Rainer Werner Fassbinder, el icono del Nuevo cine alemán que vivió deprisa y filmó aun más rápido

Filmin estrena un ciclo con algunas de las mejores películas del cineasta alemán, que murió a los 37 años pero con más de cuarenta películas a sus espaldas

“Hizo películas, películas con sangre, con lágrimas, con violencia, con odio, películas con muerte y películas con amor. Dijo que las películas no pueden hacerse sobre algo, que sólo pueden hacerse con algo, con personas, con luz, con flores, con espejos, con sangre, con todas esas cosas locas que valen la pena. En sus películas, las mujeres piensan. Y esto es algo que jamás se había observado en otros cineastas. En ningún otro. A las mujeres se las suele mostrar reaccionando, comportándose como se supone que deben hacerlo las mujeres, pero en las películas de Sirk piensan. Es digno de ver. Es maravilloso ver pensar a las mujeres. Da esperanzas. Quisiera haberlas visto todas, sus treinta y nueve películas. Si lo hubiese hecho, quizá habría ahondado más en mí mismo, en mi vida, en mis amigos. He visto seis películas suyas, entre las que se encuentran las más bellas del mundo”.

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Esto dijo Rainer Werner Fassbinder de Douglas Sirk, otro gran director alemán en la historia del cine que se caracterizó por hacer grandes melodramas, por retratar un cine de pasiones irracionales, de personajes marginales y en el proceso criticar la sociedad de la época. Las bellas palabras de Fassbinder al director de Imitación a la vida bien podrían repetirse en el propio cineasta, que se convertiría en todo un icono del llamado Nuevo cine alemán y cuya pasión y sentimiento han influenciado y permanecen hasta nuestros días.

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Filmin le dedica ahora un ciclo al director bávaro nacido en 1945 y fallecido en 1982, con apenas 37 años recién cumplidos pero con más de 40 obras a sus espaldas. Este lunes llegarán a la plataforma 23 de sus producciones, que harán que más de la mitad de la prolífica obra de Fassbinder estén disponibles en nuestro país, entre ellas grandes películas como Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, Todos nos llamamos Alí o La ley del más fuerte. Películas en las que Fassbinder explora la historia de Alemania en varias de sus épocas y en todo tipo de clases sociales, desde las más humildes a la burguesía, y explorando por el camino los lugares más recónditos de su propia alma.

Porque ante todo, Fassbinder fue un director camaleónico, inclasificable, que bebía de muchas fuentes -el teatro clásico, Bertold Brecht, los melodramas de Hollywood...-, los mezclaba y les daba su propio toque personal y estético. Porque aunque adaptase a grandes clásicos como Theodor Fontane -autor de Effie Briest, considerada la Madame Bovary alemana que Fassbinder adaptó en 1974- o Alfred Döblin, autor de Berlin Alexanderplatz, la obra de Fassbinder fue prácticamente indivisible de su vida, una sinfonía de grandes luces y sombras en las que también volcaba sus anhelos y frustraciones personales.

Imagen de 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant'

Cuando Rainer conoció a Detlef

Fassbinder comenzó a hacer cine en en 1966 con cortos como El vagabundo o El pequeño caos en los que se apreciaba una clara inspiración de la Nouvelle Vague francesa. Dado el bajo presupuesto con el que contaba, sus películas compartían ese espíritu de salir a la calle a rodar y contar todo tipo de historias por raras que fueran, así como empezó a destacar por una puesta en escena muy teatral dada su formación en este ámbito, y formando un equipo recurrente de técnicos y actores entre los que ya se encontrarían intérpretes como Hannah Schygulla o Margit Carstensen, que se convertirían en habituales en sus películas.

Sin embargo, todo cambió en 1971, cuando Fassbinder descubrió el cine de Douglas Sirk, el cineasta alemán que emigró a Estados Unidos con la llegada de Hitler al poder y allí realizó algunos de los grandes melodramas de la historia del cine. Una serie de películas (Sólo el cielo lo sabe, Escrito sobre el viento, Tiempo de amar, tiempo de morir...) que calaron y mucho en el joven cineasta y que lo cambiarían para siempre, acercándose mucho más hacia el melodrama y permitiéndose explorar sus propios sentimientos en la pantalla. De esta transición saldrían películas como Las amargas lágrimas de Petra Von Kant o Todos nos llamamos Alí, en esencia melodramas en color pero que en su matriz contenían una feroz crítica a la falsedad y superficialidad de la sociedad alemana, al igual que lo había hecho Sirk con la clase media americana de los años 50.

Un director más allá de etiquetas

Lo más fascinante del cine de Fassbinder es que, como le sucedía a Sirk y otros tantos cineastas del melodrama -Luchino Visconti en Italia o Vincente Minnelli en Estados Unidos-, fue un director muy adelantado a su tiempo en cuanto a su representación no solo de personajes marginales, sino también de historias de mujeres y personajes homosexuales. Fassbinder mantuvo relaciones homosexuales con varios de los actores con los que trabajó pero en sus películas la condición de homosexual no suponía un problema como tal, sino que era un elemento más que formaba parte de la personalidad de sus protagonistas.

Lo mismo sucedía con las mujeres, a las que dedicó buena parte de su cine y regaló algunas de sus historias más bellas y más trágicas, especialmente hacia el final de su carrera. Fassbinder realizó una trilogía llamada BRD (en referencia a la Bundesrepublik Deutschland, el nombre con el que se conocía en aquella época a la Alemania del Oeste) en la que se centró en tres mujeres muy diferentes pero con un nexo en común, el de conseguir abrirse camino en una Alemania en plena reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. El matrimonio de Maria Braun, Lola y La ansiedad de Veronika Voss fueron las tres películas de esta maravillosa trilogía, en la que Fassbinder puso toda su imaginación y creatividad al servicio de esas actrices con las que comenzó y con las que terminaría.

Las películas de Rainer Werner Fassbinder que podrán verse en Filmin

Su última película antes de morir, Querelle, es ya un icono del cine queer, y con los años Fassbinder se ha convertido en un referente para multitud de cineastas de todo tipo de ámbitos, no solo LGTBI como Xavier Dolan o incluso Pedro Almodóvar sino del melodrama en general y por supuesto en Alemania, donde su importancia es tan capital como lo ha sido la de otros directores del Nuevo cine alemán como Wim Wenders o Werner Herzog.

Fassbinder indagó en la crudeza del mundo en el que vivía con pasión y rabia, y a pesar de su tortuosa vida personal, marcada por ciertos vicios relacionados con las drogas, consiguió realizar más películas que nadie en tan poco tiempo. Hay quien dice que filmar era su manera de sobrevivir a su dolor, su manera de seguir sintiéndose vivo. Fassbinder murió demasiado joven, a los 37 años, por un fallo cardíaco fruto de las drogas. Vivió deprisa y rodó aún más rápido, pero dejó tras de sí un legado que ahora bien merece la pena recuperar a través de Filmin.

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