La impresionante muralla medieval, sus vistas desde lo alto y el paisaje que la rodea, plasman una postal que parece haber sido sacada de un auténtico cuento de hadas. Por el día, es el lugar perfecto para pasear y visitar todos sus monumentos. Y por la noche, la luz anaranjada de las farolas que baña las calles y fachadas le dan un punto casi mágico a la ciudad.
Se trata de Carcassonne, un municipio francés famoso por su ciudadela medieval. La impresionante muralla hace de esta una de las mejores ciudades medievales europeas para visitar. En el año 100 a. C. los romanos comenzaron a construir la fortificación y luego la continuaron los visigodos. Por lo que caminar por los bloques que la conforman es como hacer un viaje atrás en el tiempo.
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Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997 y rodeada por las murallas, la ciudad de Carcassonne fue construida sobre las ruinas de una antigua fortaleza romana. Se encuentra ubicada al sur de Francia, al oeste del río Aude.
El río divide la ciudad en dos partes: La “Cité” o Ciudadela, a la derecha, y la Bastida de San Luis, a la izquierda. Ambas zonas están unidas por el “Pont Vieux” o puente viejo, imponente puente de piedra de 12 arcos, construido en el siglo XIV, el cual forma parte del Camino de Santiago.
La fortaleza se compone de dos recintos amurallados, 52 torres, que hacen un total de 3 kilómetros de muralla, dentro de las cuales se encuentra el majestuoso Castillo Condal, construido en el siglo XII y residencia de los Trencavel, vizcondes de Carcassonne. Cerca del puente encontrará también el “Parque Bellevue”, donde disfrutar de una vista panorámica exclusiva de la ciudadela.
Otros atractivos turísticos de la ciudad son La Basílica de San Nazario, de estilo gótico, conocida como “la joya de la Cité” y sus magníficos rosetones de los siglos XIII y XIV que representan la vida de Cristo y sus discípulos. También se puede encontrar la Bastida de Saint Louis y su mercado de frutas y hortalizas orgánicas que se celebra en la Plaza Carnot los sábados por la mañana, un muy buen momento para apreciar la ciudad en todo su esplendor y probar los alimentos más típicos de su gastronomía como el Foie Gras o el Blanquette de Limoux, un vino espumoso.
También es muy recomendable dar un paseo por el “Canal du Midi” y sus alrededores. Una obra de Pierre-Paul Riquet, realizada en el siglo XVII, que atraviesa la ciudad de Carcassonne de un extremo a otro.
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