Si hay un acompañante imperecedero de Carlos Alcaraz torneo tras torneo, ese es su padre. Carlos Alcaraz González ve reflejados en los 20 talentosos años de su segundo hijo el sueño de toda una vida: ser tenista profesional y, el más difícil todavía, estar entre los mejores del mundo. Es lo que a él le habría gustado conseguir en su momento, y no se puede decir que no lo intentase: disputó algunos torneos del circuito ATP e incluso llegó a ser subcampeón de España. Eso sí, también se quedó a las puertas, en la adolescencia, de entrar en la prestigiosa Academia Bruguera: tuvo que declinar el ofrecimiento porque su familia no podía costear tal oportunidad.
Así pues, Carlos Alcaraz padre tuvo claro que algún día se quitaría esa espinita clavada. Por eso, hace 30 años creó la escuela de tenis de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia, de la que es director y donde ha formado como entrenador tanto a sus cuatro retoños como a otros tantos jugadores. Tampoco dudó en replicar con Carlitos lo que su padre y abuelo del actual número uno, el Carlos Alcaraz primigenio (el de “las tres ‘C’: cabeza, corazón y cojones”), hizo con él en el pasado: seguir a su hijo hasta el fin del mundo si hace falta en pos de, como ha conseguido, convertir su pasión en profesión.
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La devoción tenística del hijo viene de familia. La tiene su abuelo y, por supuesto, su padre. Ha sido precisamente esa locura por el deporte de la raqueta la que, en el mejor Wimbledon de la carrera de Alcaraz, ha convertido a su primer técnico en objeto de polémica. Con una hipotética final del Grand Slam de la hierba contra Novak Djokovic en el horizonte, los medios serbios no han dudado en acusar a Alcaraz González nada menos que de espionaje en la semana decisiva del torneo.
“Probablemente es cierto”
Desde el país natal del gran favorito para imponerse en Londres, se ha criticado al equipo de trabajo del español, con el padre de Alcaraz como gran señalado, por grabar a Nole mientras entrenaba en el All England Tennis Club. Se considera que esos vídeos permitirían que el murciano jugase con ventaja en caso de pelear por el título contra el balcánico.
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El posible beneficiado no se molestó en negar tal actitud de su progenitor: “Probablemente es cierto. Mi padre es un gran aficionado del tenis. No sólo ve mis partidos. Creo que entra en el club a las 11:00 y se va a las 22:00. Ve partidos y entrenamientos de todos. Tener la oportunidad de ver a Djokovic de cerca... Sí, probablemente es verdad que grabó sus entrenamientos”.
No obstante, Alcaraz tiene muy claro que los vídeos de su padre eran simplemente recreativos y no para que él les saque algún tipo de partido. “No lo creo. Es decir, tengo un montón de vídeos de Djokovic en cualquier plataforma. No creo que sea una ventaja para mí”, zanjó. Dándole mucha menor importancia al asunto de la que parece haberle concedido el siete veces campeón de Wimbledon.
“No estás completamente relajado en el entrenamiento porque sabes que tus rivales también están ahí. Todo el mundo está mirando por encima de tu hombro lo que está pasando y en lo que estás trabajando. Me gustaría tener privacidad y no la tengo”, ha llegado a declarar Djokovic. Él mismo alimentó la idea de que “este contenido podría contribuir a ciertos análisis y preparativos, lo que afectaría al resultado de un eventual enfrentamiento con, bueno, Alcaraz, o cualquier otra persona”.
El picante para la posible final entre el primer y el segundo clasificado del ranking está servido. En la Pista Central de Wimbledon, habrá un asiento de excepción en el palco para Carlos Alcaraz González si uno de los partidos más importantes de la vida de su hijo tiene lugar. A buen seguro que algo grabará, por puro y duro amor de padre y por el tenis: pasase lo que pasase entonces, ya sería historia.
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