Don Juan ya no vive de la larga lista de mujeres ante las que emplea sus infalibles e inagotables técnicas para ligar. Ahora, en una crisis existencial que marca los tiempos coyunturales, tiene ensoñaciones con otras mujeres que no son la suya, pero a la que desea prestar toda su atención. Es un hombre abatido por sus propias conquistas, presionado por la cancelación del casanova y el mentiroso.
Serge Bozon (Aix en Provence, 1972) revisiona el clásico personaje de la literatura española que apareció en El burlador de Sevilla (1630) de Tirso de Molina y, posteriormente, en su versión más manipuladora reinterpretada por Molière. Don Juan, la cinta del director francés que protagonizan Tahar Rahim y Virginie Efira -y que ya se puede disfrutar en las salas de cine españolas-, es un relato de cómo el “macho” donjuanesco y ligón se enfrenta a una sociedad que ha borrado del mapa su existencia y que castiga todo tipo de comportamientos paternalistas y condescendientes hacia la mujer.
En una sociedad que avanza con paso firme hacia la conquista (completa y rotunda) de la igualdad, no queda espacio para los hombres que consideran a las mujeres un objeto más. “En el guion, el personaje era mucho más oscuro, más manipulador, más mentiroso, mientras que Tahar, por su manera de actuar, ha traído también una pluma de inocencia, de ardor”, indica el director en una conversación con Infobae España.
Preguntado acerca de su decisión de convertir al personaje literario en un hombre en plena crisis de aclimatación a la cultura (o dictadura, dependiendo de a quién se vote) de lo woke, el director responde irónico. “Don Juan es un héroe español y yo no soy español, así que sólo el público español puede comprender la película, yo no”.
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“Un sueño” infiel
“Esta es la primera vez que mi personaje principal es un hombre”, indica Bozon, de ahí que su objetivo con Don Juan (una cinta que considera “muy personal”) sea otorgar a la cinta “una dimensión más cercana al dolor”. Otra de las claves de su reinterpretación del clásico personaje es la ensoñación que rodea al héroe romántico. No en vano, y gracias a la actuación de Tahar Rahim, para el cineasta francés hay una sensación de que Don Juan no es un mentiroso o manipulador, simplemente un hombre que vive entre numerosas creencias.
“Es como si el espectador hubiese soñado todo lo que ha acontecido al ver la película”, indica Bozon sobre su cinta, una sensación de clímax que no estaba del todo prevista al inicio del proyecto. “No es lo que quería”, insiste. Y es precisamente en esa sensación, en ese estado de realidad paralela, donde el director reinterpreta los valores que marcan el carácter del personaje clásico.
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“En el restaurante, cuando le vemos mirar de manera obsesiva a una mujer, su novia al salir del baño le pregunta que qué hace y él responde que estaba soñando... quizá sea cierto, en el guion estaba claro que mentía con creces, pero con su interpretación [la de Tahar] uno piensa que es verdad, que quizá esa sea su manera de soñar”, explica Bozon.
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