Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo, minutos antes del inicio del debate. (REUTERS/Juan Medina) Y llegó el duelo decisivo, el único debate cara a cara que tendrá esta campaña entre los principales aspirantes a dormir en La Moncloa tras las elecciones del 23 de julio: Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo. La cita ante las cámaras y los micrófonos de Atresmedia (Antena 3, La Sexta y Onda Cero) no defraudó. No por la calidad de las propuestas (que hubo pocas), sino por el combate dialéctico que se libró durante 100 minutos. Un combate, por muchos momentos, de altos decibelios.
Ambos cumplieron con el papel esperado, papeles que por circunstancias demoscópicas estaban intercambiados. El presidente estaba obligado a ser más agresivo porque las encuestas le vaticinan la derrota, mientras que el aspirante (que se ve ganador) tenía poco que arriesgar en el envite. No quería ganar, le bastaba con no perder, con empatar. Había mucho en juego. Según el último CIS, casi un 14% de los ciudadanos duda entre dos partidos a la hora de votar. De ellos, el principal dilema es entre el PSOE y Sumar (un 36%), pero otro 10% asegura que aún no se ha decidido entre socialistas y populares.
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Y el papel esperado es que ambos tenían deudas pendientes que saldar. Los reproches ganaron a las propuestas. No hubo claridad en los compromisos programáticos. Fue un debate pobre. Pero bronco y duro. Parecían una pareja que ya sabe que su relación se ha roto y que se sueltan todo lo que guardaban dentro con rencor. Reproches y más reproches. El debate se estableció en cuatro bloques: Economía (abierto por Sánchez); Política Social e Igualdad (abierto por Feijóo); Pactos y Gobernabilidad (abierto por Sánchez), y Políticas de Estado, Institucionales e Internacional (abierto por Feijóo).
El primer bloque se convirtió en un intercambio de datos macroeconómicos que seguramente mandaron a la cama o hicieron cambiar de canal a muchos de los televidentes. Imposible seguir el debate. Sánchez vendió su política de empleo y crecimiento económico y enseguida soltó su primera andanada: “el problema es que el señor Feijóo y Abascal quieren derogar todo lo que funciona”. Era una de las estrategias clara del presidente: “PP y Vox son lo mismo”. Había que repetir hasta la saciedad que Feijóo solo puede gobernar con la ultraderecha.
Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo durante el cara a cara en Atresmedia. (La Sexta) Feijóo, por su parte, sabía donde devolver el tiro. Abusó de la palabra “mentira”, acusando en reiteradas ocasiones de mentir al presidente, lo que se notaba que sacaba de quicio a Sánchez. “Su política económica es la del populismo de Podemos y de los comunistas. Y un poco de ‘sanchismo’. Los alimentos han subido un 30% y las hipotecas han subido 300 euros al mes, los alquileres están en máximos. Usted ha subido los impuestos 42 veces. Los españoles no somos tontos”, le reprochó el líder popular. “¿En qué mundo vive usted?”, le recalcó Feijóo. Fue todo tan tenso y crispado desde el principio que las interrupciones entre los contendientes hacían inaudible en algunos momentos la discusión.
Fue la única parte del debate en la que los electores/telespectadores pudieron conocer alguna propuesta. El líder socialista aseguró que blindará el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) al 60% del salario medio, mientras que Feijóo anunció que luchará contra la okupación ilegal (una de los temas donde sabe puede pescar votos) y que revalorizará las pensiones con el IPC para “no tomarle el pelo a los pensionistas”. Pero fue solo un espejismo. Los dos boxeadores enseguida siguieron con el intercambio de golpes: “A eso hemos venido, a derogar el ‘sanchismo’. ¿Por qué le molesta que Bildu y ERC hayan pactado la ley de vivienda con usted?, le preguntó Feijóo. “Su partido aprobaba amnistías fiscales para grandes fortunas, entre ellos gente del PP”, le espetaba Sánchez. La verdad es que durante toda la noche se mezclaron los temas sin ton ni son
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La escenografía elegida por Atresmedia y pactada por los dos partidos propició el enfrentamiento. Los dos candidatos estaban sentados frente a frente en una mesa minimalista, de dos metros y medio de longitud. Los populares habían preguntado incluso si la distancia entre los candidatos podía ser mayor, pero no coló. Los presentadores (Ana Pastor y Vicente Vallés) moderaron con prudencia, dejando que los reproches coparan el debate. Lo que sí llevaron a rajatabla fue el tiempo de intervención de cada uno. Contaban para ello con un equipo de oficiales de mesa de la ACB que medía las intervenciones de cada uno buscando un equilibrio razonable en el uso del tiempo por parte de los dos candidatos. Estaba prohibido el uso de móviles, relojes o “cualquier dispositivo” para que los protagonistas no pudieran recibir mensajes.
El debate subió de temperatura cuando empezó el segundo bloque del debate. Feijóo sabía qué tecla tocar y afeó a Sánchez su “disparate” de ley del ‘solo sí es sí'. Enumeró los datos de violadores y pederastas que han visto reducidas sus penas o que han sido excarcelados. Es el punto débil de líder socialista. “Pasará a la historia por el presidente que aprobó en el BOE la ley del ‘solo sí es sí'”, aseguró Feijóo.
Pedro Sánchez en el debate de Atresmedia. Aquí es cuando se vio al Sánchez más nervioso y enfadado. “Un error jurídico se corrige, pero una declaración machista a sabiendas es otra cosa. Ustedes pactan con un partido machista que no condena la violencia y eso tiene consecuencias”, le respondió Sánchez, que recordó al líder popular que justificó la condena del candidato de Vox en Valencia porque fue “un divorcio duro. Ustedes han claudicado ante el machismo con estos vergonzosos acuerdos con Vox. Estoy indignado. Ustedes cambian sillones por principios, un intercambio impúdico”. Fue la primera vez que le llamaron la atención los presentadores.
“A usted le va a perseguir la ley del ‘solo sí es sí', volvió a enfatizar Feijóo, que sabía que este debate no le favorecía y aprovechó para sacar un tema: los pactos postelectorales. El líder del PP sacó entonces un documento, pareció que lo firmaba, que recogía un pacto para que ambos se comprometieran a dejar gobernar, tras el 23 de julio, a la lista más votada. Se preguntaban lo que quería y se respondían los que les apetecía. Otro ejemplo. “¿Va a derogar la ley de la eutanasia”?, preguntó Sánchez. “Aprobaré la ley de la ELA”, contesto Feijóo. Churras con merinas.
Alberto Nunez Feijóo a su llegada al debate (REUTERS/Juan Medina) Feijóo se defendió bien. Como hemos dicho se trataba de no perder, bastaba con empatar. En su partido saben que el gallego no es ningún experto en esto de los debates. No le salen bien. Por eso llevaba la consigna de presentarse con un talante moderado e institucional, intentando no caer en las provocaciones de su contrincante. Fue difícil. Como ha declarado el propio Feijóo, “a Sánchez se le dan mejor los platós que la gestión”.
El termómetro volvió a subir cuando Ana Pastor preguntó directamente a Feijóo si gobernará con Vox en el inicio del tercer bloque. “Si consigo los votos necesarios, Abascal no entrará en el Gobierno”. Una respuesta que deja la puerta abierta a la ultraderecha. Terreno pantanoso, por eso el líder popular cambió rápido de tema y recordó que “hoy hace 26 años que secuestraron a Miguel Ángel Blanco. Lo que jamás voy a hacer es gobernar con el brazo político de quienes lo planearon y lo ejecutaron. De pactos ustedes no pueden dar ninguna lección”, señaló.
Siguieron los reproches. “Ustedes sostienen que yo gobierno con Bildu. Hagamos un ejercicio e intercambiemos nombres de responsables institucionales de Vox y Bildu. Sánchez empezó entonces a enumerar cargos de Vox en las instituciones que han destacado por sus declaraciones machistas, negacionistas del cambio climático y antivacunas. “A Otegi y a Junqueras le conoce toda España. ¿Usted duerme bien?, señor Sánchez. No dé usted lecciones de pactos, nos hemos enterado por Puigdemont que su Gobierno le ofreció un indulto. Le propongo un pacto por el que nadie que haya tenido condenas por delitos de sangre ocupe un cargo electoral”, le respondió Feijóo.
Alberto Nunez Feijóo y Pedro Sánchez junto con los presentadores Ana Pastor y Vicente Vallés (REUTERS/Juan Medina) Estábamos ya en el momento en que lo mejor era abrir una bolsa de palomitas y ponerse en cómodo y ver el intercambio de golpes. “Ustedes se hacen camisetas con la frase de ‘que te vote Txapote’ ¿Lo condena usted, señor Feijóo?, lanzó el socialista. Feijóo sacó entonces una lista con los insultos marcados en amarillo que “15 ministros de España” le habían dedicado.
Y cómo no, no podían faltar los indultos a los independentistas catalanes, la posición política de España con el Sáhara y el ¡Falcon!, el famoso Falcon. “Usted ha indultado a los que dieron un golpe a la Constitución y ha eliminado el delito de sedición después de 200 años y rebajado los derechos de malversación. La unidad de España no se negocia. Usted no es creíble ni fiable. Lucha contra Putin y le compra gas ruso. Nadie sabe usted lo que ha pactado con Marruecos”. Feijóo se fue animando al final y Sánchez se fue apagando. 100 minutos dan para mucho.
“Puedo explicar mis cuentas corrientes, mis viajes y mi móvil…”, señaló Sánchez, con claras alusiones al pasado claroscuro de Aznar y Rajoy. “Por qué no publica usted sus sueldos y sobresueldos, que por cierto son muy comunes en su partido”. Sánchez lo intentó, pero no consiguió en ningún momento dominar el duelo. Y Feijóo no logró desembarazarse del peso que supone llevar a Vox en la mochila. Y con eso llegó el final, el minuto de oro. “Soy un político limpio, autónomo y libre”, destacó Sánchez. “Seré un presidente de fiar, no mentiré a los españoles”, terminó Feijóo. De las propuestas para los próximos cuatro años ya quedarán otro día ¿Quién ganó el debate? La respuesta la sabremos el 23 de julio por la noche.
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