Las elecciones en las que Correos se convirtió en una macrourna decisiva para el futuro de España

Al cierre del plazo, 2,47 millones habían ejercido su derecho a voto en las oficinas de la empresa pública, una cifra récord pese a las sospechas vertidas por la derecha: un 94,2% de los solicitantes emitieron su voto, un porcentaje superior al de otras elecciones

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Una mujer rellena la documentación tras solicitar el voto por correo en Madrid. (Gabriel Luengas/Europa Press)
Una mujer rellena la documentación tras solicitar el voto por correo en Madrid. (Gabriel Luengas/Europa Press)

El récord estaba en el año 2016, con 1.351.659 de votantes por correo. Aquel 26 de junio, a las puertas del verano, resultaba difícil imaginar que ocho años después se celebrarían unas elecciones en pleno mes de julio. Y con razón, porque no había sucedido nunca ni tampoco estaba previsto que sucediese ahora. Pero el adelanto electoral de Pedro Sánchez tras los resultados del 28-M convirtió a Correos en un actor principal de los comicios. Era evidente que aquella marca de 2016 iba a ser superada con creces.

Con las urnas postales ya cerradas, un total de 2,47 millones de ciudadanos han dejado a recaudo de la empresa pública su voto para decidir quién gobernará durante los próximos cuatro años. Una cifra histórica que supone un 99,08 % más respecto al total de votos admitidos en las últimas generales, celebradas en abril de 2019 (1.241.716) y un 82,06 % más que en las de junio de 2016 (1.357.745).

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Aunque estos registros han sido el principal motivo del protagonismo de Correos en estas elecciones –que podría representar a más de un 10% de los electores totales–, no es el único. La empresa pública ha marcado la agenda de varios días de esta campaña, empezando por los primeros, en los que el Partido Popular trató de movilizar este sistema entre sus votantes.

Cola ante una oficina de Correos de Alcalá de Henares, en Madrid, para depositar el voto.
Cola ante una oficina de Correos de Alcalá de Henares, en Madrid, para depositar el voto.

Cuando se empezaron a conocer los datos de movilización, el PP cambió de estrategia. Su candidato, Alberto Núñez Feijóo, sembró dudas sobre el proceso al pedir a los carteros que trabajasen día y noche, “con independencia de sus jefes”, para entregar la documentación requerida. El líder del PP les llegó a garantizar incluso que les pagaría las horas extraordinarias en un eventual Ejecutivo bajo su Presidencia. Obviamente, Correos ya había presupuestado el pago del tiempo extraordinario de trabajo, y así se lo hizo saber al PP a través de un comunicado.

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Pero dato mata relato, y en cuanto se publicaron las cifras de contrataciones, la ampliación de los horarios de las oficinas, y la Junta Electoral Central (JEC) garantizó el proceso electoral al rechazar las medidas extraordinarias clamadas por el PP, sus acusaciones se desvanecieron. Al menos hasta que Vox tomó el relevo.

Con los datos ya encima de la mesa, se confirma lo que ya había avanzado la JEC y se desmonta la teoría de la conspiración del PP y Vox. El voto por correo es un sistema seguro y garantista: 2.471.935 personas, de las 2.622.808 que lo han solicitado, ya han remitido sus papeletas, que esta noche llegarán a las urnas. La diferencia entre solicitudes y votos admitidos se ha situado en el 5,8%, el ratio más bajo registrado en todos los procesos electorales.

Los 161.524 que han solicitado su documentación, pero no han votado, han tenido a un cartero en su casa, al menos, en dos ocasiones. Además, como en los anteriores procesos electorales, Correos ha dejado la documentación disponible en las oficinas para estos ciudadanos.

Son cifras récord de voto por correo, pero que no han colapsado el sistema, al contrario, han aumentado las personas que han votado tras solicitar la documentación frente a otros procesos electorales. Cuando más encima tuvo el foco mediático, mejor respondió Correos, la macrourna que puede ser decisiva el 23-J.

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