El FMI eleva hasta el 2,5% el crecimiento del PIB de España para 2023, medio punto más que la previsión del Gobierno

El organismo internacional mejora su previsión para España e Italia por la mayor solidez de los servicios y el turismo y rebaja sus estimaciones para Alemania, a la que pronostica un 2023 recesivo

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La expansión de la economía española este año se producirá a un ritmo sustancialmente mayor del previsto inicialmente por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha vuelto a revisar al alza su previsión de crecimiento para España en 2023, hasta el 2,5%, mientras que mantiene en el 2% el pronóstico para 2024.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha actualizado este martes sus previsiones económicas mundiales y ha elevado la estimación del crecimiento del PIB español hasta el 2,5% para 2023, un punto porcentual más del pronóstico que avanzó el pasado mes de abril y casi medio punto más que la estimación que el Gobierno incluyó en el Programa de Estabilidad, el 2,1%. Además, mantiene en el 2% la previsión de avance de la economía española para 2024.

El organismo internacional ha destacado que esta significativa mejoría de su previsión para este año tiene en cuenta la “mayor solidez demostrada por parte de los servicios y el turismo”, algo que también sucede en Italia, pero en menor medida. De cumplirse las previsiones, el crecimiento de España será notablemente superior en 2023 al de la zona euro, para la que el FMI estima un avance del 0,9%, aunque se recuperaría hasta el 1,4% en 2024.

El organismo eleva también la previsión de crecimiento para el PIB de Italia en 0,4 puntos, hasta el 1,1% en 2023, pero rebaja el de Alemania en 0,2 puntos, hasta el -0,3%, por la debilidad de la producción manufacturera y la contracción económica registrada ya en el primer trimestre de este año. Según las previsiones, España será la economía avanzada que más crezca en 2023, seguida de los Estados Unidos y de Canadá, a los que pronostican un crecimiento del 1,8% y del 1,7%, respectivamente. Desde el ministerio de Asuntos Económicos celebran que España también tendrá “el crecimiento más alto de las principales economías desarrolladas en 2024″.

En el plano mundial, la recuperación económica se ralentizará y el crecimiento caerá del 3,5% de 2022 al 3% tanto en 2023 como en 2024. Esto se debe, en parte, a que las subidas de los tipos de interés de los bancos centrales para luchar contra la inflación “siguen lastrando la actividad económica”. En este sentido, el FMI prevé que la inflación general mundial descienda del 8,7% en 2022 al 6,8% en 2023 y al 5,2% en 2024, además de un descenso gradual de la inflación subyacente, aunque ha revisado al alza los pronósticos para la inflación en 2024.

Endeudamiento más sostenible, pero sin “austeridad generalizada”

Como puntos positivos, el FMI identifica que la crisis sanitaria del COVID-19 “ha terminado oficialmente” y que las interrupciones en las cadenas de suministros han vuelto “a los niveles previos a la pandemia”. La actividad económica en el primer trimestre del año demostró “ser resistente”, a pesar del entorno desafiante, y se han registrado “mercados laborales sorprendentemente sólidos”, como sucede en el caso de España.

Además, los precios de la energía y los alimentos han bajado “considerablemente” desde sus picos inducidos por el inicio de la guerra en Ucrania, lo que ha permitido que las presiones inflacionarias mundiales disminuyan más rápido de lo esperado. En cuanto a la inestabilidad financiera que siguió a las turbulencias bancarias de marzo, el FMI detecta que “sigue contenida” gracias a la acción de las autoridades estadounidenses y suizas.

El FMI considera que, tras años de fuerte apoyo fiscal por la crisis sanitaria e inflacionista, “es el momento de restaurar gradualmente los amortiguadores fiscales” y avanzar en una dinámica de endeudamiento más sostenible. Por ello, insta en el corto plazo a que se eliminen gradualmente las bonificaciones fiscales energéticas, dada la vuelta de los precios energéticos a sus niveles anteriores a la pandemia.

No obstante, aclara que esto “no es un llamado a la austeridad generalizada” porque el ritmo y la composición de la consolidación fiscal debe tener en cuenta “la fortaleza de la demanda privada” y la protección de los más vulnerables, en línea con el debate que se está produciendo en el seno de la UE en el diseño de las nuevas reglas fiscales.

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