Con más de 9.500 empresas dedicadas al sector, Europa es una de las grandes potencias mundiales de la industria cervecera al fabricar más de 50.000 marcas. En territorio europeo se asientan tres de las cinco compañías más grandes y se conservan las tradiciones más antiguas de esta bebida fermentada. Alemania, España, Polonia, Países Bajos y Reino Unido lideran la producción en el Viejo Continente.
La cerverza genera dos millones de empleos en toda Europa y miles de millones de euros de beneficios. Es un lobby fuerte. De hecho, el año pasado consiguió que el Parlamento Europeo no aprobara una regulación que incluía en el etiquetado de esta bebida alcohólica los avisos de peligro para la salud (health warning) que sí tienen otros productos como el tabaco. Es decir, la Cámara europea no vinculó la ingesta moderada de alcohol con los peligros de padecer cáncer.
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Desde 1995 existe, además, un Club de la Cerveza del Parlamento Europeo, que se define como “foro de debate e intercambio de información sobre cuestiones que afectan al sector cervecero en la Unión Europea”. Este club “cree que la cerveza forma parte del patrimonio y la tradición de Europa, y su objetivo es apoyar el crecimiento responsable y la estabilidad del sector cervecero”.
¿Quién forma parte de él? Según su página web, el club es “una de las mayores agrupaciones de este tipo en el Parlamento Europeo, reuniendo a más de 100 eurodiputados”. Entre esos más de 100 parlamentarios hay cuatro españoles: dos del PP, uno del PSOE y una de Ciudadanos Europeos. Se trata de Juan Ignacio Zoido (exministro del Interior), Gabriel Mato (ex diputado nacional y exconsejero del Gobierno canario), Domènec Ruiz Devesa (economista y político socialista) y Maite Pagazaurtundúa (activista, escritora, exdiputada vasca y víctima del terrorismo etarra).
¿Qué función hacen estos cuatro eurodiputados españoles como miembros del Club de la Cerveza? Para Maite Pagazaurtundúa ha sido toda una sorpresa. “No sabía que pertenecía a este club ni que mi nombre figura en su web. Yo no recuerdo haberme apuntado ni haber ido a ninguna reunión. Si fuera un club de la sidra o del vino, aún”, ironiza en conversación telefónica con Infobae España. “¿Me puedes mandar la web donde supuestamente aparece mi nombre?”, pregunta.
El eurodiputado español que aparece como vicepresidente del club
Un portavoz del grupo socialista señala que Domènec Ruiz Devesa recuerda que cree que le apuntó al club un eurodiputado amigo de Austria, pero que “habrá ido una vez en su vida a una reunión de este club”, sin dar más detalles. Este diario también ha hablado con un asesor de Gabriel Mato, que desconocía que el eurodiputado del PP perteneciera a esta club cervecero. No ha facilitado más detalles. Todos reniegan de él. Juan Ignacio Zoido no ha querido responder a las preguntas de Infobae España. Él no solo aparece como miembro del club, sino además como vicepresidente.
El Club de la Cerveza reconoce que recibe apoyo técnico de ‘Brewers of Europe’, una asociación internacional sin ánimo de lucro de derecho belga que representa actualmente a 29 asociaciones nacionales de cerveceros. “Esto se traduce en apoyo logístico para los eventos del Club, recepciones y sesiones de trabajo, respuestas a las solicitudes de información de los miembros del Club sobre el sector cervecero europeo, así como sesiones informativas temáticas sobre cuestiones de interés para los miembros del Club. The ‘Brewers of Europe’ también puede facilitar los contactos entre los eurodiputados y sus cerveceros locales”. Es decir, es un lobby. La mayoría de los grupos de presión tienes sede en Bruselas para tener un contacto muy fluido con los políticos europeos.
Vacío legal
Este diario ha intentado, sin éxito, preguntar al Club cómo afilia a los eurodiputados, ya que al menos Maite Pagazaurtundúa reconoce que nunca dio su consentimiento para ser socia. “La afiliación es una decisión que corresponde a los propios Miembros del Parlamento Europeo”, explican en su web. La legislación europea es muy clara: los parlamentarios puedes reunirse con lobbies y grupos de presión, pero nunca pertenecer a ninguno, asegura un portavoz del Parlamento europeo. “Está prohibido”.
En este caso hay un vacío legal, ya que el Club de la Cerveza se define simplemente como un foro de debate e intercambio de información, aunque reconoce que recibe apoyo logístico de un lobby. Según una información publicada recientemente por la Fundación Civio, la regulación que hace la Eurocámara de los grupos de presión deja mucho que desear y tiene un fuerte carácter voluntario. Solo obliga a los parlamentarios a rendir cuentas de aquellas reuniones con actores privados, organismos públicos u oenegés cuyo objetivo sea influir en las políticas o en la toma de decisiones de las instituciones europeas. Y no a todos: solo a los ponentes y presidentes de una comisión y durante la redacción de sus informes.
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