Feijóo alimenta unas escasas posibilidades de gobernar para tensar las negociaciones de Sánchez

El PP no cuenta con los apoyos suficientes para que Feijóo sea presidente, sin embargo, insiste en la pugna con el PSOE por ir a una sesión de investidura

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Alberto Núñez Feijóo, presidente del
Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP. (Reuters/Juan Medina)

Ni con los 137 diputados del PP tras el 23-J, ni con los 172 que podría alcanzar con los apoyos de Vox, UPN y CC, se puede alcanzar una mayoría que permita formar gobierno. El Partido Popular lo sabe, pero la estrategia poselectoral le invita a no aceptarlo. “No voy a aceptar, en ningún caso, que se pretenda convertir en minoría a la mitad de los españoles”, señala el líder del partido a través de las redes sociales, que se han convertido en el canal de comunicación favorito de Alberto Núñez Feijóo desde el pasado lunes 24 de julio, hace ya una semana.

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Ese mismo día, el PP veía las cosas de forma diferente, o al menos de cara a la galería. En Génova se admitía el descontento de Feijóo con los resultados, además de las pocas posibilidades de que fuese investido presidente. Tampoco estaba decidido si el líder gallego iría a una eventual investidura, pese a que todavía no se había topado con el portazo del PNV.

Presiones de los barones

Todo cambió al día siguiente, tras las presiones por parte de los barones territoriales, que abogaban por una investidura, aunque resultase fallida. La secretaria general del partido, Cuca Gamarra, lo confirmó al día siguiente: Feijóo se sometería a la decisión de la mayoría de la Cámara Baja para ser presidente si el rey Felipe VI así se lo requería. El discurso del PP cambió en ese momento, a partir de ahí, todos los dirigentes del partido aseguraban que Feijóo tenía la responsabilidad de ir porque había ganado las elecciones y era lo legítimo.

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Pero las cuentas no salían, así que el PP tenía que buscar otro argumento para justificar su intención de ir a la investidura, y eso pasaba por el PSOE, más aún después de los resultados de los votos desde el exterior (voto CERA) que quitaron un escaño a los socialistas en beneficio de los populares. Esto dificultaba más la investidura de Sánchez, aunque sin facilitar la de Feijóo. El entusiasmo jugó una mala pasada a algún dirigente del PP, como al vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local del PP, Pedro Rollán, que no cerró la puerta a hablar con Junts “dentro de la Constitución” para recabar apoyos.

Esta posibilidad chocaba de lleno con el argumentario del PP, que censuraba que la gobernabilidad de España dependiese de los independentistas o de un “prófugo de la justicia” como Carles Puigdemont. La secretaria general del partido no tardó en salir en rueda de prensa para rectificar las palabras de Rollán: “Esa cuestión no se encuentra sobre la mesa, ni estaba, ni está sobre la mesa. Somos un partido serio, predecible y previsible (…) No se encuentra sobre la mesa, tenemos otra manera de ser, actuar y entender la política”, aseveró Gamarra ante los periodistas.

En la misma intervención, Gamarra siguió la estela del partido de alimentar las escasas posibilidades de que Feijóo salga investido presidente, asegurando que Sánchez se negaba a reconocer su resultado, y llamando a que rectifique y piense en el “interés general” y en la “gobernabilidad” del país. El PP asegura que no tirará “la toalla” y seguirá insistiendo en este planteamiento, porque no contempla ningún otro que no pase porque Feijóo sea presidente. Fuentes del partido apuntan a que no se trata tanto de que vean o no factible una investidura, sino de “responsabilidad”, e insisten en que Feijóo acudirá a dicha sesión en el Congreso de los Diputados.

De esta forma, el PP asegura el liderazgo de su candidato, gana tiempo para urdir un nuevo plan para recuperarse de los resultados del 23-J, y se lo quita al PSOE, al tiempo que tensa la cuerda de sus negociaciones.

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