Quién hubiera dicho, hace un tiempo, que la salida de Nikola Mirotic de la sección de baloncesto del FC Barcelona sería tan tensa y desagradable. Pero sí, la marcha de la hasta ahora principal estrella azulgrana no puede dejar otro regusto que no sea uno muy amargo. En lo deportivo, porque el buen concurso individual del ala-pívot montenegrino, nacionalizado español, no se saldó en lo colectivo con la tan ansiada Euroliga, a pesar de haber competido en tres Final Four consecutivas (sí se llevó la ACB y la Copa del Rey, en ambos casos por partida doble). Fuera de las canchas, por el más que probable desacuerdo entre el club y el jugador sobre el finiquito de un contrato que expiraba en 2025 y que, ante la disparidad de posturas, fue rescindido de forma unilateral por el Barça este jueves.
Con la frialdad por bandera (a diferencia de la despedida que se le brindó al entrenador Sarunas Jasikevicius, por ejemplo), se alegó que “esta medida se circunscribe en el cumplimiento del Plan de Viabilidad económica fijado por el FC Barcelona”. Así, la entidad se lava las manos y le cede la patata caliente del caso a Mirotic, libre ya para llegar a otro equipo (suena con fuerza el Partizan) y que tiene 20 días para demandar por despido improcedente al que hasta ahora lo era. Algo que a todas luces sucederá, puesto que hay una indemnización muy cuantiosa en juego.
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El Barça sale ganando
Ahora mismo, Mirotic ganaba unos 11 millones de euros brutos por curso en la Ciudad Condal. Aún tenía firmadas dos temporadas más como azulgrana, así que le quedarían por percibir hasta 22. Una cantidad que para nada va a ahorrarse el Barça con la rescisión: el juez fallará a favor del hasta ahora capitán y MVP de la pasada final de la ACB, y lo hará en unas cifras muy similares a las que efectivamente habría tenido que percibir la estrella de haber seguido en nómina.
Sin embargo, resolver el entuerto en los tribunales es una victoria parcial para la entidad. ¿Por qué? Tendrá que pagar a Mirotic de todas formas, pero ese dinero no saldrá de la masa salarial y, además, gana tiempo a la hora de abonarlo. Entra en juego el fútbol: para complacer a LaLiga, el Barça tenía que apretarse el cinturón no sólo en el deporte rey, sino también en el resto de sus secciones. De ahí este despido y su justificación en base a los recortes presupuestarios para ser todo lo viables que se les requiere.
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Por tanto, echar a Mirotic de esta manera no colisiona con el fair play financiero. Este ya no parece preocupar tanto, en cuanto que los refuerzos baloncestísticos no son para nada de perfil medio o bajo, como se había dado a entender que ocurriría, por el momento: Willy Hernangómez (habrá que ver qué ocurre finalmente en el caso de su hermano Juancho, que comparte agente con Mirotic), Darío Brizuela y Joel Parra.
El precedente de Oriola
No es la primera vez, en los últimos tiempos, en la que el Barça y un capitán de su conjunto de la canasta acaban mal. Sin ir más lejos, Pierre Oriola vivió en octubre de 2022 una situación idéntica a la de su excompañero Mirotic, como el propio interesado no dudó en aclarar a través de un comunicado. Inexistente en el caso azulgrana.
“Saliendo por decisión técnica a dos años para terminar mi contrato (rescindido unilateralmente por el club el 30 de junio de 2022), pero sabiendo que siempre di lo mejor cuando tuve la oportunidad”, confesó Oriola en su texto a través de Instagram. Aún fue más crítico en una entrevista posterior en el podcast La Sotana: “Era el capitán y no han hecho ni un simple comunicado. Me reuní con Mario Bruno Fernández y Juan Carlos Navarro para analizar mi actuación durante el año. En los últimos cinco minutos fue cuando me dijeron que no continuaría el siguiente curso. Podrían haberse ahorrado la reunión”.
Jasikevicius tampoco salió muy bien parado en aquel entonces. “No me dijo nada a mí. Sólo me llamó dos meses después de que me echaran a la calle para preguntar si estaba enfadado. Ya no lo estaba”, desveló también Pierre Oriola antes de que Nikola Mirotic viviese un episodio como el suyo en sus propias carnes.
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