La banca, sorprendida con la decisión de Feijóo de mantener el impuesto extraordinario si gobierna: “Lo acabarán pagando los clientes”

Los analistas aseguran que otros de los perjudicados por la permanencia del gravamen extraordinario serán los clientes bancarios, ya que el coste del crédito aumentará

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El presidente del Partido Popular
El presidente del Partido Popular y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo. (Ricardo Rubio / Europa Press)

El buen momento que atraviesan los bancos españoles, con ganancias récord de 5.696 millones de euros en el primer trimestre del año y buenas perspectivas para el segundo, se ve ensombrecido por el cambio de opinión de Alberto Núñez Feijóo, candidato del PP a las elecciones generales, respecto al impuesto extraordinario temporal a la banca y su intención de mantenerlo si llega al Gobierno.

Con este viraje, el presidente del PP se posiciona del lado del Gobierno de Sánchez que también ha dejado la puerta abierta a mantener el gravamen si gana las elecciones, según anunció la ministra de Asuntos Económicos Nadia Calviño.

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El impuesto, que se estableció para 2022 y 2023, “es muy probable que siga en vigor gane quien gane las elecciones”, apunta Nuria Álvarez, analista de Renta 4, quien no se esperaba el giro de Feijóo: “Creíamos que el PSOE podría mantenerlo, pero el cambio de postura del PP nos ha sorprendido”.

Núñez Feijóo expresó esta intención en una entrevista concedida al periódico Financial Times, en la que señaló que mantendría el tributo, pero con cambios.

Objetivo: 3.000 millones para rellenar las arcas del Estado

El impuesto extraordinario temporal grava con el 4,8% los intereses y comisiones de todas los bancos que hayan facturado más de 800 millones en 2019, año previo a la pandemia. Esto es, los seis que cotizan en el IBEX 35: Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja, y se circunscribe a la actividad que estas entidades desarrollan en España.

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Con él, el ejecutivo de Sánchez proyecta recaudar 3.000 millones de euros en dos años y lo justificó debido a los beneficios extraordinarios que los bancos han tenido tras la subida de los tipos de interés iniciada por el Banco Central Europeo en julio del año pasado para frenar la inflación.

Un impuesto muy cuestionado

La oposición de la banca al gravamen ha sido total. Según fuentes de la Asociación Española de la Banca, se trata de “una medida que no logrará su objetivo de combatir la inflación y, además, entorpecerá la recuperación económica y la creación de empleo, en un contexto de incremento de los precios y de tensiones geopolíticas”.

Además creen que una medida de este tipo “afecta a las decisiones de crédito y riesgo de las entidades y a su capacidad competitiva en el mercado único europeo”, por ello, han presentado recursos contra él en los tribunales con el objetivo de impugnarlo.

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También los analistas consideran que la permanencia del impuesto más allá de 2023 afectará negativamente a los bancos, como ya pasó cuando se anunció su implantación, que “produjo una caída en bolsa de las entidades que cotizan en ella”.

Este tributo está muy relacionado con uno de los grandes problemas que afronta el sector, “los riesgos regulatorios”, señala Álvarez. “Su ampliación o las nuevas normas de las que se habla ahora para obligar a la banca a aumentar la rentabilidad por los depósitos van contra un sector que tiene un papel central en la economía”, argumenta la experta.

Reconoce que este tipo de medidas “las acabarán pagando los clientes porque el coste del crédito aumentará. Son iniciativas peligrosas por las consecuencias que pueden generar”. Entre ellas, “reducir entre un 20% y un 25% los beneficios netos de la banca”, asegura Álvarez.

Impuesto vs liquidez

La extensión de la vigencia del impuesto contrasta con la petición que el BCE ha realizado a la banca para que aumente su liquidez y su rentabilidad. Lo que supone, a juicio de Nuria Álvarez, “una incoherencia”, ya que “mantener el impuesto va en contra de esta petición”.

También Diego Morín, analista de IG, considera que este impuesto supone “un lastre para los resultados de los bancos, ya que se come una parte importante de sus beneficios”, como se ha visto en los del primer trimestre del año.

Así, Banco Santander, con un beneficio de 2.571 millones de euros entre enero y marzo tuvo que pagar 224 millones por el impuesto. Una cifra similar a la de BBVA, de 225 millones de euros, y mayor que la de Banco Sabadell, con unos 150 millones. Mientras que CaixaBank ganó 855 millones, pese a abonar 373 millones de euros por el gravamen.

Por su parte, Antonio Castelo, analista de iBroker, cree que “sin el impacto del impuesto, las entidades financieras habrían ganado durante el primer trimestre casi 7.000 millones de euros”.

Sobre la permanencia de este impuesto, Castelo prevé que si el PP llega al Gobierno “reformará de alguna forma la redacción del tributo y mucho nos tememos que sí lo va a mantener”.

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