Madrid acaba de recuperar una de las joyas históricas más emblemáticas de los Jardines del Buen Retiro: la conocida como La Montaña de los Gatos. Una montaña artificial constituida por petición del rey Fernando VII en el año 1817 y que se dio a conocer por ser el espacio habitual de las manadas de felinos que se encontraban en este lugar durante esos años. Después de veinte años cerrado al público, por fin ha reabierto después de ocho meses de trabajos y una inversión de 2,1 millones de euros por parte del Ayuntamiento de Madrid.
Se sitúa cerca de la confluencia de la calle O’Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo. Su construcción fue concebida como un jardín, aunque su principal uso hasta su cierre en 2004 fue de sala de exposiciones, siendo en 2002 la última vez que escogió una exposición. Desde entonces, no ha tenido ningún uso ni se ha permitido el acceso debido a los riesgos detectados en su seguridad.
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Una exposición temporal y cuatro galerías
Ahora, con su reapertura, los visitantes podrán disfrutar del conjunto de la zona ajardinada y de la estructura exterior reformada. Además, acogerá una muestra desde este mismo miércoles el espacio abovedado interior. Esta exposición temporal permitirá conocer la historia de la Montaña de los Gatos, así como el detalle de los trabajos que se han llevado a cabo para su recuperación integral. Estará abierta de 11:00 h a 13:00 h y de 18:00 h a 20:00 h.
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El interior de la montaña consta de un espacio abovedado de planta circular abierto con un óculo superior del que nacen cuatro galerías que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle O’Donnell, hace las veces de acceso. Los otros tres nacen desde el espacio interior, avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores.
Un problema: las humedades
Uno de los objetivos prioritarios que estos trabajos han posibilitado pasaba por el tratamiento y la eliminación de las humedades por filtraciones registradas en el interior de la sala y en la bóveda. Para ello se ha mejorado su cubrición, teniendo en cuenta que en el momento de su construcción fue enterrada con tierra y vegetación para crear sobre ella la montaña artificial, ha explicado el Ayuntamiento. En lo que afecta a la bóveda, se ha respetado la construcción original, lo que ha implicado mantener su volumen, de 14 metros de diámetro y 11 metros de altura.
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En el exterior, la montaña cuenta con una serie de pequeños senderos ajardinados ascendentes rodeados perimetralmente de un conjunto de estanques sobre los que vierten tres cascadas artificiales, dotadas de un sistema hidráulico de recirculación. En este punto, se han recuperado las cascadas y las láminas de agua, al tiempo que se ha llevado a cabo una adaptación de las zonas arbustivas y del patrimonio vegetal. Dentro del propósito de devolver el espíritu original a este espacio, además de la estructura, también se ha restaurado el trazado interior de la montaña y se ha renovado el firme de los caminos que integran el recorrido.
En lo que concierne a los elementos patrimoniales del conjunto, se han consolidado, revalorizado y procedido a la renovación de las instalaciones de iluminación y de la red de riego, que se ha adaptado a la nueva vegetación.
Hallazgos arqueológicos
Al margen de los trabajos de recuperación, durante la realización de estas obras se han producido hallazgos arqueológicos, en concreto, se ha encontrado un viaje de agua (conformaban el sistema utilizado hasta mediados del siglo XIX en Madrid para la distribución) que conducía a una noria, anterior a la construcción del parque.
Los restos arqueológicos hallados van a quedar a la vista de los visitantes a través de una pantalla de cristal. También han aparecido los contrafuertes originales que han sujetado la bóveda desde su construcción y parte de ellos permanecerán descubiertos a partir de ahora con el fin de que puedan ser contemplados por el visitante a través de un cristal.
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