Los resultados de las elecciones generales del pasado 23 de julio no lo esperaban ni las encuestas. Con dificultades, el Gobierno de coalición podría aguantar cuatro años más gracias al aumento de votantes al PSOE, que se ha traducido en 2 diputados más y el mantenimiento del espacio político a la izquierda de los socialistas, de Sumar. En un mes, a toda velocidad, Yolanda Díaz articuló un acuerdo entre quince formaciones para concurrir juntos a las elecciones y evitar que la división del voto entre las diferentes fuerzas hiciera caer la posibilidad de que Sánchez siguiera en La Moncloa cuatro años más. La vicepresidenta en funciones impuso además una cláusula económica para intentar mantener a la coalición unida.
Los quince partidos que forman Sumar se han situado tras Yolanda Díaz como la figura capaz de conseguir mayor consenso entre los diferentes partidos que, por cuestiones internas, habían ido surgiendo en los últimos años: Podemos, Más País, En Común Podem, la Chunta Aragonesista, entre otros, son algunos de los partidos que han formado la candidatura de Díaz.
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Las negociaciones se llevaron a cabo contrarreloj y las que más costaron constituir fueron las alianzas con Podemos, Compromís y Más País. Las dos últimas peleadas con Podemos por asuntos pasados. Las tensiones entre las fuerzas y la intención de Díaz de mantener la unidad hasta el final, llevaron a la vicepresidenta a añadir un clausula en los acuerdos para asegurarse de que no se produjeran ni escisiones, ni tampoco rebeliones internas dentro del grupo parlamentario tras la cita con las urnas del pasado 23 de julio.
La clausula pasaría por asestar un golpe donde más duele: al bolsillo, es decir, los partidos que intenten abandonar la coalición, intenten entrar en el Grupo Mixto o pretendan crear un grupo propio sufrirán un recorte importante en el presupuesto, algo que a ninguna formación le interesa sufrir.
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Por ejemplo, Sumar y Podemos determinaron que el 23% de los ingresos de la coalición subvencionarían a Podemos, un dinero que le serviría a la formación a pagar asesores y demás gastos derivados del grupo parlamentario. Su intento de escisión o rebelión por alguna cuestión, dejaría a Podemos sin esos ingresos tan importantes.
Los <i>pablistas</i>
Cuando Sumar decidió que Irene Montero no podía estar en el nuevo proyecto de la izquierda y que, por tanto, no podía estar en la lista electoral, Podemos pidió a Sumar que reflexionara. “Díaz está decepcionando a demasiada gente al golpear así a una figura crucial de la izquierda”, señaló entonces Iglesias. Pero la debilidad política de Podemos provocó que los ‘pablistas’ se tragaran la bilis y aceptaran lo que les ofrecían: Ione Belarra, la secretaria general a las órdenes de Iglesias, como número cinco en la lista de Sumar por Madrid.
Belarra ejemplifica a la perfección la posición de los pablistas durante la campaña. La secretaria general solo ha participado en un único acto formal desde que esta arrancó oficialmente el 7 de julio. Este miércoles pasado Belarra asistió en Cartagena en un paseo y en una mesa informativa con el cabeza de lista por Murcia, Javier Sánchez. Belarra tampoco concedió entrevistas.
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Los pablistas no solo no olvidan la traición que supuso el veto a Montero, sino que creen que Díaz ha apostando por una campaña demasiado suave, poco combativa, sin mojarse en determinados temas.
“Ahora parece que estamos asustaditos, en la esquinita del tablero”, señaló Iglesias en referencia a la tibieza de Yolanda Díaz sobre Cataluña. Además, desde cuentas de Twitter supuestamente vinculadas a Podemos se pedía que solo se vote a Sumar en aquellas provincias donde candidatos de Podemos tienen opciones de conseguir escaño, “lo demás es regalarle el voto a Errejón y Yolanda”.
Podemos y sus deudas
Podemos no podía quedarse fuera de la coalición de partidos porque ponía en peligro seguir teniendo representación en el Congreso. Y esa representación conlleva unos ingresos económicos que son vitales para un partido que quedó maltrecho tras las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo.
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Podemos siempre financia sus campañas con microcréditos, es decir, con donaciones que realizan voluntariamente sus seguidores y simpatizantes. Para las últimas elecciones de mayo, Podemos consiguió recaudar por este sistema 870.000 euros, que ahora tiene que devolver. Pero los malos resultados cosechados tras estos comicios han puesto en una situación delicada a los morados.
Los 4 parlamentarios que lograron en las elecciones municipales y autonómicas les ha reportado 208.264 euros, además de la subvención que cada autonomía paga por voto obtenido, que suman otros 126.000 euros. Podemos logra en total 460.000 euros en subvenciones por concejales, escaños y votos obtenidos, muy alejados de los 870.000 euros solicitados en microcréditos.
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