Pasó de convertirse en un niño prodigio en la década de los ochenta a desaparecer del mapa. Hasta ahora. Y todo gracias a la película multipremiada en los Oscar Todo a la vez en todas partes, por la que además ganó una estatuilla al mejor actor secundario.
La suya es una de esas historias que tanto gustan en Hollywood y que nos llevan del éxito, al fracaso y la redención popular. De hecho, la mayor parte de los intérpretes que este año acapararon los premios seguían ese mismo patrón, el de haber sido olvidados por diferentes razones y terminar siendo redescubiertos por la industria a modo de segunda oportunidad. Así ha ocurrido con Brendan Fraser, protagonista de La ballena o con su compañera de reparto, Michelle Yeoh, que había sido relegada durante mucho tiempo a papeles secundarios después de haber sido una de las mayores estrellas de acción de Hong Kong.
Nuevo Hollywood asiático
En el caso de Ke Huy Quan y Michelle Yeoh encontramos un sesgo de raza que ambos se han encargado de reivindicar a lo largo de la pasada temporada. Durante décadas el cine norteamericano olvidó a la comunidad asiática y prácticamente no había películas para ellos. Sin embargo, en los últimos tiempos hemos asistido a una auténtica reverberación de cine en el que por fin tenían un espacio a través de ficciones que hablaban de los problemas de identidad y de integración.
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En cualquier caso, se necesitaba una mecha que lo activara todo, y esa fue Crazy Rich Asians, un auténtico fenómeno en los Estados Unidos que, a modo de musical y comedia romántica compuso una especie de ‘star system’ asiático, entre el que encontrábamos a Constance Wu, a Awkwafina y, a Michelle Yeoh. El Oscar a la coreana Parásitos, el prestigio crítico de películas como Minari. Historia de una familia, y blockbusters de Marvel como Eternals o Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos hicieron el resto y, por fin, la comunidad asiática en Estados Unidos se sintió representada.
Es algo que ha repetido precisamente Ke Huy Quin estos últimos meses. Durante un tiempo, no encontró papeles, nadie quería contar con él. Y eso para una otrora estrella infantil tuvo que ser muy duro.
Edad de oro infantil en los años ochenta
Al actor lo conocimos con tan solo doce años en Indiana Jones y el templo maldito (1984), en la que interpretaba a Tapón, que acompañaba a Harrison Ford en su segunda aventura ambientada en la India y en la que tenían que luchar con una secta que practicaba la esclavitud infantil, la magia negra y los sacrificios humanos. Parecía haber entrado dentro de la factoría Spielberg, así que su segunda película fue nada menos que otro clásico del cine familiar ochententero, Los Goonies (1985), donde encarnaba a Data, que era el cerebrito del grupo de amigos. Precisamente, sus compañeros de reparto tuvieron, al igual que él, carreras una tanto dispersas, desde Corey Feldman a Marta Plimpton, siendo Josh Brolin el que más terminó destacando.
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¿Y qué pasó después de Los Goonies? Poca, muy poca cosa. Desde el momento en que dejó de ser un niño y pasó a convertirse en un adulto, se refugió en películas de derribo, así como algunas producciones menores de Hong Kong, gracias a sus habilidades en las artes marciales. En 1992 apareció, precisamente junto a Brendan Fraser en El hombre de California, pero la falta de trabajo como actor lo llevó al campo de las coreografías de acción, participando en las de X-Men o El único, con Jet Li.
Ahora, cuando ya parecía estar completamente olvidado, Ke Huy Quan, con 51 años, vive una segunda juventud en Hollywood y su presencia es de lo más solicitada. Ha estrenado en Disney Plus la serie Chino americano, de nuevo junto a Michel Yeoh y también lo veremos en la nueva temporada de Loki. Además, participará en lo nuevo de los hermanos Russo, The Electric State, junto a Chris Pratt, Brian Cox y Millie Bobby Brown.
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