Cuando una oveja vale más que un hidroavión: España, el país en llamas que necesita prevenir los incendios de verano

Los incendios se han vuelto tan agresivos que hay ocasiones en las que los bomberos forestales no pueden intervenir. La prevención es el camino marcado por organizaciones y profesionales

Incendio comarcas de Alba y Aliste. Zamora.Imagen de los incendios en Zamora durante este 2023 junto a un gráfico del total de incendios en la última década en España

“Nosotros a la vegetación le llamamos combustible”, explica Vicente, bombero forestal, y tal vez con esa reflexión esté todo dicho. El monte, como un doppelgänger, tiene un reverso oscuro que junto a este contexto de cambio climático se aleja de la idea bucólica de terrenos verdes, húmedos y frescos. “La masa forestal aumenta cada año porque el abandono rural es muy acuciante. Todo eso es combustible que sumado a la crisis climática provoca incendios de mucha energía”, sostiene.

Las altas temperaturas y las olas de calor, la profunda sequía y el debilitamiento de la vegetación por la falta de agua son un combo criminal que amenaza con dejar un verano plagado de incendios. El ingeniero forestal y activista Félix Martín habla de “estrés hídrico” de los montes y bosques de España. “Si los bosques no tienen la lluvia que tenían antes, sufren estrés hídrico. El vegetal no podrá aportar humedad a las hojas y entonces estará mucho más dispuesto a arder”, sostiene. Estos vaivenes de humedad ya se han notado este 2023, que comenzó de forma anómala con una gran cantidad de Grandes Incendios Forestales (GIF).

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Ya 2022 fue un año fatídico en el que ardieron un número de hectáreas récord: 267.000, más que en los cuatro años anteriores juntos. Aunque este verano será algo más lluvioso, hay elementos para pensar que durante julio y agosto los incendios volverán a poblar la península, especialmente por un motivo: la falta de prevención.

La Plataforma de Bomberos Forestales (BBFF) pone el foco en la idea de prevención como principal solución: “Tenemos un problema muy serio con el personal. En campaña alta somos unos 530 bomberos forestales, pero en invierno se reduce a 300. Funciona así en casi todas las comunidades autónomas y era válido en los años 80, pero a día de hoy no tiene ningún sentido”, arguye su portavoz para Infobae España, aunque también consideran negativo que cada comunidad autónoma tenga un plan de actuación y una red de comunicaciones diferente, cuestiones que complican la colaboración entre regiones colindantes.

De hecho, ante la nueva evidencia de que ningún bombero ni hidroavión puede afrontar ciertos incendios —conocidos como incendios inapagables o de sexta generación, cada vez más frecuentes en España—, son los meses de invierno el momento en el que invertir en personal para reducir la fuerza de los incendios que llegarán durante los meses de calor: “El modelo de refuerzo de verano no tiene sentido, el personal debería trabajar durante todo el año realizando tareas preventivas o preparando el monte y eliminando combustible para que en verano seamos capaces de afrontar un incendio y “preparar” qué tipo de incendio queremos. Hay que buscar escenarios donde seamos capaces de actuar y esto se hace solo a base de prevención”, explica el portavoz de la plataforma.

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Este nuevo contexto conlleva a cambiar las formas de afrontar los incendios, que se han reducido de forma positiva durante la última década, muestra de una mejora en la prevención y concienciación ciudadana. Si en 2004 se contabilizaron más de 21.000 incendios, desde 2018 nunca se ha llegado hasta los 11.000, aunque la virulencia de las llamas es cada vez mayor. Un bombero no puede trabajar allí donde la potencia del fuego supera los 10.000 kilovatios por metro cuadrado, y ya ha habido incendios, como el de Portugal de 2017, donde la potencia era de 140.000 kilovatios. El último de Zamora llegó hasta los 90.000 kw. La prevención es lo único que puede solucionar este problema.

¿Cómo se evita un incendio?

Cuando prevenir ya no es una posibilidad, los bomberos forestales abordan el fuego, aunque primero hay que llevar a cabo tareas que den paso a considerar la posibilidad de apagarlo. “Se buscan puntos de inflexión donde baje la energía o hacer ataques indirectos”, relatan desde la Plataforma de Bomberos Forestales. “Intentamos ir a un sitio que aún no ha quemado para quitar combustible (la vegetación) y que así el incendio, cuando llegue ahí, reduzca su potencia y sea atacable. Si no, la misma radiación te imposibilita acercarse a esos frentes”.

Pero para la prevención, además de aumentar plantillas en los cuerpos de bomberos, el ingeniero forestal Félix Martín recapitula los movimientos clave para evitar incendios, donde los animales juegan un papel clave: “Antes se hacían cortafuegos con maquinaria, que quitaban la cubierta del suelo. Ahora habría que dirigir rebaños por las Zonas de Alto Riesgo (ZAR). Actuarían pisoteando el pasto para que baje en altura, así en caso de incendio, la llama no alcanza tanta altura. Pero sobre todo es importante por lo que se comen. Las cabras tienen esa capacidad, algunas vacas también pueden intervenir, y las ovejas, en zonas de poco matorral y donde el pastizal es el que propaga el fuego, también son importante. Además, lo que no come la oveja, lo deja apelmazado”, apunta el ingeniero.

El monte de España y sus bosques han visto cómo la presencia animal desaparecía con los años, abandono que ha traído consigo un empeoramiento de los incendios, dado que los animales comían mucha biomasa que ahora se acumula y es combustible ideal para alimentar las llamas. De la misma forma, el abandono del mundo rural de lo que ahora se conoce como la España Vacía ha sido otro aliciente: “Antes, el hombre hacía uso de la biomasa: sacaba hojarascas, utilizaba ramas para hornos de leña... eso ya no existe y no va a volver”, recuerda Martín sobre un país que ya ha desaparecido.

¿Cuál es la causa principal de incendios en España?

Una parte fundamental de los incendios es la intencionalidad, que es responsable de casi el 55% de los incendios en España. El 23% se deben a negligencias y accidentes y otro 12% es por causas desconocidas, según el último informe de WWF España, titulado Incendios extremos e inapagables, propuestas para favorecer paisajes vivos.

Un incendio quema el monte Naranco, cerca de Oviedo (REUTERS/Sofi Fdez-Pena)

Este informe revela que, junto a la reducción del número de incendios, —un 39% menos respecto a la década anterior— también se ha minimizado la evolución de la superficie quemada, que se ha reducido un 21%, pese al fatídico 2022. Sin embargo, la cuestión que ha aumentado es la de los Grandes Incendios Forestales (GIF) —fuegos donde arden al menos 500 hectáreas—, que pese a significar el 0,22% de los siniestros totales, en ellos arde el 40% de la superficie anual.

De media, en España se han producido 22 GIF al año en la última década, aunque en 2022 se disparó el dato hasta los 61. Por eso ahora se pone el foco en la prevención, porque estos GIF en ocasiones son imposibles de abordar. “Cuando te ves incapaz de afrontar un incendio al que no te puedes ni acercar te genera impotencia”, asegura Vicente, el bombero forestal, que además recuerda desde el punto de vista del trabajador que “hay estudios que equiparan una jornada frente a un incendio con una maratón”.

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