La cocina, al igual que el arte, también fue capaz de instaurar una revolución: convirtió el icónico, y tradicional, plato combinado en una esferificación de espuma de huevo roto con jamón ibérico y a los chefs en las nuevas estrellas del rock. De todo eso, y de mucho más, se habla en Esperando a Dalí, la película de David Pujol que combina el surrealismo con los fogones y cuyo proyecto tardó más de 10 años en coger forma. “Es como cuando un sueño se hace realidad”, indica el director a Infobae España.
Pujol, que atesora en su currículum la creación de los documentales El Bulli, historia de un sueño (2015) y Salvador Dalí. En busca de la inmortalidad (2018), ha conseguido aunar ambos mundos en una cinta dulce, cómica e inspiradora en la que dos hermanos, y jóvenes cocineros, se trasladan de Barcelona a Cadaqués (en la Costa Brava), uno de los rincones que más inspiración generaron en el pintor surrealista.
Pujol convierte la documentación exhaustiva de ambos mundos en una comedia feel-good ambientada en los años 70 en la que un restaurante peleará por conseguir que Dalí reserve para comer en una de sus mesas. El excéntrico dueño del restaurante, Jules (interpretado por José García), tendrá la ayuda de Fernando (Iván Massagué) y Alberto (Pol López), que huyen de la ciudad condal a causa de la represión política y con la intención de elevar su conocimiento culinario a un nivel supremo de exquisitez.
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“Es una película que he visto cinco veces y en la que siempre descubro cosas nuevas”, indica Massagué a este medio. En el rol de un cocinero con la aspiración de transformar los platos en obras de arte, el actor se ha sentido conectado con su vena personal más creativa. “Me encanta cocinar”, explica entre risas. Aunque los platos que elabora en su casa no se asemejen a los de su personaje en la cinta de Pujol, afirma ser un aficionado de la alta cocina y de los grandes chefs. “Representar a la máxima figura de la gastronomía es una suerte y un despilfarro... es una película preciosista, colorista y nos ha quedado muy bonita”, añade el actor.
Gran parte del elenco que forma parte de Esperando a Dalí destaca “la luz de Cadaqués” como una de las grandes experiencias del rodaje y de la cinta, que describen como un “cuento”, una “fábula positiva” que consigue plasmar “una esencia mediterránea que deja un gusto muy dulce”. También es una película con un “humor poético y amable” que triunfa a la hora de refrescar la temática del género.
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Cambiando los cánones
La cinta de David Pujol es, además de una oda a los veranos en el mar junto a una buena paella, un ejercicio reflexivo sobre el poder de lo local. No en vano, la cinta pone de relieve cómo, cuando la cocina francesa se alzaba como el no va más, el producto español consiguió ensalzar su talento y maestría culinaria.
“Está en nuestro ADN”, dice José García sobre la tendencia de los españoles de tirar piedras sobre su propio tejado. “Aún queda un poco de ese sentimiento de inferioridad, pero ahora estamos demostrando que cada vez hacemos mejor cine, mejor televisión y mejor teatro”, responde Paco Tous, también presente en la película.
El director coincide con este último. En la capacidad de pensar que las cosas pueden cambiar está la clave de la transformación. “Esto cambió con El Bulli y Ferran Adrià, que estuvo en la portada de TIME a principios de los años 2000 haciendo evolucionar la cocina hacia un lugar donde todavía perdura... Fue igual de disruptivo que Dalí con el surrealismo o que Picasso con el cubismo”, indica.
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