Su flequillo, sus vaqueros de tiro alto y corte de campana, sus camisetas básicas (y por ende clásicas) y una rotura de esquemas que la convirtió en un icono del cine, de la música, de la moda y, por qué no, de la vida en sí misma. Jane Birkin fallecía este domingo por causas desconocidas, pero muy probablemente relacionadas con sus problemas de salud. No en vano, en 2021 tuvo que cancelar todos los conciertos que tenía programados a causa de un derrame cerebral.
La actriz y cantante franco-británica se convirtió en icono de la cultura pop por temas como Je t’aime... moi non plus, que interpretó junto a Serge Gainsbourg: una relación pasional e intensa que colocó a ambos en la cúspide del interés generalista y de la que nació su hija Charlotte Gainsbourg. Ambos se conocieron en 1968 en el rodaje de la película Slogan, del director Pierre Grimblat.
La erótica canción fue ampliamente criticada por ser explícita, por esos susurros orgásmicos y casi infantiles de ella, e incluso prohibida en las radios europeas y satanizada por el Vaticano. Más allá de su turbulenta relación con Gainsbourg, Birkin fue un espíritu libre que consiguió que un magnate francés de la moda de alta costura diseñase un bolso en el que poder insertar todo tipo de bártulos. El Birkin de Hermès es tan icónico como la mujer que inspiró su creación.
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El origen del Birkin
Jane Birkin tenía un estilo propio y único que, incluso décadas después, intenta llevarse a la fast fashion y a las grandes cadenas textiles. Ella enmarcaba el claro je ne sais quoi, una esencia y una elegancia intrínsecas a su personalidad que convertían (y han convertido) cada uno de sus looks en una cúspide de la moda sin premisas y sin tendencias. Nadie lo hacía como ella y nadie ha sabido hacerlo como ella.
Por eso uno de los bolsos más icónicos lleva su nombre. El Birkin de Hermès no sólo es una de las piezas más cotizadas en el universo de Anna Wintour y los desfiles de alta costura, también es una de las más caras y exclusivas. La llevan todo tipo de celebridades: desde las televisivas, como Kim Kardashian o Georgina Rodríguez, pasando por modelos, actrices y figuras empresariales y políticas. Da igual quién seas o con quién te juntes, hay lista de espera y los precios aumentan cada año.
No es un Chagall, tampoco un Hockney o un Klee, pero sí se considera una inversión, además de un lujo cada vez al alcance de menos gente. El Birkin costaba 2.000 dólares (unos 1.779 euros) en 1984, cuando se fabricó por primera vez. Hoy en día, un Birkin de piel normal cuesta unos 10.000 dólares (8.895 euros), mientras que uno de piel de cocodrilo con diamantes incrustados puede llegar a los 200.000 dólares (en torno a los 177.909 euros).
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El precio de la estrella indiscutible de los escaparates de Hermès se debe a que el Birkin está meticulosamente elaborado por artesanos expertos que dedican un mínimo de 18 horas a cada pieza. A diferencia de otras marcas que emplean las cadenas de montaje, el Birkin lo elabora un único artesano y cada modelo lleva un código único que indica el año en que se fabricó, el taller donde se hizo y el artesano responsable.
Volvamos a lo importante. ¿Por qué el accesorio de la marca de lujo francesa homenajea a la actriz y cantante franco-británica? Ella misma lo contó. Coincidió en un vuelo París-Londres con el CEO (director ejecutivo) de Hermès, Jean-Louis Dumas. Birkin solía salir de casa con su famoso capazo de mimbre, precioso pero poco práctico para la vida cotidiana de una mujer como ella.
Fue en ese esporádico e inesperado encuentro en el que Birkin le explicó a Dumas su necesidad (estrictamente vital) de contar con un bolso en el que pudiera tener todos sus bártulos. Tenía que ser funcional, a la vez que estiloso. Fue en un vuelo en 1984 cuando ambos crearon el icónico Birkin.
Nadie los llevó como ella, porque para Jane Birkin el bolso que nació de su necesidad y de su apellido era una funcionalidad ostentosa, un capazo elevado a una expresión logísticamente pomposa, pero al fin y al cabo, un bolso donde guardar todo lo que la acompañaba.
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