En un recorrido por el patrimonio natural, cultural e histórico de nuestro país, el viajero puede descubrir infinidad de secretos y rincones escondidos. Estos, por norma general, son caprichosos y algo tímidos, pues solo unos pocos privilegiados tienen el gusto de conocerlos. Además, no suelen estar solos, sino que se cobijan bajo impresionantes fenómenos naturales o grandes obras arquitectónicas enmarcadas en distintas localidades. De esta forma, estos municipios terminan por convertirse en hermosos pueblos con grandes encantos difíciles de encontrar en otra parte.
Esto es justo lo que le ocurre a Anento, una pintoresca villa zaragozana enmarcada en la comarca natural de Campo Romanos. Gracias a su trazado medieval, la arquitectura tradicional e histórica y su frondoso entorno, está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España. Con alrededor de 100 habitantes, la localidad esconde multitud de secretos listos para descubrir. De todos ellos, destaca uno en especial, pues es uno de los parajes naturales más especiales y peculiares de la zona.
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Gota a gota
El secreto mejor guardado de Anento es el monumento natural conocido como Aguallueve. Se trata de un bello manantial que gota a gota ha ido regando el entorno que rodea a la villa. El agua discurre a través de formaciones calizas, paredes recubiertas de musgo, preciosos relieves y grutas. La humedad ha creado un entorno recubierto de helecho y hiedra, y las aguas se recogen en una balsa que riega los huertos del pueblo. En los días más fríos del invierno, el agua se congela y origina maravillosas estalactitas de hielo, así lo indica Francesc Ribes en el libro Rutas para descubrir la España Vacía (Anaya Touring). No obstante, el baño en sus aguas está prohibido.
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El Aguallueve se incrusta en un bonito valle rebosante de naturaleza, el cual se puede recorrer por medio de numerosos senderos. Así, a través un itinerario circular de 2,5 kilómetros que parte de la oficina de turismo de Anento, se puede descubrir este magnífico paraje natural, donde los contrastes de colores está más que garantizado. Pues el verde de la naturaleza se entremezcla con los colores rojizos de la arena arcillosa en la que se forman impresionantes cárcavas, mientras el gris, de la piedra caliza del alto del Aguallueve termina por completar el conjunto.
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Además, el sendero es apto para todos los públicos e ideal para practicarlo en cualquier época del año, siempre y cuando el tiempo lo permita. Para quien lo desee, se puede ampliar subiendo al castillo y al torreón celtibero próximo al pueblo (en total, una ruta de 4,5 kilómetros). Por otro lado, en los alrededores se puede encontrar otro atractivo natural conocido como el Recuenco, una hondonada de paredes arcillosas y formas caprichosas. Asimismo, las cuevas que taladran la montaña o se encuentran en algunas casas, excavadas en tiempos pasados para guardar alimentos, son otros espacios imperdibles.
Un gran patrimonio histórico
Más allá del impresionante entorno natural que rodea a Anento, esta bonita localidad cuenta con un entramado medieval de lo más acogedor. El viajero debe perderse por sus estrechas callejuelas y descubrir todos los rincones que agrupa la villa. Uno de los más destacados es la pequeña iglesia románica dedicada a San Blas, una construcción del siglo XIII que alberga en su interior un magnífico retablo gótico: la Virgen de la Misericordia y Santo Tomás Becket, obra del maestro Blasco de Grañén.
A su vez, en lo alto del tozal que domina Anento se alza el castillo medieval del siglo XIV. Sirvió de refugio y resistencia contra los ataques de los soldados castellanos de Pedro el Cruel. Además, desde su posición ofrece unas hermosas vistas. No hay que pasar por alto la hermosa arquitectura tradicional de la zona, en la que las casas de piedra están adornadas con multitud de plantas trepadoras que combinan a la perfección con el paisaje arcilloso de la zona.
Cómo llegar
Desde Zaragoza, el viaje tiene una duración estimada de 1 hora y 5 minutos por la carretera A-23. Por su parte, desde Teruel el trayecto es de alrededor de 1 hora por la misma vía.
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