‘Huye, conejo, huye’, el inquietante thriller de Netflix que protagoniza Sarah Snook, Shiv Roy en ‘Succession’

La película se inserta dentro del cine de terror dirigido por mujeres que escarba en los miedos y los traumas femeninos, en este caso en torno. la maternidad y la relación entre una madre y una hija

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La niña con la máscara
La niña con la máscara de conejo que da mucho miedo

Una madre, Sarah vive con su hija, que acaba de cumplir siete años. Acaba de perder a su padre, con el que la niña tenía una conexión especial y su ex pareja ha rehecho su vida con otra mujer. Así que las dos están solas. Han experimentado muchos cambios, pero parece que todo va bien... hasta que aparece un conejo blanco en casa y la niña, que se llama Mia, comenzará a comportarse de forma muy extraña, hasta el punto de asegurar que es otra persona, en concreto, la hermana de Sarah, que desapareció cuando eran pequeñas en extrañas circunstancias.

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Terror en clave femenina

Este es el punto de partida de la película australiana Huye, conejo, huye, protagonizada por Sarah Snook, en su primer papel importante después de haber hecho historia con su personaje de Siobhan Roy en Succession, está dirigida por Diana Reid y escrita por la prestigiosa escritora Hannah Kent, autora de bestsellers como Ritos funerarios.

No es casual que sean tres mujeres las que lleven la voz cantante de esta película, al igual que ocurría con otra cinta australiana como Babadook, con la que comparte algunos elementos interesantes a la hora de hablar de la maternidad, del peso que genera y de cómo se pueden colar monstruos (ya sean reales o mentales) que se encargan de desestabilizar la salud psicológica de las protagonistas. En la película de Jennifer Kent, una madre y un niño también estaban solos, aunque en ese caso, se colaba en sus vidas una criatura que tomaba la forma de los traumas en torno a la pérdida y la soledad que siente el personaje femenino.

Sarah Snook enfrentándose a los
Sarah Snook enfrentándose a los terrores del pasado a través de su hija

En Huye, conejo, huye, no hay monstruo como tal, pero también da mucho miedo. ¿Qué puede producir más repelús que tu hija abandone su identidad, se ponga una careta de conejo y diga que es tu hermana desaparecida que ha regresado para ajustar cuentas con un secreto del pasado?

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La película juega con ese mal rollo constante, también con la duda de si lo que vemos está ocurriendo realmente o se encuentra en la cabeza de la protagonista, que ha empezado a distorsionar la realidad a causa del trauma. En todo caso, y aunque no se encuentre a la altura de sus referentes (que abarcan desde la mencionada Babadook a Goodnight Mommy o, incluso El orfanato, Huye, conejo, huye se inserta dentro de esa nómina de terror femenino que explora los miedos que lleva implícita la maternidad. En este caso, como ocurría en Relic, también se conecta con la herencia, ya que la madre de Sarah (Greta Scacchi) se encuentra ingresada en el hospital a causa de la la demencia.

Sarah Snook interpreta a una madre soltera asustada por los inexplicables recuerdos de su pequeña hija.

No es que Huye, conejo, huye invente nada nuevo, tampoco aporta una iconografía, aunque la máscara de cartulina de conejo rosa, funciona como elemento de incomodidad y la atmósfera de la película resulta de lo más enrarecida y asfixiante a medida que avanza la trama, convirtiéndola en una especie de thriller de horror gótico de lo más sugerente.

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