El A400M es, sin duda, una muestra de lo que es capaz la industria aeroespacial europea, en especial, la rama dedicada a la aeronáutica militar. Este gigantesco avión de transporte, que en los últimos años ha demostrado ser una importante baza de las fuerzas aéreas que lo despliegan, está presente en siete países de la OTAN, entre ellos España. De hecho nuestro país es miembro del programa de desarrollo de la aeronave desde sus comienzos y posee una de las flotas más numerosas, solo por detrás de Alemania, Reino Unido y Francia. Sin embargo, España tiene un problema con este avión: se ha comprometido a comprar más de los que precisa y no sabe qué hacer con los que le sobran.
Hace más de 20 años, el Gobierno de José María Aznar acordó con Airbus Defence & Space, empresa que construye el A400M, adquirir 27 unidades de la aeronave. Y al ser España uno de los países que integra el consorcio del gigante aeroespacial europeo, también fue de los que más dinero se comprometieron a aportar para el proyecto: más de 3.450 millones de euros, presupuesto que con el paso de los años se incrementó a casi 5.500 millones. Sin embargo, en 2013, otra vez con el Partido Popular en la Moncloa, el Ministerio de Defensa anunció que solo emplearía 14 de los aviones contratados e intentaría revender los restantes 13 a terceros países.
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A finales de este abril, el Ejército del Aire recibió el decimocuarto A400M, el último que hasta entonces preveía operar, sin que se hubiese dado a conocer negociación alguna entre España y otro país para buscarle destino a las aeronaves sobrantes. Incluso, semanas antes, había trascendido la información de que la cartera de Margarita Robles sopesaba cancelar el pedido por los aviones restantes. Sin embargo, en un movimiento sorprendente, Defensa anunció en mayo que incorporaría tres A400M más de los estipulados hasta un total de 17 aeronaves, aunque la operación aún tienen que materializarse en un nuevo acuerdo con el fabricante.
De todas formas, el hecho de incrementar el número de aviones a utilizar no ha hecho otra cosa que reforzar la idea de que España rechazará los A400M faltantes de su pedido original. Y es que poder vender diez unidades de este avión no es tarea sencilla, como bien lo sabe también Airbus que, más allá de los países socios del proyecto, puede contar con una mano los clientes de este gigantesco avión. Y le sobran dedos.
La opción mexicana
En 2022, México hizo público su interés por adquirir aviones de transporte y, de acuerdo a los requisitos expuestos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la mejor opción para la Fuerza Aérea del país latinoamericano era el A400M. Ante esta posibilidad, la disyuntiva de España es intentar acordar con la administración mexicana la venta de los aviones que le sobran o dejar que sea la propia Airbus quien venda las aeronaves al país azteca, con el consecuente beneficio para la compañía europea y también para la economía española.
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Sucede que el programa del A400M es de suma importancia para la industria nacional, dado que todos los aviones de este modelo se ensamblan en la planta que Airbus posee en Sevilla. Revender las aeronaves a México -o a cualquier otro país- supone quitarle al mismo tiempo carga de trabajo a la industria aeroespacial andaluza. El reloj ya está corriendo para España, que pactó recibir las unidades faltantes entre 2025 y 2030. Este es un problema que heredará el Gobierno que salga de las urnas este 23 de julio.
Características de un avión inmenso
El A400M, según afirma Airbus, es el avión de transporte más versátil disponible en la actualidad y es capaz de dar respuesta a las necesidades más variadas de las Fuerzas Aéreas de todo el mundo. En España, por ejemplo, ha tenido un papel fundamental en la evacuación masiva de personas desde Afganistán, en 2021, tras la vuelta al poder de los talibanes y, más recientemente, en el conflicto de Sudán. El avión, impulsado por cuatro motores turbopropulsados contrarrotatorios EPI TP400, es capaz de desarrollar misiones tácticas, estratégicas y también es apto como avión de reabastecimiento en vuelo.
Con un espacio interior útil de cuatro metros de ancho y otros cuatro de alto, y una longitud útil de casi 18 metros, su fuselaje permite transportar numerosos tipos de carga de gran tamaño, como, por ejemplo, un helicóptero NH90 o un CH-47 Chinook, o dos vehículos de transporte de infantería Stryker de 17 toneladas. También puede transportar un camión grande semi-articulado de 25 toneladas con un contenedor de seis metros o una lancha de rescate, o equipos de gran tamaño, como excavadoras o grúas móviles necesarias en las tareas de auxilio tras un desastre natural.
El A400M, que sólo necesita 84 días cada 12 años para su mantenimiento periódico, posee un tren de aterrizaje compuesto de 12 ruedas diseñado para operar en piedra, grava o arena con eficiente amortiguación de impactos en la estructura del avión, y con un menor riesgo de sufrir daños por objetos externos, volviéndolo apto para aterrizar y despegar en pistas sin pavimentar, blandas o cortas
Asimismo, la aeronave puede volar a distancias de hasta 8.900 km, a una altitud de crucero de 11.300 metros y a una velocidad de hasta 0,72 Mach, muy similar a la de un avión con motor a reacción. El A400M destaca en las misiones de lanzamiento de paracaidistas, lo que puede hacer desde altas y bajas altitudes: desde 40.000 pies para operaciones de fuerzas especiales y hasta 15 pies para entregas de cargamentos a baja altura. Puede transportar 116 paracaidistas completamente equipados, que saltan de dos en dos desde la rampa o por las puertas laterales de salto.
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