Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer. Este sábado 8 de julio ha tenido lugar la boda más esperada del año, esa que estuvo en vilo durante varias semanas por una infidelidad del novio y que finalmente ha tenido el mejor de los desenlaces. El palacio de El Rincón, propiedad de la marquesa de Griñón, ha sido el escenario en el que se han dado cita los ya recién casados a sus invitados, que no solo llegaban con ganas de disfrutar de la jornada, también conscientes de que iba a ser un enlace exclusivo.
No solo por la presencia de tantos rostros conocidos, sino porque la pareja ha querido que su gran día sea todo un misterio en la medida de lo posible ya que han vendido sus imágenes a una publicación a modo de exclusiva. Pese a ello, se han desvelado muchos detalles de la ceremonia de Tamara e Íñigo.
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Los invitados fueron llegando en coche y buena parte bajaron las ventanillas para que la prensa allí reunida pudiera fotografiarlos y ver partes de sus vestuarios. La gran ausencia fue la de Enrique Iglesias, hermano de la novia, que finalmente no viajó a Madrid. Cuando todos llegaron, novios incluidos, dio comienzo la boda. Y pese a que las horas estaban marcadas con puntualidad inglesa, lo cierto es que la cita comenzó 45 minutos tarde, lo que hizo que el resto de actividades se retrasaran, aunque sin mayores problemas.
Para que no se filtrara ninguna foto el matrimonio marcó unas fuertes medidas de seguridad y prohibió a sus invitados los móviles. Eso sí, habilitaron una zona, lejos de la fiesta, donde sí pudieron utilizar los dispositivos bajo supervisión. Además, los asistentes firmaron un contrato de confidencialidad para preservar la intimidad de la pareja. Según añadía el programa Y ahora Sonsoles, estas normas y el patrocinio de la ceremonia provocaron que algunas personas decidieran rechazar la invitación y no ir a la boda, como Christian de Hannover y Sassa de Osma.
Las lágrimas de Íñigo
Tal y como se ha conocido, la ceremonia religiosa fue muy emotiva. Onieva, que esperó a Tamara en el altar, no pudo evitar las lágrimas al verla llegar vestida de novia, con el velo sobre el rostro. El ingeniero era consciente de que ella era la verdadera protagonista y, por eso, quiso homenajearla también con su vestuario. Tal y como mostró en sus redes sociales, para el día de su boda eligió unos gemelos personalizados, de oro y en forma de T que servían para dejar claro que Tamara es el centro de todo.
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Un pequeño accidente
De manera soprendente, el momento más intenso de la boda no ha sido cuando Tamara ha pronunciado el ‘sí, quiero’, sino cuando a uno de los tres curas que oficiaba la misa se le ha prendido fuego la casulla. “Ha habido un pequeño incidente con las velas, que han empezado a prender la casulla del sacerdote José Luis, aunque Alejandra Onieva, muy atenta a todo lo que sucedía en el altar, lo ha apagado rápidamente a manotazos”, narraba ¡Hola!, el único medio acreditado, en su web.
El padre Cruz, también tenía su momento de ‘protagonismo’ al confundir el nombre del novio, llamándolo Álvaro en vez de Íñigo.
Hasta el amanecer
Pese a estos acontecimientos la boda fue perfecta, tanto que la fiesta se alargó hasta la salida del sol. Los novios han llegado al Hotel Ritz de Madrid pasadas las 8 de la mañana de este domingo, en un mismo coche, después de disfrutar de una noche mágica en el palacio El Rincón tras su enlace matrimonial.
Tamara se ha dejado ver felizmente emocionada, con una sonrisa de oreja a oreja y luciendo el que sería el tercer vestido de novia que el equipo de Wes Gordon, de la firma Carolina Herrera, le ha diseñado para este fin de semana de ensueño. Sin hacer declaraciones y agradeciendo a la prensa su interés, la Marquesa de Griñón ha entrado al hotel reflejando su absoluta felicidad.
La cara de Íñigo no era la misma que la de su mujer. Visiblemente serio, cansado y con gafas de sol para ocultar su rostro, el empresario se ha bajado del vehículo con menos prisa que su pareja y ha entrado al establecimiento más despacio. Tras ellos, el personal del hotel ha recogido del vehículo un bolso y un portatrajes donde podría ir otro vestido de novia. Pero lejos de disfrutar de su ‘mañana de bodas’, el matrimonio va a descansar y es que a mediodía van a recibir de nuevo a sus invitados para disfrutar de un brunch con ellos.
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