El verano comenzó hace solo un mes y España ya acumula tres olas de calor, la última con temperaturas que se han acercado a los 45 grados en muchos puntos del país, y hay al menos tres fallecidos por golpes de calor, dos de ellos mientras trabajaban en el campo. De hecho, en estos últimos días han sido varios los lugares del mundo que han superado sus temperaturas máximas históricas, tanto en Europa como en China o Estados Unidos.
No es que el cambio climático sea un fenómeno nuevo, pero las temperaturas no habían subido a un ritmo tan rápido como hasta ahora. “Es ahí donde está el problema”, asegura a Infobae España Julio Díaz, profesor de investigación en el Instituto de Salud Carlos III, porque “el ser humano no se puede adaptar como especie biológica” a ese calor que aumenta de forma tan acelerada. “Nos hemos ido adaptando a las altas temperaturas gracias a los planes de prevención, a las mejoras sociosanitarias y socioeconómicas, así como a la creación de zonas verdes en las ciudades, porque todas esas medidas dan resultado”, dice el experto. Ahora bien, añade, en el momento en el que la subida de temperaturas sea mayor que la capacidad de adaptación, “se dispararán las muertes por calor”, de ahí la importancia de seguir creando medidas para combatir el cambio climático, resume.
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Díaz, doctor en física, ha dedicado buena parte de su carrera a investigar la relación entre la subida de las temperaturas y los incrementos de la mortalidad, por eso tiene claro que el factor de más riesgo para la salud de las altas temperaturas no es ni la edad ni el hecho de tener patologías previas, sino la pobreza: cuanto menor es la renta de los hogares, mayor es el impacto de las olas de calor.
“El principal factor de riesgo en olas de calor es ser pobre”, tal y como quedó reflejado en uno de los estudios elaborados por el instituto que representa, donde vieron que en Madrid “el impacto del calor es mayor en los distritos más pobres: Carabanchel y Puente de Vallecas”. Otro factor clave es la calidad de la vivienda, porque si una casa está bien acondicionada, “es más difícil sufrir el impacto del calor”, señala. Más allá de cuantificar los impactos, Díaz insiste en que ahora lo importante es hacer estudios locales sobre vulnerabilidad y adaptación.
Segundo país con más muertes por calor
El investigador no da demasiada importancia al hecho de que España sea el segundo país europeo con mayor número de muertes atribuibles al calor en 2022, al registrar 11.324, según el estudio publicado recientemente por el Instituto de Salud Global de Barcelona en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia. Díaz considera que “no se puede generalizar ni utilizar el mismo percentil para definir olas de calor en toda Europa”. En España, por ejemplo, se considera ola de calor cuando durante tres días consecutivos en un mínimo del 10% de las estaciones consideradas se registran temperaturas superiores al umbral de temperatura, que corresponde al percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000.
La mayoría de las muertes atribuibles a las altas temperaturas en España, recuerda Díaz, no se deben a golpes de calor, sino al agravamiento de enfermedades de base. Las personas que padecen problemas cardiovasculares, respiratorios o renales se descompensan más fácilmente y eso puede provocarles la muerte, mientras que “solo el 3% de los fallecimientos atribuibles a las altas temperaturas se deben a golpes de calor”. “El problema no es si somos el primer o el segundo país con muertes por calor extremo, eso no me dice nada. Lo que hay que hacer es mirar más allá y empezar a pensar en medidas para minimizar esa mortalidad”, sostiene.
Díaz critica que actualmente en los hospitales no haya “protocolos como tal” para atender a los grupos vulnerables en las olas de calor, como son los mayores, enfermos crónicos, embarazadas o personas que desempeñan trabajos al aire libre, si bien los médicos “saben perfectamente qué tiene que hacer” cuando una persona de estas características acude al centro hospitalario. “Lo que digo es que hay que protocolizar cómo atender a esas personas, que esté estandarizado”, aclara.
Mitigación, adaptación y gestión del riesgo
El investigador destaca la necesidad de seguir trabajando en la mitigación, adaptación y gestión del riesgo porque “son las únicas armas” disponibles por el momento. En ese sentido, considera clave reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) –reduciendo el uso del coche privado o consumiendo energía renovable–, adaptarse a las olas de calor para que tengan un impacto menor y tener claro cómo hay que actuar.
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A pesar de las consecuencias inquietantes del cambio climático como es el aumento de la temperatura, de las lluvias torrenciales o de los incendios forestales, Díaz se declara optimista, ya que en los últimos años se han producido avances significativos en España. El país cuenta con el Plan Estratégico de Salud y Medioambiente, destinado a proteger a la población de los riesgos medioambientales, y el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030, cuyo objetivo es evitar o reducir los daños derivados de este fenómeno y construir una sociedad más resiliente.
Además, recuerda Díaz, el pasado martes el Consejo de Ministros aprobó la creación del Observatorio de Salud y Cambio Climático, que pretende crear una cultura de autoprotección, especialmente entre las personas más vulnerables frente a los fenómenos meteorológicos y los efectos de los mismos en la salud pública.
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