El sprint del Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1 ha hecho más honor a su nombre que cualquier otro disputado recientemente. Un chaparrón que dejaba la pista impracticable ha llevado a que sólo pudiesen darse 11 vueltas al circuito de Spa este sábado, en una carrera en la que el espectáculo ni siquiera hizo acto de presencia y que fue conquistada por el de siempre: Max Verstappen. Ni los contratiempos más engorrosos pueden con la infalibilidad del Holandés Volador y su Red Bull.
Después de que se produjera una vuelta de formación que oposita a ser la más larga de la historia, con un coche de seguridad que parecía liderar la parrilla sine die, el margen de maniobra resultó escaso para hacer algo potable. Que se lo digan a un Fernando Alonso que se fue a la grava en la vuelta 4, en una imagen desconocida para el asturiano en los últimos tiempos. El fin de semana es digno de olvidar hasta el momento tanto para el bicampeón del mundo español como para Aston Martin. Tras las desgracias clasificatorias del viernes y de este mismo sábado, el agua provocó un trompo que le dejó totalmente atrapado fuera de la pista, sin posibilidad de reengancharse a la prueba.
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Su accidente, en un día de 42 cumpleaños al que seguro que Alonso no va a profesar mucho cariño, provocó que el safety car volviese a aparecer: no hubo manera de darle ritmo al asunto. Entre las paradas de boxes iniciales y la eliminación de Magic, compensar la entrada o el seguimiento de la retransmisión televisiva fue harto imposible. Los McLaren volvieron a dar la guerra que acostumbran desde Silverstone, pero Piastri, que llegó a ir primero, apenas pudo contener a Verstappen en cuanto los monoplazas pudieron correr a su velocidad habitual. Lo cual no le restó ni un ápice de mérito a la segunda plaza del australiano.
Sainz, cuarto a costa de Hamilton
En medio del caos, la lucha entre Pierre Gasly, Checo Pérez y Lewis Hamilton dejó los únicos momentos vibrantes del sprint más vertiginoso que podía haberse perpetrado. El Alpine mantuvo la compostura en la tercera posición, el segundo Red Bull de la competición volvió a fracasar con estrépito (una salida de pista le llevó a la cola y a la posterior retirada por problemas con un pontón) y Sainz, tras una mala salida lanzada, pudo colocarse quinto.
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Por su parte, Hamilton intentó por todos los medios arrebatarle el podio a Gasly, pero su intentona terminó en cuanto le cayó una penalización de cinco segundos que le llevó hasta el séptimo lugar. De su infortunio se aprovecharon varios rivales a dos vueltas para la conclusión. Entre ellos, un Sainz que salvó los muebles concluyendo cuarto. Al menos, uno de los españoles pudo sacar algo de petróleo en un sprint que dio un escasísimo margen de maniobra para ello.
“Día gris oscuro”
Después del abandono, Alonso no tuvo más remedio que resignarse y aguantar su diluvio universal particular, por si no era poco con el que todos sufrieron. “Día gris. Gris oscuro. Desde la clasificación. No pudiendo hacer una vuelta en la Q2, pues ya sales muy atrás. Luego, detrás del safety car, lógicamente queremos poner las intermedias cuanto antes posible. Pero teniendo a Lance (Stroll) delante, los puse en la vuelta 2 de carrera, digamos. También perdí varias posiciones. Y bueno, al final, un fallo mío. Acabé en la gravilla. Pero bueno, hoy íbamos a coger cero puntos, sí o sí. Así que cero puntos en la gravilla”, expuso al término del sprint.
“Veremos mañana si conseguimos dar alguna vuelta en seco y ver cómo va. Porque creo que nadie las ha dado hasta ahora, así que va a ser una carrera donde ojalá podamos pasar página a un sábado en el que vamos a conseguir cero puntos, yo creo, los dos coches. Y mañana ojalá podamos sumar con los dos”, sentenció.
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