Difícilmente Isco Alarcón, uno de los mayores talentos del fútbol español de la última década, cinco veces campeón de la Champions League con el Real Madrid, hubiera podido imaginar hace solo unos años que su carrera deportiva fuese a depender en algún momento del Real Betis y, menos aún, de un traspaso de Sergio Canales a la liga mexicana. Pero el fútbol, como la vida en general, es impredecible y el equipo verdiblanco ha anunciado este miércoles la contratación del volante, de 31 años, tras la sorprendente salida del cántabro a Rayados de Monterrey. Su fichaje es una petición expresa de Manuel Pellegrini, el entrenador con el Isco irrumpió en la élite en aquel Málaga para la historia que rozó las semifinales de la máxima competición europea en el año 2013.
El malagueño, que se encontraba sin equipo desde su abrupta salida del Sevilla en el pasado mercado invernal, ha encontrado en el eterno rival de su exequipo una oportunidad para relanzar su maltrecha carrera. Ese es el reto de Isco y también del técnico chileno. “Ojalá que podamos recuperar al Isco que jugó tantos años a alto nivel”, apuesta Pellegrini, quien ha defendido su apuesta. “Todavía está en plena edad competitiva. Viene a aportar su calidad, que la tiene en cantidades importantes. Para él también es un desafío demostrar que a los 31 años todavía tiene muchos años más por jugar a alto nivel”.
Lo cierto es que podría decirse que más allá de un desafío, la opción del Betis es la última bala para un Isco que busca desesperadamente reengancharse a la élite tras varias temporadas inmerso en una agonizante caída libre que le llevó desde el primer escalafón del fútbol mundial al más absoluto de los ostracismos.
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En 10 años, Isco pasó de ganar el Golden Boy, galardón que se entrega al mejor talento joven de Europa, ser protagonista en una de las épocas más brillantes de la historia del Madrid y estar llamado a liderar la selección española, a encontrarse apartado de la rutina habitual de un futbolista. Primero desapareció de los planes del equipo blanco y después no acertó en su decisión de apostar por el Sevilla para recuperar su estatus. El talentoso mediapunta tocó fondo este 2023: sin equipo y entrenando solo con un preparador personal durante siete meses. Su carrera estaba en peligro. No podía dar otro paso en falso.
La caída de Isco: de una apendicitis a dejarse ir
Todo se empezó a truncar para Isco en septiembre de 2018 de la manera más inesperada posible: una apendicitis. Esta dolencia tan común para cualquiera terminaría por ser el principio del fin para un jugador que hasta entonces era una uno de los líderes del Real Madrid de Julen Lopetegui. El vasco, que le entregó antes los mandos de la Roja, estaba decidido a otorgarle un rol protagonista a su llegada al banquillo de Chamartín. Isco respondía. Pero solo unos días después de un partido mayúsculo ante la Roma llegó aquella fatídica operación de urgencia y ya nada fue lo mismo.
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Diez días después de recibir el alta médica, el Madrid reemplazó a Lopetegui por Santiago Solari e Isco, aparentemente fuera de forma física, desapareció de forma fulgurante. En eso se escudó el argentino. “Para jugar hay que ponerse primero en forma física y luego conseguir la forma competitiva”, dijo el técnico. Isco, en cambio, se sintió abandonado de manera inexplicable. “A partir de su llegada, Isco ya no existía para nadie. Ni para el entrenador, ni para los ayudantes, ni para nadie. Nadie me daba explicaciones de por qué de repente dejé de tener minutos y yo cuando le preguntaba directamente a Solari me decía que no pasaba nada”, relató hace escasos días el jugador en una entrevista a Marca. “Jugué, me acuerdo, contra el Melilla y sin mediar palabra, me dejó varios partidos en la grada como contra la Roma. Ni siquiera en el banquillo. Me hacía viajar para dejarme sentado viendo el partido en la grada. Y yo no sentí respaldo por parte del club ni de nadie”, añadió.
Sin darse cuenta, había entrado en una espiral que a la postre terminaría siendo irremediable. Al ostracismo de Solari le siguió el intento fallido de Zidane por recuperarle y, por último, el rol de descarte al que le relegó Ancelotti en sus dos últimos años en el Madrid. El aislamiento provocado por la covid-19 fue, según el propio Isco, la puntilla. Ahí se dejó ir definitivamente. “Estaba volviendo otra vez. Pero después llegó la pandemia. Y tras la pandemia dejé de jugar. Honestamente, fue más demérito mío”, reconoció a Marca en su primera aparición pública tras cinco años de silencio. “En la pandemia, como no teníamos previsión de volver, fue un momento incierto para todos y me relajé. No trabajé en casa como tenía que haber entrenado. Y cuando te dejas llevar en el fútbol, sobre todo ahora que es tan físico, se nota. Y lo pagué”, detalló.
Del incidente con Monchi a su fallido fichaje en Alemania
Tras dos años prácticamente en blanco –407 minutos en su última temporada–, Isco finalizó su contrato con el Madrid el pasado verano. Tenía unas cuantas propuestas encima de la mesa, pero apostó por el Sevilla. El motivo, que allí estaba, otra vez, Julen Lopetegui. Fue el vasco quien convenció tanto a Isco como al club hispalense para llevar a cabo la operación. El malagueño creía que reencontrase con uno de los entrenadores que mejor le había entendido en su carrera era el mejor paso para regresar a la primera línea. Se equivocó. El Sevilla despidió a Lopetegui en octubre e Isco salió tarifando en enero tras un encontronazo con Monchi en el que llegaron incluso a las manos.
“Después de un entrenamiento camino de vestuarios, le dije a Monchi que no estaba siendo sincero ni conmigo ni con la gente a la que le cuenta las cosas”, desveló Isco en Marca. “Le dije que era la persona más mentirosa que me había encontrado en el mundo del fútbol y me agredió. Vino hacia mí, me cogió del cuello, nos apartamos y ya nos tuvieron que separar del todo”, detalló. Tras eso, rescindió su contrato y se fue casa. A esta situación desagradable le llegó otra impropia del fútbol élite. En las últimas horas de la ventana de fichajes de invierno, Isco recibió una propuesta del Union Berlin de la Bundesliga. Estaba dispuesto a aceptar. Se fue a Alemania, pasó el reconocimiento, pero, de repente, le intentaron cambiar las condiciones a la carrera en más de una ocasión. No aceptó y regresó a España.
Ahora, tras siete meses preparándose solo con un entrenador personal, a Isco se le aparece el Betis para relanzar su carrera futbolística. Pellegrini, el técnico que le catapultó a la élite, cuando apenas tenía 20 años, le ofrece una vida extra a los 31. Todo o nada para el malagueño.
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