Novak Djokovic no pudo igualar a Roger Federer como máximo ganador masculino de la historia de Wimbledon este domingo. El octavo título del serbio tendrá que esperar después de que Carlos Alcaraz le derrotase en la Pista Central de Londres, donde hacía la friolera de diez años que Nole no perdía un partido. La racha llegó a su fin después de un duelo por el trofeo que ya es historia, sinuoso a más no poder: un 6-1 para ambos tenistas, un tie-break, un juego de casi media hora de duración, un quinto set...
Por si todos estos momentos épicos fuesen pocos, el espectáculo extradeportivo de Djokovic tampoco pasó desapercibido. En absoluto, puesto que el jugador balcánico hizo acopio de todas las virtudes que atesora también para el show, dejando una escena para la galería por encima de todas las demás: la rotura de una de sus raquetas tras estamparla con saña contra uno de los palos de madera de la red de la Central, justo después de ceder un juego ante el español.
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El golpe de Djokovic, consumado una vez que Alcaraz se puso a mandar por 2-1 en la quinta y decisiva manga, fue de tal intensidad que dejó dos muescas visibles en la barra, además de una raqueta totalmente inservible. La organización de Wimbledon no se ha quedado de brazos cruzados tras lo sucedido y este martes ha anunciado una multa de todo menos anecdótica para uno de sus campeones más notorios.
La sanción de Wimbledon para Djokovic
El “abuso de raqueta” (así se ha denominado la infracción) cometido por el campeón de 23 majors en el tercer grande del curso ha sido castigado con unos 8.000 dólares de penalización. Al cambio, hablamos de 7.110 euros a abonar por Djokovic a consecuencia de su arrebato de ira con el instrumento que le ha llevado hasta la élite de la ATP.
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No fue el único momento polémico de Nole en su enfrentamiento fallido contra Alcaraz. Al warning del juez de silla por lo ocurrido con la raqueta hubo que sumar otro, en pleno desempate del segundo set, por la tardanza ostensible del número dos del mundo a la hora de sacar. Llamaron especialmente la atención las ocasiones en las que Djokovic llegó a lanzar la bola al aire para detener el servicio justo después.
Por otro lado, al de Belgrado no pareció sentarle muy bien que el público apoyase más a Alcaraz. Así lo hizo notar con algunos gestos poco o nada elegantes, que no pudo contener ante el mayor empuje del gran exponente del relevo generacional en el panorama tenístico actual.
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