Un día de campaña para Feijóo: madrugar, comida en un área de servicio, 40 ‘selfies’ y un reencuentro con un antiguo compañero de colegio

El recorrido por cuatro comunidades autónomas desemboca al ritmo de Patti Smith en el Cantábrico

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la campaña del 23J (Foto: Europa Press)

Alberto Núñez Feijóo acaba de llegar al norte tras dos jornadas de olas de calor en el sur. Es jueves, 13 de julio, y recorre la AP-1 dejando atrás Ermua, donde acaba de presidir un acto en homenaje a Miguel Ángel Blanco. El tiempo es apacible, unos 20 grados de media. Se dirige con su equipo a Burgos, donde dará un mitin a las siete de la tarde, pero la hora de la comida le pilla en medio del camino, concretamente, en Vitoria, así que hace una parada en la estación de servicio.

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Feijóo y su equipo entran al típico comedor con menú del día, está abarrotado de gente, pero el hambre aprieta. En Vitoria puede esquivar el calor, pero no las decenas de ‘selfies’ que le piden entre bocado y bocado. Todos son desconocidos, así es la vida del político, sin embargo, hay un paisano, el dueño. El hombre es de Vilardevós, un pueblo de Ourense, lo que a cualquier gallego le hace sentir un poco más en casa. Pero con quien más habla el candidato del PP es con el camarero que atiende la mesa, que aunque no es paisano (es de Marruecos), vive, trabaja y, por lo tanto, conoce muy bien el norte y a sus gentes.

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Toca volver a la carretera. Ya no queda mucho, unos 160 kilómetros para llegar a Burgos. Allí se reúne con Alfonso Fernández Mañueco, uno de sus varios ‘barones’, pero el primero que integró a Vox en un gobierno de coalición. La temperatura es más elevada, no invita a la sopa castellana, tampoco a la morcilla, pero la ubicación es privilegiada: a las espaldas de Feijóo se impone la gran catedral de Burgos, un templo que comenzó a construirse en un año con número capicúa, 1221. Feijóo se anticipa a su aniversario, que se celebra el 21 de julio.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un acto de campaña del PP, en Burgos (Tomás Alonso / Europa Press)

Pero no se queda a dormir en Burgos, se va a León. La morriña es lo que tiene, ya que el candidato del PP vivió allí tres años, cuando era un estudiante del colegio Maristas Champagnat. Feijóo pasea por una ciudad que conoce de buena mano, no le acompaña la tranquilidad, sino los simpatizantes que no dejan de pararle por el camino: monjas, familias, jóvenes le peden una foto tras otra, y aprovechan para comentar el debate del lunes con una de las caras que se enfrentaron en el mismo. Sin embargo, la “foto finish” de ese recorrido es la catedral de Santa María de Regla.

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No todo es calle y turismo. El viernes toca madrugar para una cita importante a las nueve de la mañana: una entrevista en Onda Cero con Carlos Alsina. Feijóo entra en antena desde León y a la salida de los estudios, en la avenida del Padre Isla, se tropieza con los recuerdos que buscaba en esta ciudad: un antiguo compañero de colegio acude a saludarle.

Oviedo y Santander

Los tiempos de campaña son ajustados. Al mediodía tiene que estar en un acto en Oviedo, a una hora y media de León. Llega con unos 10 minutos de retraso, pero llega. Allí le esperan 30 grados al sol, y centenares de simpatizantes a los que el equipo del PP ha ataviado con gorras, pulseras, abanicos y banderas de Asturias y de España. Entra en la plaza, los medios intentan robarle alguna palabra antes del mitin, sudor en la frente, gritos de presidente. Da un mitin en el que, para variar, carga contra el ‘sanchismo”, pero también contra el calor: “Propongo que no vayan a la playa, ni a la piscina, que se queden en casa por la tarde, porque el sol ya lo hemos aprovechado por la mañana”, bromea.

Mitin de Feijóo en Santander

Por primera vez en la campaña, varias mujeres interrumpen en el mitin para reprocharle el conflicto en Justicia. “No soy responsable de las altas temperaturas, y tampoco del conflicto de Justicia, como dicen cinco compañeras, que aquí me lo recuerdan”, les responde Feijóo, que asegura que toma “buena nota” del conflicto, aunque echa balones fuera.

No hay mucho tiempo que perder después del mitin. A la salida, le esperan una veintena de “selfies”, esquivar micrófonos y más calor. Se para con un grupo de ancianos que se han hecho camisetas azules con el eslogan “Alberto, España te necesita”, y se saca otra foto con ellos.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un mitin en Oviedo (Foto: Infobae España)

Otro hombre le saluda, “soy un tocayo, a ver si en otro momento hablamos”, le dice con la confundida confianza que se adquiere a través de la pantalla del televisor. Feijóo le responde amablemente, “qué pasa, tocayo”. Está acostumbrado a los desconocidos, y más en campaña.

Parada en la Quesería Soberón en Asturias, antes de las dos horas de carretera hasta Santander, uno de los lugares más bonitos que conoce, dice durante el mitin que ofrece delante de un millar de personas. También frente al mar, al lado del Centro Botín. Allí, en plena rutina nómada, habla ya de mudanzas a la Moncloa, y de desalojar el enfrentamiento entre “falsos fachas y falsos progres”.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una quesería en Asturias (Foto: PP)

En Santander termina su jornada de mítines, a las 20:20 horas y con un clásico de Patti Smith, People Have The Power. Pero aún le falta otro viaje hasta Vitoria, donde hará noche tras pasar por tres comunidades autónomas en 12 horas, que se convertirán, con Euskadi, en cuatro.

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