Nervios, mareos, escalofríos. Cada vez que Roberto Villalba tiene que conducir en carretera siente un miedo que le bloquea, que le obliga a reducir la velocidad y echarse a un lado. Si conduce por vías de un solo carril, no tiene problemas, pero “ver un espacio abierto le supera”. Al igual que él, cerca de un 30% de los conductores, según datos de la Fundación CEA, sufren amaxofobia, ese temor irracional a ponerse al volante.
La primera vez que Roberto sintió ese pánico conduciendo fue en un túnel hace 15 años, cuando se dirigía a un pueblo de la sierra de Madrid. Su padre acababa de fallecer, por lo que los médicos, tras realizarle toda clase de pruebas, lo relacionaron con el shock que le había producido esa pérdida y le recomendaron acudir al psicólogo. A base de terapia, poco a poco fue mejorando, hasta que volvió a atreverse a conducir sin sobresaltos. Pero hace cinco años sufrió otro episodio de pánico, esta vez cuando circulaba por una carretera de varios carriles.
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“Con los trayectos en ciudad o en carreteras comarcales voy bien, no tengo ningún problema, pero en cuanto veo una carretera de dos, tres o cuatro carriles empiezo a temblar y a sudar, hasta el punto de que se me escapa el volante de las manos y tengo que parar”, cuenta Roberto a Infobae España. A raíz de ese último episodio, empezó a buscar un lugar más específico donde le ayudaran a superar su miedo y dio con la Autoescuela Gala en Madrid, donde varios especialistas tratan la amaxofobia. “A día de hoy no estoy curado al 100%, pero estoy mucho mejor. Las clases con el profesor y las sesiones con el psicólogo me han ayudado”, asegura.
Se da la paradoja, además, de que a Roberto le encanta la velocidad, tiene un coche de competición —ahora aparcado— y una moto, aparte de ser propietario de un taller mecánico, por eso ansía poder recuperarse lo antes posible. “Es un problema que realmente te condiciona la vida porque empiezas a darle vueltas, a pensar si te vas a quedar tirado en la carretera y al final te acaba pasando, es como un círculo vicioso, y ahora por ejemplo en vacaciones es complicado”, relata, si bien es consciente de que el estrés que le causa el trabajo influye notablemente.
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Causas del problema
La amaxofobia no es solo el miedo a conducir. Se trata de una de intensa sensación de falta de control que en muchas ocasiones, como ocurre en el caso de Roberto, está relacionada con el estrés y un estado de ansiedad generalizada. Otras veces el miedo surge a raíz de haber tenido un accidente de tráfico.
“Estamos hablando de pensamientos catastrofistas de pérdida de control, de accidentes, lo cual no solo genera un problema a nivel cognitivo, sino a nivel conductual. Se produce una hiperventilación, sudoración, estrés muscular, tanto antes como durante la conducción”, explica a este medio Antonio De Castro, psicólogo en la Autoescuela Gala y en la Dirección General de Tráfico (DGT), que indica que esta fobia afecta tanto a hombres como mujeres de cualquier edad. “El coche al final es una proyección de otros problemas que podamos tener”, añade.
De Castro ha conocido a pacientes que al tener que utilizar el coche obligatoriamente han ido poniendo parches al problema, de forma que “si tenían miedo, por ejemplo, a los túneles o autopistas simplemente los evitaban”, pero en el momento en el que no les quedaba más remedio que circular por ellos “se les venía el mundo encima”. “Hay gente que se ha llegado a hacer Madrid-Valencia por carreteras secundarias”, asegura, porque creen que nadie les puede ayudar. “Este es un miedo poco comprendido”.
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La amaxofobia, sin embargo, es un problema mucho más frecuente de lo que se piensa y, tal y como está comprobado, tiene solución. El tiempo de recuperación, eso sí, varía mucho dependiendo del afectado y de la antigüedad del problema.
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