Si bien el fármaco se denomina Lorazepam, nadie en España -salvo los profesionales de la salud- lo conoce con ese nombre. Para el ciudadano de a pie este ansiolítico, el más consumido en el país, se llama Orfidal, que en realidad es una de las marcas bajo la que se vende este medicamento. Estas pastillas se utilizan para tratar el nerviosismo pero, como todas las medicinas, tienen efectos secundarios de los que todos sus consumidores debieran estar al tanto.
Así, los expertos recomienda tomarlo siempre bajo supervisión médica y jamás incrementar su dosis por cuenta propia, dado que es una sustancia muy adictiva y su abuso puede causar graves trastornos. En el peor de los casos su abuso puede causar la muerte. De igual manera, tampoco es un fármaco que se pueda dejarse de un día para el otro, por lo que lo mejor es -cuando ya no es necesario para la salud- reducir su consumo paulatinamente para evitar sufrir dolores musculares.
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Este medicamento es de la familia de las benzodiacepinas y, normalmente, se receta a personas que deben hacer frente a la ansiedad, el insomnio y la epilepsia, aunque también se emplea como hipnótico. El Lorazepam también se usa a veces para tratar las náuseas y los vómitos provocados por el tratamiento del cáncer y para controlar la agitación causada por la abstinencia de alcohol.
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El Orfidal incrementa la actividad del Gaba, uno de los neurotransmisores cerebrales que más protagonismo tienen a la hora de disminuir la activación neuronal, lo que genera efectos de relajación y sedación. Este medicamento tiene una gran eficacia, sobre todo en el sistema límbico, la principal área del cerebro que rige la esfera emocional, así como en diferentes regiones de la corteza las cuales permiten el procesamiento de la información y el razonamiento.
Principales efectos secundarios
El Lorazepam es un fármaco que tiene décadas de uso y ha demostrado ser muy seguro, sin embargo, entre los efectos secundarios más comunes del Lorazepam destacan la somnolencia, mareos, cansancio, pérdida del equilibro, diarrea, náuseas, cambios en el apetito, agitación, estreñimiento, visión borrosa y cambios en la capacidad sexual. Asimismo, algunos de estos efectos pueden ser graves: caminar arrastrando los pues, temblores persistentes, dificultad para andar, sarpullido, urticaria, hinchazón de la cara, dificultad para respirar, ictericia en piel u ojos, ritmo cardíaco irregular.
Otro impacto que puede tener es la pérdida de capacidad para realizar tareas complejas, como puede ser conducir vehículos y cualquier otra acción que requiera concentración y precisión. Además, pasado un tiempo pueden surgir otros efectos adversos si se consume por muchas semanas: adicción física y psíquica -uno de los efectos secundarios a largo plazo más peligrosos-, confusión, depresión, alucinaciones, delirios, problemas de memoria, insomnio, impotencia.
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