Entre las bellas montañas y parajes verdes de Portugal se pueden encontrar rincones que son una verdadera maravilla. Estos espacios invitan a descubrirlos a fondo a través de numerosas rutas de senderismo, durante las cuales, el viajero se puede sorprender con alguna que otra piscina natural. A todo esto, se le suman los bellos pueblos que se enmarcan en las laderas de la montaña, creando imágenes que son dignas de admirar.
De todos los hermosos paisajes que alberga el país vecino, destaca uno que dejará al viajero con la boca abierta. Estamos hablando de Foz d’Égua, una pequeña localidad de nada más que un puñado de casas que están incrustadas en la ladera de la montaña. Estas ‘cuelgan’ sobre una espectacular playa fluvial, conformando una imagen de postal.
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La villa pertenece a la parroquia de Piódão, situada en plena sierra del Açor y que además es una de las doce aldeas históricas de Portugal. El entorno se caracteriza por su frondosa vegetación donde predominan pinos, encinas, alcornoques y olivo. A su vez, la fauna también es abundante y diversa
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Arquitectura rural, puentes colgantes y una playa fluvial
Foz d’Égua se caracteriza por su pintoresca arquitectura rural, donde predominan las construcciones de esquisto y pizarra. Su estampa se integra a la perfección con el paisaje montañoso donde se encuentra, creando un paraje mágico en el interior de Portugal. Un río atraviesa la localidad, el cual se cruza solo por los pintorescos puentes de piedra. Sin embargo, su mayor atractivo es la piscina fluvial que se forma a sus pies. Esta es el resultado del encuentro del arroyo Piódão con el arroyo Chãs, que corren hacia el río Alvoco y cuyo curso es detenido por una presa.
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Gracias a las aguas limpias y calmadas que alberga, es ideal para darse un chapuzón disfrutando de las hermosas vistas de la montaña. Igualmente, Foz d’Égua incluye un trepidante puente colgante que cruza un desfiladero, un atractivo solo apto para los más intrépidos. A esto le acompaña un santuario en el punto más alto de la villa.
La mejor forma de disfrutar del pueblo
Desde Piódão se puede realizar una hermosa ruta que conduce hasta Foz d’Egua. Es la mejor forma de conocer la localidad y se encuentra totalmente señalizado. Se trata de un sendero de ida y vuelta de unos ocho kilómetros de longitud que discurre a través de impresionantes montañas y valles. El entorno da la oportunidad de contemplar imponentes desfiladeros, así como antiguas construcciones de pizarra.
Sin embargo, se debe tener en cuenta de que la ruta transcurre por suelos de cuarcita, un terreno bastante resbaladizo. Por ello, es recomendable usar calzado cómodo y adecuado, y si al viajero se acompaña de un bastón de trekking, mucho mejor.
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