En 2009, la selección española femenina de baloncesto se hizo con la primera plata de su historia en el Mundial sub-19. En aquel torneo disputado en Tailandia, Estados Unidos ganó el oro, pero el MVP fue a parar a Marta Xargay. Por aquel entonces, Iyana Martín contaba con apenas tres años. Le quedaban 14 por delante para repetir la historia en Madrid: subcampeonas del mundo júnior también ante las estadounidenses (aunque en una final mucho más igualada) y el añadido del premio a mejor jugadora de la competición para la base asturiana. Capaz de brillar más que nadie a pesar de ser dos generaciones posterior (2006) a la mayoría de sus compañeras y rivales.
A sus 17 años, el verano baloncestístico de Martín es de puro ensueño. Apenas ha descansado, con 14 partidos en los últimos 23 días, pero el esfuerzo ha merecido la pena. Primero, ganó el bronce en el Europeo sub-18, ganándose un hueco en el quinteto ideal del evento. No conforme con su gran nivel entre las estrellas continentales de su edad, ha subido el listón todavía más con la sub-19, en una recta final de Mundial que ha disparado los elogios: 18 puntos contra Lituania en cuartos, 24 ante Canadá en semifinales y 19 puntos, 5 rebotes y 3 asistencias para llevar al límite a Estados Unidos en el duelo por el título.
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Con 16,1 puntos, 3,3 asistencias y 2,7 rebotes de media en siete partidos, Iyana ha dejado claro que es uno de los nombres más a tener en cuenta en el porvenir de la canasta femenina española. Sus acciones no han parado de copar las redes sociales durante los últimos días, aunando dirección de juego, talento, técnica y madurez a la perfección. La magia que atesora viene de lejos. Ya en 2022, fue plata en el Mundial sub-17 e incluida en el quinteto ideal, jugando una generación por encima de la suya. Ya con las chicas de su edad, se convirtió en subcampeona y MVP del Europeo sub-16. Doblar torneo con España y triunfar al hacerlo, a nivel tanto colectivo como individual, es el pan de cada día para ella.
Cantera del Segle XXI
Devota del baloncesto desde los siete años (lleva Carrión, su segundo apellido, en la camiseta porque empezó convencida por su madre: tanto ella como su padre entrenaban), Iyana Martín se abonó a lo de ser valiente con la pelota naranja desde bien temprano. A los 14, se animó a salir de su Asturias natal para enrolarse en las filas del que bien puede ser el principal centro formativo baloncestístico de España en el ámbito femenino: el Segle XXI catalán.
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Martín ha crecido a pasos agigantados, en lo deportivo y en lo personal, en Barcelona. Exprimiendo al máximo su beca de baloncesto y académica, ya ha jugado en la segunda categoría del baloncesto femenino español. Ante una oportunidad como la que se le presentó en su día, no dudó en tirarse a la piscina. Aunque no todo haya sido fácil por el camino. “Hubo un momento en el que yo me pensé hablar con mis padres y decirles que no me apetecía continuar [...] Aquí vives sola con una compañera. No tienes a un adulto permanentemente supervisando todo lo que haces. Maduras un montón [...] No sé si me va a ir bien, no sé si me va a ir mal, pero me voy”, llegó a confesar en el documental Basket Girlz: The Coming of Age.
Iyana Martín puede llegar lejos, pero no duda en mantener los pies en el suelo por si el sueño, incluso cuando es tan prometedor como resulta ahora, se tuerce. “Quiero seguir estudiando al 100% y sacarme la carrera. Y si lo puedo compaginar con el basket a nivel profesional pues me encantaría. Quizá en una liga española o europea. No me llama tanto Estados Unidos como tal, sino más el baloncesto europeo”, aseguró en una entrevista en Relevo. A Xargay, su predecesora española en lo de ser MVP del Mundial sub-19, no le fue nada mal: subcampeona olímpica y del mundo, tres veces campeona de Europa, una Euroliga femenina, jugar en la WNBA... La constancia es un arma poderosa. Y esta va de serie en la enésima joven promesa que forja la cantera inagotable de nuestro baloncesto.
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