‘Posesión infernal: El despertar’: demonios, sangre y violencia extrema en un nuevo capítulo de la saga de terror

Ya se puede rescatar en plataformas y en streaming (HBO Max) la nueva versión de este clásico del género que se convierte en un auténtico festín de demonios, sangre y violencia extrema

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Imagen promocional de 'Posesión infernal: El despertar' (Warner Bros.)
Imagen promocional de 'Posesión infernal: El despertar' (Warner Bros.)

Sam Raimi tenía 22 años cuando hizo Posesión infernal. Uno años antes ya había dirigido la que se convertiría en su germen, Within the Woods, un mediometraje de serie B en el que un grupo de amigos pasaba unos días en una cabaña en medio del bosque cuando después de penetrar en un terreno sagrado se convertían en zombies.

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Posesión infernal se convirtió en todo un fenómeno a principios de los años ochenta. Una nueva generación de directores, como Raimi o Tobe Hopper, comenzaban a dar sus primeros pasos a la hora de renovar el género desde una perspectiva de lo más perturbadora y sanguinolenta, con algunos hallazgos como, en este caso, la cámara subjetiva, que determinó el estilo de la película. Pero seguramente nadie se hubiera podido imaginar la trascendencia que alcanzaría esa pequeña película de terror rodada en 16mm que había costado 30.000 dólares, que recaudó casi tres millones y sería el inicio de una saga que llega hasta nuestros días, primero continuada por el propio Raimi con Terroríficamente muertos y El ejército de las tinieblas y más tarde por otros directores contemporáneos.

La resurrección de una saga que se reinventa

Cuando el fenómeno ya parecía haberse perdido en el tiempo, en 2013 Fede Álvarez lo rescató a través de un remake en el que se recogía su esencia y, además, se encargaba de revestir de una estilización formal y visual que la dotaba de un nuevo sentido. Eso sí, en ella se perdía parte del sentido lúdico de la original, porque Raimi siempre fue un especialista en dar a sus películas una espesura cómica muy negra, que le servía para fusionarlas con el gore en una técnica que solo él parecía dominar a la perfección.

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Hace unos meses pasó por la cartelera una nueva versión, Posesión infernal: El despertar, por la que nadie apostaba demasiado. Craso error. Después de un paso discreto por la taquilla, ya se puede redescubrir y disfrutar en plataformas digitales, en streaming en HBO Max y en Rakuten TV y Apple TV en alquiler y compra.

Ay, mami, me estás dando miedo
Ay, mami, me estás dando miedo

En este caso no hay cabaña en el bosque, sino un bloque de edificios que está a punto de ser desalojado donde una madre, Ellie (Alyssa Shuterland) vive sola con sus tres hijos después del abandono de su marido. Su hermana, Beth (Lily Sullivan) irá a visitarlos y cuando los pequeños vayan a comprar unas pizzas, se producirá un terremoto que abrirá un agujero que conduce a una cámara secreta sellada durante años. Allí encontrarán el famoso Libro de los Muertos y varios discos antiguos con invocaciones. Desde luego, no se pueden imaginar de qué va nada de esto, pero lo cierto es que el proceso se iniciará y, a partir de ese momento, no habrá vuelta atrás.

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El director de Posesión infernal: El despertar es Lee Cronin, que debutó con la muy interesante Bosque maldito y con este nuevo enfoque hacia el clásico consigue varios hallazgos porque, ¿qué puede haber más espeluznante que las posesiones tengan lugar en el espacio de seguridad que en apariencia es tu propio hogar? ¿cómo gestionar que sea tu propia madre (primera víctima de las entidades malignas) la que te quiera matar?

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Así, el edificio en general y la casa en particular se convertirán en una auténtica ratonera de la que resulta prácticamente imposible escapar mientras se multiplican las presencias malignas a través de los nuevos infectados. En ese sentido, no hay ninguna concesión y los responsables se toman muy en serio la tarea de comprimir en 90 minutos todo un carrusel de sangre, violencia extrema, horror sobrenatural y horror físico. Un festín repleto de incomodidad que sabe jugar sus cartas a la perfección y ofrece toda una serie de momentos de alto impacto sensorial que la convierten en una inesperada apreciable obra dentro del género.

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