Para personas “egocéntricas” y con necesidad de control: el horóscopo, una creencia perfecta para una sociedad individualizada

Una socióloga y una psicóloga reflexionan sobre cómo la astrología se ha instaurado en la vida de muchas personas: ¿un medio de regulación emocional o una herramienta para conocernos?

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La astrología cada vez ocupa
La astrología cada vez ocupa más espacio entre la gente joven. (Shutterstock)

Lo comentan amigos y desconocidos, lo puedes escuchar por la calle: ahora podemos culpar a mercurio retrógrado por tener un mal día. También puedes leerlo en redes sociales o lo puedes encontrar a altas horas de la noche en la televisión, donde siempre fue un programa habitual entre los desvelados. Puedes descargar aplicaciones o seguir a los más entendidos en el tema, incluso, interactuar con ellos a través de TikTok. Puedes intentar ignorarlo, pero está por todas partes y cada vez hay más gente que lo sigue -tiene más adeptos-. La astrología, la creencia en el horóscopo o el tarot se han instaurado en la vida de muchas personas que deciden dejarse guiar por los astros.

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La astrología ha desempeñado un papel muy importante en países orientales, como China, pero su origen se remonta a la antigua Babilonia. En el siglo VII a.C, los textos babilónicos recogen un marco matemático en el que se ubican los cuerpos celestes, es decir, la Luna, el Sol y los cinco planetas conocidos, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Esta civilización desarrolló técnicas para calcular y predecir matemáticamente sus órbitas. El zodiaco es una de sus construcciones matemáticas, los babilonios dividieron el firmamento en 12 partes iguales de 30 grados cada una, y a cada fracción le asignaron el nombre de la constelación más prominente que se encontraba en la misma. Los babilonios consideraban las estrellas y los fenómenos celestes como señales divinas de los dioses e interpretaron las posiciones de los astros como el manifiesto de sus designios. Estas creencias han estado muy ligadas a su sociedad a lo largo de la historia. Sin embargo, en los últimos años, ha aumentado su influencia en los países occidentales.

Para muchas personas se ha convertido en parte de su día a día, en la forma en la que se perciben a sí mismos y en la que perciben a los demás. Laura Castro, investigadora social predoctoral especializada en sociología del cuerpo y digital, confirma que en los últimos años se ha incrementado el interés sobre la astrología, algo que, indica, se puede apreciar en las redes sociales: “Ha crecido el número de seguidores de cuentas especializadas en estas temáticas” e incluso “se ha implementado como categoría personal en muchos entornos digitales como en las apps de citas donde puedes poner tu horóscopo en el momento de realizar la construcción de tu perfil”.

Una creencia individualista para una sociedad individualizada

El filósofo y sociólogo Theodor Adorno publicó un estudio llamado Bajo el signo de los astros en el que explicaba que los contenidos relacionados con la astrología proporcionaban a las personas “un conocimiento individualista muy acorde con la sociedad de consumo”, conforme explica Castro.

“La astrología crea un status de semierudición: permite comprender y simplificar lo complejo a la vez que genera una percepción de ser poseedor de un conocimiento”, reflexionaba el filósofo alemán, que durante unos meses, entre 1952 y 1953, se dedicó a leer la columna astrológica de Los Angeles Times. Adorno concluyó que el horóscopo proporcionaba una imagen fija del mundo que evidenciaban el individualismo desmedido y la sociedad de consumo. 70 años después nos seguimos reflejando en la misma fotografía.

Imagen con los signos del
Imagen con los signos del zodiaco. (Foto:Freepick)

La psicóloga Laura Coronel, responsable del Área de Sociadicciones del Centro TAP con un Máster en Ciencias de las Religiones, añade que la astrología “atrae a individuos de distintas edades, niveles socioeconómicos y estudios” y aunque, explica, que no existe un perfil psicológico que defina a sus seguidores, comparten algunas características como el interés por lo espiritual, la necesidad de control y el egocentrismo. “Cuando leen las estrellas lo hacen en relación consigo mismas y la gente de su alrededor. La astrología está siendo adaptada a nuestra sociedad cada vez más individualista como método para el autoconocimiento psicológico que alimenta la necesidad humana de tener un papel importante en el mundo”, matiza.

Las expertas también destacan en carácter socializador que puede tener la astrología, ya que “permite a las personas poder “romper el hielo” al iniciar conversaciones o presentarse”, explica la socióloga, a la que también le parece muy interesante cómo se interactúa en de las redes sociales, como Tinder, a raíz de los signos del zodiaco y las particularidades que se vinculan a cada uno de ellos. Además, añade, en las redes existe una gran cantidad de memes que sirven como nexo entre muchas personas, que pueden no conocerse entre ellas, pero sí comparten esta simbología común que les puede facilitar entablar una conversación.

¿Puede ser peligroso creer en el horóscopo?

Para Coronel, la psicóloga, muchas personas encuentran en la Astrología o en creencias similares una vía de escape ante la realidad del caos y de la incertidumbre, porque es “un medio de regulación emocional” que les genera “sensación de control y alivio”. La astrología les sirve para “reafirmar sus decisiones y disminuir su miedo a la equivocación” al poder basarse en algo como el destino. Sin embargo, para la socióloga no es un mecanismo de alivio, sino que es “una herramienta que nos puede hacer conocernos mejor o reflexionar”.

Para Castro, la astrología no supone un problema para las personas que están interesadas en ella, y pone el foco en otros asuntos de la sociedad, que, si bien, no están tan señalados, son mucho más graves. “Podría considerarse una vía de escape como cualquier otra”, explica la socióloga, que añade ejemplos: “Entrar en TikTok, ver La isla de las tentaciones, hacer CrossFit, hacer escalada”. “Todas ellas tienen riesgos, pero no nos alarma que la vía de escape de muchas personas sea la hiper-auto-explotación en el trabajo y solo estén siendo productivos durante todo el día. Eso no nos genera alarma en la sociedad y se entiende como un valor añadido, se aplaude y se le da reconocimiento por el esfuerzo”, denuncia la socióloga.

“Cualquier práctica tiene peligros. La cuestión sería cuál no tiene peligros”, explica la socióloga, que ubica el riesgo “en aquellas cuentas, o perfiles que hacen negocio de esto”. Sin embargo, considera que no hay nada más: “Hay gente que dice que estas prácticas alejan a las personas de los problemas reales. Solemos encontrar dos discursos en contra el discurso científico que básicamente nos dice que esto no es ciencia, entonces no es válido. Y el discurso más de los sectores de izquierda que ven en esto una práctica que adormece a la sociedad”, los cuales considera “paternalistas y simples”.

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