presidencia de la Cámara se debe obtener mayoría absoluta, en caso de no lograrse, la siguiente votación tan solo haría falta una mayoría simple. Por su parte, la votación de la Mesa del Congreso se hace por medio de una sola ronda y son elegidos aquellos candidatos que hayan obtenido mayor apoyo. En caso de empate, se volvería a realizar la votación de forma sucesiva hasta el desempate, igual que ocurre en la presidencia. Lo interesante de estas votaciones es que son secretas, es decir, todos los diputados son llamados para que depositen su voto en la urna, lo que permite que pueda haber cambios de última hora y traiciones inesperadas.

El 17 de agosto es la fecha marcada tanto para el PP como para el PSOE y Sumar para esta importante votación. Cuca Gamarra, diputada electa y secretaria General del Partido Popular, ya ha reconocido que la intención del PP de lograr “la máxima visibilidad” en el órgano. Sin embargo, para ello, la única opción posible es una alianza con la ultraderecha y, al mismo tiempo, que el bloque progresista no consiga un acuerdo con las fuerzas periféricas. De lo contrario, las mayorías volverían a ser las de la legislatura anterior: cinco puestos para la izquierda y cuatro para la derecha.

Meritxell Batet preside el pleno del Congreso de los Diputados. (A. Pérez Meca/Europa Press)
Meritxell Batet preside el pleno del Congreso de los Diputados. (A. Pérez Meca/Europa Press)

Voto a voto, candidato a candidato

Uno de los inconvenientes de este tipo de votación es que se realiza una sola vez, por lo que es imprescindible calcular a la perfección los votos para cada candidato, para hacerse con una mayoría suficiente en la Mesa del parlamento. En la legislatura anterior el PP y Vox no alcanzaron ningún tipo de alianza, lo que les dejó en una minoría clara, a pesar de que Vox, gracias a los 52 diputados que logró el 10-N, consiguió un puesto, un sillón que no sirvió demasiado al estar en minoría con respecto a los números que manejaba el bloque progresista.

Las formaciones batallan por el control de estos espacios, puesto que son vitales para la organización y desarrollo de la actividad parlamentaria diaria. La Mesa del Congreso controla el calendario parlamentario, cuándo se aceleran o se retrasan los debates, la apertura de comisiones de investigación o da luz verde a la formación de grupos parlamentarios.

Esta última cuestión es vital esta legislatura, ya que fuerzas como ERC o Junts no suman los requisitos necesarios para lograr formar grupo propio. Una alianza entre ambas fuerzas -que parece más que probable-, junto a algún diputado que presten alguno de los grupos a los que les sobran escaños, necesitaría el visto bueno de la Mesa, algo que solo lograrían, en principio, si el bloque progresista logra una mayoría en el órgano.

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Hace cuatro años, a la presidencia del Congreso aspiraron la diputada popular Ana Pastor y la socialista Meritxell Batet. La alianza del PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, Coalición Canaria y PRC permitieron a los socialistas hacerse con la tercera autoridad del Estado.

Por su parte, en la votación a las vicepresidencias y las secretarías, comenzaron las matemáticas. 108, de los 120 diputados del PSOE, votaron para la vicepresidencia segunda a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. El Partido Popular, junto a Navarra Suma y los diputados de Ciudadanos, votaron a Ana Pastor. Los 12 diputados sobrantes del PSOE, los 35 de Unidas Podemos, los 2 de Más País y otros 27 diputados de las fuerzas nacionalistas e independentistas apoyaron a la candidata de Podemos, Gloria Elizo. Por su cuenta votó la ultraderecha, que logró meter por la mínima a uno de sus diputados, Ignacio Gil.

La ultraderecha no tuvo tanta suerte en la votación de las secretarías. Su candidato, José María Figaredo, quedó fuera después de que las fuerzas de la investidura se pusieran de acuerdo para obtener tres de los cuatro puestos.

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