Los 10 meses que España tuvo un Gobierno en funciones: Mariano Rajoy tuvo la investidura más larga

El hoy expresidente sumaba con el PNV, pero apostó por la abstención del PSOE

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Mariano Rajoy en la tribuna
Mariano Rajoy en la tribuna del Congreso de los Diputados. (EFE)

Las investiduras de infarto llevan siendo lo habitual en España desde la caída del bipartidismo, allá por 2015, cuando Ciudadanos y Podemos entraron en las instituciones y obligaron a los partidos tradicionales a pactar de otra forma. Ya no valía cambiar votos por investiduras o infraestructuras por presupuestos, una práctica habitual entre el PP y el PSOE y los partidos periféricos. A partir de 2015 se debían pactar políticas más allá de Euskadi y Cataluña.

El mandato de los ciudadanos costó entenderlo. En 2015 el PP pierde la mayoría absoluta que logró en 2011 y se establece un periodo de Gobierno en funciones sin precedentes en nuestro país. Un periodo de interinidad que pulverizó todos los récords españoles y estuvo a punto de alcanzar la marca de Bélgica. España se tiró más de 300 días, 314 con un Gobierno en funciones, Bélgica 541 días.

Este escenario se produce tras las elecciones de 2015. Mariano Rajoy, tras reunirse con el Rey, le comunica que no tiene los apoyos suficientes para superar la investidura, ni en primera vuelta (cuando se necesitan 176 diputados), ni en segunda votación (cuándo son solo necesarios más síes que noes).

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En este momento no estoy en condiciones. No solo no tengo una mayoría de votos a favor, sino que tengo una mayoría en contra”, explicó el entonces presidente en funciones, Mariano Rajoy. Sin embargo, en esa misma intervención aseguró que trabajaría para lograr una mayoría para superar la investidura. Ciudadanos, su socio natural, le cerró las puertas.

Un mes después de descartar la nominación del Jefe del Estado y, tras evidenciar su falta de apoyos, Pedro Sánchez pacta con Ciudadanos un acuerdo programático en el que los naranjas descartan entrar en el futuro Gobierno. Entre las principales medidas de ese acuerdo destacaba la suspensión de los aforamientos, la limitación de mandatos o la despolitización de la justicia, En definitiva, un acuerdo de mínimos en el que se pretendía apostar por aquello que llamaron “regeneración democrática”. ¿El problema? No sumaban lo suficiente. Ciudadanos y el PSOE aglutinaban, tan solo, 130 escaños, lejos de la mayoría de los 176.

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A pesar de no dar los números, Pedro Sánchez se presentó a la investidura pidiendo los votos de Podemos. No obstante, Pablo Iglesias descarta por completo el pacto con Sánchez, por ir de la mano de Rivera. En aquel debate se produce uno de los episodios más tensos de los últimos años en el hemiciclo. Pablo Iglesias invoca al fantasma de los GAL: “Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva, cuídese de él”, expresó. Iglesias mantenía que Sánchez estaba siendo presionado por los líderes históricos del PSOE, que le negaban el derecho a pactar con los morados. El propio Sánchez lo reconoció después.

Elecciones 26-J

El fracaso de la investidura de Pedro Sánchez con los apoyos de Ciudadanos fracasa. El país se ve obligado a repetir las elecciones. La repetición electoral mejoró los resultados del PP y, con mayor fuerza parlamentaria, apostó por, esta vez sí, intentar alcanzar una mayoría parlamentaria para lograr que Rajoy fuera investido presidente del Gobierno.

Ciudadanos, esta vez, pacta con Rajoy 150 puntos de acuerdo programático, 100 de los cuales, los naranjas lograron incluir en el acuerdo con Sánchez de meses atrás. Sin embargo, la posición de Sánchez se mantuvo firme: “No es no”, repetía.

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Con una nueva situación de bloqueo a la vista, Felipe González entra en escena. Con un artículo en el diario El País apuesta pos la abstención técnica, es decir, que los diputados socialistas necesarios, se abstengan para dejar gobernar al PP. Al artículo de González le sigue una entrevista y más tarde, lo vuelve a repetir en la Cadena Ser: “Me dijo que se iba a abstener. Me siento engañado”, expresa.

La posición de González parece que contagia a otros históricos como Alfonso Guerra o José Bono, que también abogan por la abstención. Está posición de los antiguos dirigentes socialistas hacen caer a Sánchez.

Más de la mitad del Comité Federal que lideraba Pedro Sánchez dimite, lo que provoca la caída de Sánchez y la puesta en marcha de una gestora, la cual toma la decisión de abstenerse. No obstante, muchos diputados socialistas, que mantienen la línea de Sánchez, se niegan a abstenerse y, pese a jugarse una sanción del partido, votan “no” en la investidura. Margarita Robles, Susana Sumelzo, Odón Elorza o Meritxel Batet fueron algunos de los diputados que votaron “no”.

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Primarias en el PSOE

Paralelamente, el PSOE, a nivel interno se debe reconstruir. El partido convoca primarias. Tres candidatos logran los avales suficientes para presentarse: Susana Díaz, que se presenta como la única candidata capaz de “coser” el partido tras la guerra. Patxi López, apuesta por su candidatura como el independiente, alejado de las peleas entre Sánchez y Díaz. Por último, el propio Sánchez, que se presenta contra el aparato del partido que le había desterrado.

Sánchez logra el respaldo de la militancia, gana a Díaz y se erige como el líder legítimo del PSOE. Un líder que, tras renunciar a su acta de diputado para evitar abstenerse en la investidura de Rajoy, se ha quedado fuera del Congreso de los Diputados y se ve obligado a hacer oposición desde fuera del hemiciclo.

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Mariano Rajoy es investido presidente

A pocas horas de que acabe el plazo para que el país acuda a las terceras elecciones, Rajoy es investido presidente del Gobierno, en segunda votación, gracias a los votos positivos del PP y de Ciudadanos y de la abstención técnica del PSOE.

Aquel Gobierno fue desalojado de La Moncloa en junio de 2018, por medio de una moción de censura, después de que la Audiencia Nacional sentenciara al PP, como culpable a título lucrativo, por la existencia de una contabilidad paralela.

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